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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

CRÓNICA

El PSOE fija en vivienda y emergencia climática el eje de campaña seguro de arrastrar al PP a un marco perdedor

22 de abril de 2023 22:26 h

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“Yo sé poco de este asunto, pero mi primo supongo que sabrá. Y un día me dijo: he traído aquí a diez de los más importantes científicos del mundo y ninguno me ha garantizado el tiempo que hará mañana en Sevilla. ¿Cómo alguien puede decir lo que va a pasar en el mundo dentro de 300 años?”. 

Corría el año 2007 y Mariano Rajoy, autor de la cita, que era sólo presidente del PP, no creía en el cambio climático porque un pariente suyo, catedrático de Física en la Universidad de Sevilla, le había prometido que no era posible ni predecir el tiempo que iba a hacer al día siguiente y que, por lo tanto, los asuntos medioambientales no debían convertirse en “el gran problema mundial”.

Ocho años después, en la cumbre COP21 de París y ya como presidente de Gobierno, en el fragor de una campaña electoral,  anunciaba una Ley de Cambio Climático parecida a la que existía en Reino Unido desde 2008 o en EEUU desde 2009. En 2015 Mariano Rajoy ya había cambiado de parecer y habló así del cambio climático: “Es el mayor reto medioambiental al que nos enfrentamos”

Anécdotas aparte, hace ya muchos años que el cambio climático  se consolidó como una de las principales preocupaciones ciudadanas a escala global, incluso por delante del terrorismo de grupos como Estado Islámico (ISIS) o los ataques informáticos, según los resultados de un informe de 2019 del Centro de Investigaciones Pew Research Center. Hoy, incluso algunas formaciones de la extrema derecha europea, movidas por la creciente preocupación social, han virado su tradicional discurso negacionista hacia posiciones más estratégicas en defensa del medio ambiente. 

Y por eso no es baladí que el PSOE haya hecho de la emergencia climática uno de los ejes de esta larga campaña electoral del 28M. El Gobierno de Juanma Moreno se lo ha puesto en bandeja, después de que el PP andaluz, arrastrado por Vox, haya aprobado un proyecto de ley para legalizar los regadíos ilegales de Doñana, pese a las severas advertencias de los científicos y de la Comisión Europea, que ya ha avisado de que utilizará todos los medios a su alcance, sanciones incluidas, para frenar el indulto a los pozos irregulares. 

¡Doñana no se toca!

Los socialistas  se felicitan de haber arrastrado al PP a un marco como el de la emergencia climática, que creen perdedor para la derecha por “la sensibilidad que despierta entre los electores” y sobre el  que los de Feijóo “han hecho un cálculo erróneo movidos por los comportamientos sociales de hace 20 años”. 

“Anteponer el interés de los agricultores de la zona les puede dar votos en un puñado de municipios de Huelva, pero perderlos en el resto del territorio nacional”, aseguran los estrategas de la campaña socialista. De ahí que no tengan intención de soltar la presa al grito de “Doñana no se toca”. Ni siquiera después de que Moreno Bonilla en sus últimas declaraciones públicas haya dejado abierta la puerta a modificar la ley de Doñana, tras asegurar que el proyecto legislativo “es susceptible de modificaciones y cambios”. 

El PSOE entiende que la escasez de agua está en la calle y, además, trasciende el marco nacional como demuestra que hasta el Washington Post se haya hecho eco del polémico plan del PP que ha avalado en reiteradas ocasiones Alberto Nuñez Feijóo. 

El problema de la vivienda es otro asunto con el que el presidente del Gobierno piensa confrontar con la derecha, tras el acuerdo con sus socios de coalición y parlamentarios para la aprobación de la primera ley estatal y la decisión de movilizar 50.000 activos de la SAREB para alquiler social y la promoción de otras 43.000 de nueva construcción. 

Más allá de que la letra pequeña y las dudas que puedan despertar los anuncios de Sánchez sobre  esta materia, el PSOE entiende que la vivienda tiene una evidente trascendencia municipal y que sólo poner el asunto en el centro del debate “puede tener un efecto movilizador” en un electorado que en las encuestas reconoce que “la vivienda es una materia que la izquierda gestiona mejor que la derecha”. 

Feijóo se juega mucho más que ser primera fuerza

La aprobación de la ley del suelo de 1998, la liberalización de los precios, la paralización de la construcción de viviendas sociales durante los gobiernos del PP y la privatización de las promociones públicas forman parte de un histórico que genera incomodidad en un Feijóo, quien en estas elecciones se juega mucho más que ser o no primera fuerza del tablero político.

Este es el optimista dibujo que a cinco semanas de las elecciones municipales y autonómicas hace el PSOE, donde no descartan que Sánchez vuelva a tirar del BOE para anunciar nuevas medidas sociales antes del próximo 28 de mayo. Ni el cisma abierto en el seno de la coalición como consecuencia de la reforma de la ley del sólo sí es sí, ni las divergencias entre Sumar y Podemos son asuntos en los que los socialistas se vayan a detener un solo segundo durante el próximo mes. Lo primero es materia, a su entender, “ya amortizada” tras la aprobación esta semana en el Congreso de las modificaciones del texto que ha permitido la rebaja en la condena de más de un millar de abusadores sexuales y la puesta en libertad de otros cien. “Por mucho que Podemos quiera pedalear con el tema en campaña, los ciudadanos han entendido que había un problema, que el presidente del Gobierno ha hecho lo que debía hacer para solucionarlo y que además ha antepuesto el qué al con quién”, sentencian desde La Moncloa en alusión a los votos del PP que han hecho posible que la reforma saliera adelante.

Y en lo que respecta a la entropía que desprende la izquierda a la izquierda del PSOE, la estrategia del partido del gobierno para estas municipales y autonómicas pasa por no inmiscuirse en el debate ajeno, salvo para apelar a la necesidad de que ese espacio se recomponga después del 28-M. Lo contrario pondría en riesgo la reedición de un Gobierno progresista. 

Los socialistas prefieren obviar las diferencias que separan a Yolanda Díaz de Pablo Iglesias, convencidos de que finalmente se entenderán para las generales. Cuestión distinta es que no haya malestar, que lo hay, con la vicepresidenta segunda por lo que dijo, en entrevista con Jordi Évole, sobre la relación de España con Marruecos, sobre la responsabilidad política que debiera haber asumido Fernando Grande Marlaska por la crisis de Melilla y por el machismo que atribuyó al presidente del Gobierno. Y así se lo han hecho llegar, aunque Moncloa prefiera no desvelar si ha sido o no el mismo presidente quien le haya afeado las declaraciones. 

No hay un solo ministro que crea que Díaz acertase en aquella entrevista de hace una semana. “Ella, que se muestra siempre de blanco inmaculado y sonrisa Profident, decidió bajar al barro para discutir de cosas pequeñitas que nada tienen que ver con los problemas ciudadanos”, sentencia un socialista, sorprendido del registro que mostró la vicepresidenta.

Si, como sostienen los expertos en comunicación política, toda buena campaña pasa por incluir en agenda las preocupaciones de una amplia mayoría social, conmover los corazones y sacudir conciencias, Díaz no lo logró aquella noche. Y ese es el camino que, por el contrario, el PSOE sostiene que se dispone a recorrer para movilizar al electorado . De momento, lo intenta con la vivienda y la emergencia climática.

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