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Junts utiliza el regreso de Puigdemont como último recurso contra Illa
El miedo a que la austeridad haya ido demasiado lejos desata el caos en las bolsas
Opinión - La renovación semifallida del CGPJ. Por Javier Pérez Royo

El PSOE da por blindado el pacto con ERC pese al regreso de Puigdemont

Pedro Sánchez y Pere Aragonès, en julio en el Palau de la Generalitat.

José Enrique Monrosi

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No es la primera ocasión en que Carles Puigdemont promete regresar a España desde su salida del país en 2017, pero esta vez parece que cumplirá con su palabra. Entre las filas socialistas, donde la vía de interlocución con el expresident catalán se mantiene viva desde las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez y la ley de amnistía, lo dan al menos por descontado. En el Gobierno y en el PSOE tienen constancia de primera mano de los planes de Puigdemont y por eso asumen que el líder de Junts jugará su última baza y pisará suelo español en cuanto esté fijada la fecha del pleno que debe investir a Salvador Illa como president, con toda probabilidad esta misma semana.

Su más que previsible detención abre la puerta a un escenario político incierto que podría afectar incluso a la misma celebración de la sesión de investidura, con la posibilidad de la suspensión del pleno encima de la mesa. Sin embargo, desde el entorno más cercano a Sánchez confían en que, más allá del momento de protagonismo que pueda brindarse el expresident, el pacto con ERC para convertir al líder de los socialistas catalanes en nuevo jefe del Govern está más que blindado. Más áun después del aval, a última hora de este lunes, de las juventudes republicanas que podían condicionar el voto de su única diputada en el Parlament.

El movimiento de Puigdemont se interpreta en la Moncloa como un intento a la desesperada de quebrar la determinación de los republicanos de investir a Illa después de la firma de un acuerdo con el PSC que refrendaron sus bases el pasado fin de semana. Nadie duda de que el impacto de su aterrizaje en España y una hipotética detención y entrada en prisión sería utilizada por Junts como una forma de presionar a Esquerra para hacer descarrilar la investidura de Illa. Algo que el propio Puigdemont ha planteado públicamente tras conocer el acuerdo alcanzado con el PSC.

En una carta publicada el pasado sábado en sus redes sociales, el líder de Junts dio por hecho que sería detenido e incluso dejó entrever la posibilidad de acabar en prisión. Y culpó de todo ello a la decisión de ERC de investir a Illa porque es esa decisión, aseguró, la que le fuerza a exponerse a una eventual detención.

“La decisión de la militancia de ERC de investir al candidato socialista, Salvador Illa, como presidente de la Generalitat, hace que la detención sea una posibilidad real dentro de muy pocos días”, dijo en su carta.

La guerra abierta en el seno del independentismo se ha recrudecido a raíz del acuerdo para investir a Illa, y desde Esquerra han exigido al expresident que se disculpe y rectifique sus declaraciones. “Es obvio que el partido y el entorno político de Puigdemont consideran que la decisión tomada por las bases de ERC es perjudicial para sus intereses electorales. Entendemos que esta decisión pueda ser objeto de crítica política, pero no se pueden sobrepasar ciertos límites”, afirmó en un comunicado la Ejecutiva del partido tras la reunión de este lunes.

Desde el PSOE insisten en que el compromiso adquirido entre el PSC y Esquerra es firme y fruto de una decisión política estratégica y muy meditada entre los republicanos, que han decidido afrontar el posible desgaste entre su electorado más independentista para evitar una repetición electoral que provoque aún mayores estragos en una formación en crisis y con un congreso de renovación de su liderazgo a la vuelta de la esquina. Y que si el pleno de investidura resulta suspendido por la detención de Puigdemont apenas acabaría suponiendo un retraso de unos pocos días en los planes de Salvador Illa.

Otra cosa será el día después de esa investidura. Volcados en convertir a su candidato en president de Catalunya para dar carpetazo definitivo a una década de procés y a décadas de mayoría nacionalista o independentista en el Parlament, Pedro Sánchez y su equipo más cercano en el partido y en el Gobierno han decidido aplazar las explicaciones de un acuerdo con Esquerra que levanta ampollas entre la práctica totalidad de federaciones territoriales socialistas. Y en la calle Ferraz son conscientes de que aplacar esas turbulencias internas y desplegar una estrategia de pedagogía política en público para sostener las supuestas bondades de un concierto económico con Catalunya al margen del resto de autonomías es tarea pendiente, y no menor, para el arranque de curso a la vuelta de las vacaciones de verano.

Por el momento, todas las miradas siguen puestas en Catalunya y en los pasos a dar esta misma semana. La Diputación Permanente del Parlament se reunirá el miércoles, después de que el presidente de la cámara, Josep Rull, nombre al candidato previsiblemente este martes. Será la Diputación Permanente la encargada entonces de fijar el pleno, con el jueves como fecha más probable.

El regreso y la posible detención de Puigdemont genera la incógnita de si continuaría adelante el pleno mientras Puigdemont está detenido. La coalición forjada en torno a la investidura de Salvador Illa, es decir, los 42 diputados del PSC, los 20 de ERC y los seis de los Comuns, desean evitar. Y, por ello, no se descartan giros de guion de última hora en los planes de la investidura.

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