El reglamento del Congreso es muy claro a la hora de definir cómo se articulan los grupos parlamentarios, pero en la interpretación de ese texto los partidos han encontrado tradicionalmente agujeros para conceder excepciones. Y ahora una de esas rendijas podría ser clave para allanar la investidura. Esquerra Republicana y Junts no pueden conformarse como grupo parlamentario propio, pero si el PSOE se hace con la Mesa de la Cámara podría buscar una de esas fórmulas como parte de un acuerdo más amplio para que los partidos independentistas den su apoyo a Pedro Sánchez.
Los resultados de las elecciones del domingo arrojaron una posibilidad de que el PSOE y Sumar puedan conseguir los apoyos parlamentarios suficientes para repetir el gobierno de coalición. Varios de los partidos que se convirtieron en socios parlamentarios del Ejecutivo en la pasada legislatura ya han afirmado o dejado caer que votarán a favor de esa investidura, pero uno de los principales escollos estará en esos dos partidos independentistas, que cuentan con siete escaños cada uno. Sánchez necesita el sí de uno de los dos y como mínimo la abstención de otro para tener más síes que noes.
En el PSOE, donde Pedro Sánchez ha decretado retirada oficial de vacaciones y estos días apenas se producen movimientos, sí reconocen que están dispuestos a colaborar para que ERC y Junts tengan grupo parlamentario propio. La aritmética parlamentaria salida de las urnas ha reservado a los catorce diputados de las formaciones independentistas catalanas un papel clave en la próxima legislatura. No solo serán imprescindibles para la investidura, también para casi cualquier cosa que tenga que votarse en el Congreso.
La primera vez que los socialistas dependerán de ERC y Junts será en apenas dos semanas. El día 17 de agosto, en la constitución de las Cortes, los votos de ambas formaciones serán ya decisivos en la elección del presidente o presidenta de la Cámara Baja. En ese contexto, el PSOE tiene claro que no pondrá impedimentos a la conformación de grupos parlamentarios propios para sus socios en potencia, una decisión que saldría adelante con la mayoría progresista de la Mesa.
A partir de aquí surgen las posibles fórmulas que se han usado en el Parlamento desde los inicios de la democracia para adaptar el texto a las necesidades de los partidos en cada momento. La que parece más probable en estos momentos, debido a las malas relaciones y la competencia poco virtuosa entre los posconvergentes y los republicanos, es que la Mesa conceda a cada uno de esos partidos un grupo parlamentario propio.
Según el reglamento, esto solo se puede hacer bajo algunas condiciones. La primera es que una o varias formaciones alcancen como mínimo 15 diputados. Hay una segunda opción, si no llegan a ese mínimo, que una o varias formaciones políticas hayan conseguido más de 5 diputados y por lo menos el 15% de los votos de las circunscripciones en la que se hubiesen presentado o bien el 5% nacional.
Ni Junts ni Esquerra cumplen estos requisitos. Ambos quedan muy lejos de obtener 15 diputados: ni siquiera sumando sus escaños llegarían a ese número. Tampoco ninguna logra acercarse a la barrera del 5% nacional: no pasan del 2%. Están más cerca de alcanzar la barrera del 15% en las provincias en las que se presentaron, aunque ninguno lo hace en todas. ERC, por ejemplo, sacó un 14,75% en Girona y un 12,33% en Barcelona. Junts, un 11,08% en Tarragona y un 9,68% en Barcelona.
Es por eso que si ambas formaciones se comprometieran, por ejemplo, a apoyar que el PSOE presidiera el Congreso, la Mesa de mayoría progresista podría aprobar a cambio que tuvieran cada una un grupo separado: al fin y al cabo, la distancia en porcentaje de voto no es tan lejana del umbral por provincia que marca el reglamento. Aunque el precedente más cercano no acabó bien, sirve para ilustrar que estos intercambios han ocurrido en el pasado. En 2016, por ejemplo, Convergencia Democrática de Catalunya (CDC) negoció con el Partido Popular un grupo propio a cambio de su voto favorable a Ana Pastor como presidenta, aunque la Mesa finalmente no se lo concedió.
Préstamo de votos
Una fórmula alternativa y que también se ha usado en el pasado es la del préstamo de votos. En ocasiones anteriores, la Mesa ha permitido que un partido preste uno o varios diputados a otro para poder alcanzar ese mínimo de 15, un escenario que podría ser viable solo si Junts y ERC se alían para inscribirse en el mismo grupo. El PSOE u otro partido podría prestar un parlamentario a esas dos formaciones para alcanzar el umbral, que una vez constituidos los grupos volvería al que formen los socialistas.
Esto ya ocurrió, por ejemplo, con Coalición Canaria en 2004. Entonces, los socialistas cedieron dos parlamentarios por Toledo al partido insular (y cuatro senadores) para alcanzar un mínimo de cinco y poder formar su grupo propio. También ocurrió en 2011 con UPyD, que llegaba a cinco diputados pero le faltaban pocos votos para rebasar el 5%. Foro Asturias le prestó su diputado, Enrique Álvarez Sostres, para la constitución del grupo, y luego regresó al Mixto.
En la legislatura pasada, Junts se alió con Más País, Compromís, el BNG, Coalición Canaria, Nueva Canarias, el PRC y Teruel Existe para constituirse como grupo aunque luego los cuatro últimos volvieron al Mixto.
Tiempo parlamentario y recursos
Los grupos parlamentarios tienen importancia por dos motivos: dinero y visibilidad. Además de las retribuciones que recibe cada parlamentario, el Congreso otorga subvenciones a los grupos: pone locales y medios materiales, además de un monto fijo idéntico para todos y otro variable en función del número de diputados. Actualmente, la cuantía fija es de 30.346,72 euros mensuales y la variable de 1.746,16 euros mensuales por cada representante.
Las normas del Congreso establecen además que los grupos tienen un tiempo tasado para las intervenciones y un cupo determinado para presentar proposiciones de ley y para plantear preguntas en la sesión de control. Estos puntos van en función del tamaño de los grupos, pero si uno de esos grupos tiene varios partidos dentro debe repartirlos de alguna manera, lo que limita su visibilidad.
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