La primera sesión de investidura ha evidenciado las diferencias crecientes que separan a PSOE y Podemos, además del aislamiento en el que Rajoy se ha instalado después de declinar el encargo del rey para ser el primero en intentar forjar acuerdos. El debate ha terminado con el resultado esperable: Sánchez no ha logrado los apoyos necesarios para ser investido en la primera votación y todo parece indicar que lo tendrá muy difícil para que las cosas cambien antes de la segunda votación, prevista para la tarde de este viernes. La primera votación deja a Sánchez con el único apoyo de los diputados de Ciudadanos (130 votos), la abstención de la única diputada de Coalición Canaria y todo el resto en contra.
Sánchez e Iglesias han terminado su diálogo parlamentario enzarzados en una trifulca con Felipe González como protagonista. El de Podemos afirmó que “González tiene el pasado manchado de cal viva” y recomendó a Sánchez: “Cuídese de él”. Unas palabras a las que el aspirante respondió declarándose “muy orgulloso de Felipe González”.
La disputa da la verdadera medida de la distancia que separa a ambas formaciones, a pesar de sus llamamientos mutuos a la búsqueda de un acuerdo que parece imposible. Tras las palabras del líder de Podemos, la bancada socialista se revolvía airada pidiendo de Sánchez una respuesta a la medida del desaire. El candidato socialista afeó a Iglesias sus declaraciones sobre la salida de la cárcel de Arnaldo Otegi. “A mí me dolió mucho que usted llamara al señor Otegi preso político. En España no hay presos políticos”, afirmó Sánchez. Nada de lo anterior parece llamado a formar la argamasa de ningún acuerdo.
Entre pulla y pulla, ambos portavoces deslizaban de vez en cuando su disposición a seguir hablando. Si hace unas semanas el que se levantaba de la mesa era el que perdía, ahora parece que quien pierde es quien firme el acta de defunción de la posibilidad de entendimiento.
El debate, inédito por múltiples razones, tuvo durante todo su desarrollo un cariz claramente electoral. “Esto es un debate de investidura. No un debate electoral”, clamó Iglesias desde la tribuna. Sánchez respondía intentando rehacer el dibujo de pinza PP/Podemos que el PSOE ha esbozado en las horas previas a la contienda parlamentaria. Frente a estas acusaciones, Iglesias acusó al PSOE de “capitular frente a la naranja mecánica”, en referencia a Ciudadanos y afirmó que “hoy podríamos tener un Gobierno si usted hubiera querido formarlo con nosotros”.
El candidato socialista ha vuelto a preguntarse por qué Podemos no acepta impulsar el cambio y aseguró que “la peor de las medidas de este acuerdo es mucho mejor que dejar a Rajoy como presidente del Gobierno”. A partir de este punto, el del PSOE enlazó uno tras otro los reproches de argumentario con los que pretende meter presión al partido de Iglesias: “Muchos de sus votantes no entienden por qué va a votar en contra del PSOE para que siga Rajoy en funciones”, “si hoy y el viernes vota con el señor Rajoy, se habrá convertido en lo mismo que venía usted a cambiar”, “puede que mis medidas no signifiquen asaltar el cielo pero con ellas le propongo que saquemos a España del infierno”.
En ningún momento consiguió Sánchez la más mínima empatía con el portavoz de Podemos. “Vamos a votar no a su investidura”, anunció Iglesias que calificó la sesión como “la primera entrega de una gran coalición”.
Rajoy, aislado
A Mariano Rajoy le correspondió el primer turno de intervención durante la sesión de este miércoles. El portavoz del PP asistió a toda la sesión en la incómoda posición de ser el presidente en funciones interpretando el papel de jefe de la oposición. En el PP no están acostumbrados al papel de actor secundario y hasta en tres ocasiones miembros del actual Gobierno en funciones obtuvieron la venia del presidente del Congreso para intervenir durante el debate en una discutible interpretación del reglamento (artículo 71.1) que permite el turno de palabra por alusiones. Lo hicieron los ministros de Interior, Exteriores y el propio Rajoy, para desesperación de Patxi López.
“Casi logra hacernos creer que el PP había perdido las elecciones y las había ganado un tal señor Cambio con usted a la cabeza”. Con este tipo de ironías y la utilización de palabras como “Rigodón”, “Florilogios” o “Fierabrás” se despachó Rajoy durante todo su turno de palabra. Su discurso tuvo como eje fundamental justificar las razones de su negativa al encargo del rey. “Le dije al rey que estaba claro que yo no podía porque usted no quería”, aseguró un Rajoy muy tenso a quien Sánchez recriminó: “Usted renunció a formar Gobierno. Ese es su mayor fracaso”.
El segundo eje de Rajoy se basó en los números que hacen inviable la presidencia que Sánchez anhela. “¿Hemos venido aquí a ratificar una mayoría o a incubarla?”, se preguntó el portavoz del PP, que dejó para la historia varias quejas que forman ya parte del diario de sesiones: “Está tomando el pelo de los españoles con este teatro”, “no sé bien a qué hemos venido”, “nos ha entretenido un mes para nada”, “si alguien piensa que mi grupo puede hacer el papel de comparsa, no vamos a rebajar nuestra dignidad hasta ese punto”.
Nada de lo dicho por el portavoz popular hace pensar que en sus planes exista apunte alguno que suponga una abstención que permita al líder del PSOE mudarse al Palacio de La Moncloa.
Albert Rivera y los nueve millones de votos
Albert Rivera pasó por el debate defendiendo su papel de hacedor de acuerdos. “Es tiempo de mojarse votando”, afirmó y pidió “respeto para un pacto que representa a nueve millones de españoles”. Al igual que Podemos, PSOE y Ciudadanos miden su legitimidad en número de votantes. Los artífices del pacto ya no dudan en usar la suma de sus votantes como el ticket que les ha permitido llegar a la investidura reclamando la presidencia.
Rivera también tuvo su momento para Pablo Iglesias en un debate que, por momentos, ha sido un todos contra todos. Citando a Churchill y en referencia al líder de Podemos, afirmó que “hay hombres que prefieren ser importantes antes que útiles”.
En un constante llamamiento al acuerdo, Rivera sentenció: “Lo cómodo es votar no. Lo difícil es bajarse a la arena”.