“Acabo de comunicar al jefe de la Casa Real vuestra decisión y he transmitido nuestra lealtad a la Constitución y al Rey Felipe VI”. Esas fueron las primeras palabras de Pablo Casado, nada más ser investido presidente del Partido Popular y tras los abrazos de rigor con el sucedido, Mariano Rajoy, y su rival, Soraya Sáenz de Santamaría.
Tras la larga ovación que acompañó su descenso por las escaleras del hotel Auditorium, a las afueras de Madrid, el nuevo líder del PP resumió el volantazo a la derecha que espera al partido. Prometió rebajas fiscales y supresión de lo que el llama “impuestos de doble imposición”, entre los que citó el de patrimonio, donaciones y sucesiones.
Desde el atril en su primera comparecencia como presidente, abogó por reformar el Código Penal para endurecer el delito de sedición y “conectar con esa España de las banderas y de los balcones que reclama seguir defendiendo la soberanía nacional”.
Casado también deslizó sus planes para avanzar en lo que él considera medidas de regeneración. Básicamente, emprender cambios legales para beneficiar electoralmente a su partido. Citó varias medidas: cambiar el sistema de elección de los alcaldes a un sistema de ida y vuelta y tocar la ley “para primar al ganador”. El nuevo mandatario del PP añadió una coda que evidencia el propósito de su anuncio: “de manera que no dependamos de bisagras nacionalistas ni de ningún otro partido, como ha pasado en la última legislatura”.
Su modelo, sin cambiar la Constitución, es ampliar el Congreso hasta los 400 diputados -ahora tiene 350-, e introducir una prima de 50 escaños para la lista más votada.
Entre las prioridades del nuevo Partido Popular está también el blindaje de la Ley Wert y “evitar que el nuevo Gobierno intente recuperar el adoctrinamiento educativo ni dividir a nuestros hijos en función de la lengua”. En sanidad, Casado reivindicó que nadie pueda “volver a meter facturas en el cajón para que no tenga que volver el PP y recuperar un sistema quebrado”.
Apeló a que “España tiene que volver a ser el centro de actuación de la UE y del Eje Atlántico”, sin aclarar cuándo había perdido esa posición. Pero sobre todo, Casado hizo un llamamiento a los suyos -los presentes en el congreso eran los más cafeteros- a plantar cara al Gobierno socialista, que según él ha planteado en sus primeras medidas una ruptura social.
El PP ha vuelto, repitió su nuevo presidente varias veces: “Hoy empieza una nueva etapa orgullosa con nuestro pasado y ambiciosa con nuestro futuro. El PP vuelve a intentar reconquistar el corazón de todos los españoles. Tenemos que volver para no permitir que deshagan nuestra labor, para recuperar la base electoral y recuperar la España como proyecto sugestivo de vida en común, en palabras de Ortega”.
Antes había insistido en dos ocasiones en liderar “la España de los balcones y banderas”.