Disculpad el retraso, hemos estado arriba, hemos cerrado el acuerdo para los presupuestos y la ley de vivienda. Es una gran noticia para el Gobierno de coalición
“Un aplauso sentido” fue lo que siguió a esas palabras con las que Pedro Sánchez comunicó al conjunto del Consejo de Ministros que unos minutos antes se había desencallado la negociación presupuestaria y, sobre todo, la ley de vivienda tras más de un año de desavenencias internas por la limitación de los precios del alquiler. Ese fue precisamente el último escollo de las conversaciones que se retomaron a principios de septiembre y que se intensificaron en las últimas semanas.
Fue el presidente el que cerró el trato minutos antes de las 10 de la mañana del martes en una reunión en su despacho con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz; y los ministros de Presidencia, Félix Bolaños; de Hacienda, María Jesús Montero; y de Derechos Sociales, Ione Belarra, que habían pilotado hasta entonces las conversaciones y se encontraban en un punto de bloqueo. Esos mismos interlocutores [sin Díaz ni el presidente] habían quedado a las 8 de la mañana en el ministerio de Bolaños, dentro del complejo de La Moncloa, para intentar cerrar los flecos que quedaban. La reunión acabó “sin avances”, según reconocen varios interlocutores, y así se lo trasladó el titular de Presidencia a Sánchez al terminar. El presidente, que no quería dilatar más el acuerdo, le dijo que fueran todos a su despacho.
“Se dio cuenta de que estábamos rozándonos. Él planteó que nosotros hacíamos un esfuerzo al aceptar la limitación de precios del alquiler de personas jurídicas que son grandes tenedores en zonas tensionadas y Unidas Podemos se olvidaba de la prestación por crianza. Fue el punto final: este sí, este no”, relata un interlocutor socialista. Díaz y Belarra aceptaron el trato que incluía también un tipo mínimo del 15% en el impuesto de sociedades que los socialistas ya habían dado por hecho en declaraciones públicas, pero que no habían llegado a confirmar en la mesa de negociación. “Hasta el martes nunca se había planteado. Nunca cedieron. Hacienda decía que la última palabra era del presidente y que ellos no podían comprometer esa medida”, indican fuentes de la coalición.
El verdadero desbloqueo, no obstante, se produjo el lunes, según varias fuentes consultadas, cuando Belarra puso sobre la mesa una nueva propuesta, tal y como le trasladó la vicepresidenta Díaz a Bolaños en una conversación telefónica durante el fin de semana. En el nuevo documento, Unidas Podemos se abrió por primera vez a que la limitación de los alquileres no afectara a las personas físicas (pequeños propietarios) y solo operara para los grandes tenedores. “Para nosotros era una línea roja”, admiten fuentes socialistas. A pesar de reconocer que ese fue el gran avance de la negociación, Bolaños y Montero no lo aceptaron de forma inmediata y fue Sánchez quien dio el ok definitivo.
El lunes, movimiento clave
“El lunes llegamos al límite. Salimos de la reunión pensando que si el PSOE no se movía, no iba a haber presupuestos”, apuntan fuentes del grupo confederal. El equipo negociador liderado por Belarra llegó ese día a las reuniones sobre la ley de vivienda con la sensación de que en Unidas Podemos ya se habían “movido” todo lo que podían y sostienen que el paquete de medidas refrendado un día después por el presidente era “prácticamente el mismo texto” que el aportado por los representantes de la coalición la víspera.
El cierre del acuerdo pilló a uno de los negociadores del equipo de Unidas Podemos en directo en el Canal 24 horas. “Hasta donde yo sé, ese acuerdo no está cerrado a esta hora”, apuntó Nacho Álvarez, secretario de Estado de Derechos Sociales y persona de la máxima confianza de Yolanda Díaz, al ser preguntado después de que la Secretaría de Estado de Comunicación confirmase que se había alcanzado acuerdo para sacar adelante las cuentas del 2022 y la ley de vivienda.
“Entró en el plató y se sentó en la entrevista cuando el acuerdo se estaba armando”, señalan fuentes de UP. Mientras era entrevistado en directo, Sánchez y Díaz cerraron los últimos flecos. A pesar de su involucración en todo el proceso, Álvarez se terminó enterando minutos después del anuncio oficial, al salir del directo de televisión. La confirmación le llegó por dos vías distintas: Belarra y Díaz le constataron que las cuentas salían adelante.
Hasta ese momento se habían producido “innumerables” contactos entre Belarra y Bolaños y un sinfín de intercambios de documentos en todos los formatos “en mano, vía WhatsApp”, admite uno de los negociadores. “Nos hemos reunido dos veces a la semana y todos los días ha habido intercambio de papeles”, reconoce otra de las fuentes consultadas.
La negociación se había dividido fundamentalmente en dos mesas: una de Montero y Álvarez, en la que abordaban los contenidos meramente presupuestarios; y la otra para la negociación de la ley de vivienda en la que tomaron las riendas Bolaños y Belarra, junto a la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, y la participación puntual del secretario general de Agenda Urbana y Vivienda, David Lucas, y el subsecretario de Derechos Sociales, Joseba Miren. En la recta final de la negociación se produjo una suerte de fusión. “Ha habido quince días de todos con todos”, admiten en el equipo negociador.
Ambas partes aceptan que el proceso incluyó momentos tensos. “Ha sido difícil. Han jugado fuerte y nosotros también”, reconocen desde el PSOE. Algunas fuentes apuntan a que el socio mayoritario ha llegado a amagar con las elecciones si no había acuerdo -una salida que en estos momentos perjudicaría a las dos fuerzas-. “Preguntábamos que si no había acuerdo, qué alternativas tenía el gobierno sin Presupuestos”, explican en el PSOE. Fuentes de Unidas Podemos niegan que hubiera una amenaza de ese tipo, aunque admiten que la negociación pasó por etapas muy complicadas.
Primeros presupuestos de Yolanda Díaz
En los mensajes que mandaban puertas afuera ni el PSOE ni en Unidas Podemos se ha dejado entrever públicamente la posibilidad de que no salieran adelante las cuentas. “En ningún momento ha peligrado el Gobierno de coalición. Ha habido un proceso de diálogo, de acercamiento de posturas que se ha intensificado en los últimos días”, resumió Bolaños en la rueda de prensa del martes. También se afanan ahora por destacar lo bueno. La vicepresidenta Díaz alabó la “sintonía” de los equipos negociadores, a los que agradeció su tarea para sacar adelante sus primeros Presupuestos como líder de Unidas Podemos en el Gobierno. ¿Cuál ha sido su papel? “No ha tenido un papel excesivamente relevante, como no lo tuvo Pablo Iglesias. Hemos hablado con ella, pero no hemos negociado con ella”, señalan desde el ala socialista.
Por su parte, desde Unidas Podemos exponen que Díaz “siempre estuvo muy encima de las negociaciones de presupuestos”. Aún así, el único encuentro presencial entre presidente y vicepresidenta se produjo en la reunión de Moncloa que desencalló las conversaciones entre los socios de coalición. El lunes la ministra de Trabajo ya presionó a los socialistas a través de los medios de comunicación, en unas declaraciones realizadas antes de entrar a la reunión confederal de la coalición. “El tiempo se está echando encima”, planteó Díaz a los periodistas, a la vez que reconocía que había “distancia” entre los socios en asuntos como impuesto de sociedades, prestaciones familiares, bono social y la vivienda.
Cuando Iglesias abandonó el Gobierno, en las filas socialistas pensaron que se abría una nueva etapa y que Díaz tendría un talante más conciliador. Sin embargo, a medida que se ha ido acercando la fecha límite para la aprobación de los Presupuestos -Moncloa habló del 28 de septiembre o el 5 de octubre y luego amplió el foco a toda la primera quincena de octubre-, Unidas Podemos ha aireado públicamente las discrepancias siguiendo la misma estrategia de presión que en negociaciones anteriores hasta el punto de que el PSOE dejó entrever su malestar el lunes, cuando en el Gobierno se acercaban al punto de no retorno. “En un Gobierno no se hacen ultimátums, ni se condiciona”, avisaron desde Ferraz.
Para entonces Unidas Podemos llevaba varias semanas dejando claras las desavenencias. Fuentes de la coalición habían advertido previamente a los periodistas que tenían “preocupación” por las propuestas planteadas por los socialistas. Las presiones se elevaron cinco días antes de que se anunciase el acuerdo. El jueves de la semana pasada, el grupo confederal registraba en el Congreso junto a socios del Gobierno [como ERC, EH Bildu, Más País, o Compromís] una ley de vivienda, un documento impulsado por un centenar de organizaciones, así como por CCOO y UGT.
De esta forma, Unidas Podemos mantenía el pulso en un asunto muy sensible para su electorado. Estaba apoyando un texto alternativo sobre regulación de alquileres junto a otros partidos, mientras continuaban sentados a la mesa negociando con el PSOE la propuesta del Gobierno para encontrar una solución al problema del arrendamiento en las zonas tensionadas, aquellas donde los precios son más altos. “Los ciudadanos tienen derecho a saber lo que piensa cada formación”, insistía Díaz en una entrevista en la Cadena SER, en la que se dirigió a sus socios en el Ejecutivo: “Le tenemos que transmitir a la ciudadanía de nuestro país de qué lado estamos”.
Este jueves, tras fotografiarse con el presidente, Díaz dejaba a un lado las tensiones y destacaba el acuerdo alcanzado con los socialistas. En su intervención ante los periodistas, se dirigió a los jóvenes [un colectivo muy presente en sus discursos] para reseñar las medidas aprobadas por el Gobierno y que irán destinadas a ellos: un bono cultural y becas para acceder a los procesos de las altas instituciones del Estado. Con este anuncio, la vicepresidenta culmina su primer reto como líder de la coalición con una cuentas que ella celebra como inclusivas, feministas y sociales. También el socio mayoritario trata de atraer a los jóvenes. “Son unos Presupuestos que incorporan una perspectiva muy importante para las generaciones jóvenes de nuestro país”, dijo la portavoz, Isabel Rodríguez, en la presentación de las cuentas y repitió la responsable de Hacienda en las entrevistas.
Tras semanas de “ejercicio complejo”, según definió Montero las negociaciones presupuestarias, la coalición se encamina al verdadero examen: lograr la veintena de apoyos que necesitan para que el Congreso apruebe las cuentas con más inversiones de la historia y dejar atrás de una vez la crisis económica derivada de la pandemia que la emergencia sanitaria parece encarrilada.