Las primarias de Podemos para elegir la candidatura a la Comunidad de Madrid tuvieron un resultado previsible. Íñigo Errejón no tenía rival para encabezar la lista y su puesto fue refrendado por el 95,33% de los votos de los 19.771 inscritos que eligieron alguna candidatura. Tampoco el resto de miembros de su lista. La ausencia de competencia convirtió la campaña en un ensayo general de la de 2019. Y dejó el misterio para las pequeñas o grandes variaciones, que se produjeron, en el seno de la propia lista.
El sistema no permite seleccionar a toda la candidatura de una sola vez (la llamada lista plancha), sino que hay que marcar uno a uno a los miembros que se quiere elegir. Aún así el sistema electoral (DesBorda) y la corrección de género hizo que el orden final respetara, en líneas generales, el preestablecido. Pese a los temores que había en algunos sectores del partido.
La confección de la lista fue complicada y motivó la intervención del secretario general, Pablo Iglesias. Errejón pedía en redes sociales “confianza y respaldo” a su lista “sin exclusiones de parte” mientras Juan Carlos Monedero animaba a hacer una selección que reflejara las diferencias entre la nueva y la vieja política que, decía en un artículo en Público.es, personalizaba en Tania Sánchez.
La número dos de Errejón recibió efectivamente menos votos que otros de sus compañeros, aunque no los suficientes como para desplazarla más de un puesto en la lista final. No fue la única. El secretario general autonómico, Ramón Espinar, también fue penalizado por las bases. En el lado opuesto, la diputada Clara Serra o el que fuera el número uno de la candidatura en 2015, José Manuel López.
Serra fue de largo la persona más votada, con 1.000 personas de diferencia sobre López y algunos más sobre Sánchez. Las seis opciones preferidas por los inscritos son afines al sector de Errejón. Las siguientes, al de Espinar.
Aunque se logró una lista unitaria entre los dos principales grupos que componen Podemos Madrid, de puertas adentro se esperaba el resultado de la votación como una suerte de test que fijara las fuerzas.
El sistema de votación, denominado DesBorda, es similar al utilizado en Eurovisión y se da un número de puntos a cada candidato en función de sus preferencias. Todos los candidatos recibieron más votos en el puesto en el que fueron situados de partida.
Un último detalle significativo: los 718 votos en blanco. Un 3,5% del total de votos emitidos. La explicación podría estar en la retirada de última hora de una lista denominada Feminista, compuesta íntegramente por mujeres. Algunas de ellas optaron por mantener su candidatura individual.