La sangría autoinflingida en el PSOE está sembrando de miedo a la formación que ahora lidera el presidente asturiano, Javier Fernández. “Ojala podamos abstenernos”, asegura un dirigente socialista, miembro del Comité Federal que ese sábado descabezó a Pedro Sánchez como líder del partido.
La posición negociadora del PSOE es prácticamente inexistente ante un Rajoy con una carta de fuerza: las terceras elecciones. El escenario de volver a enfrentar las urnas es el que más asusta en un partido que se sabe condenado a un castigo electoral por la considerable parte de votantes que apostaban por el no a Rajoy y por Pedro Sánchez.
En Génova no son ajenos a la posición de fuerza en la que ahora se encuentran. A nadie en el arco parlamentario le beneficia en este momento volver a mirar a los votantes cara a cara. En ese escenario, solo Rajoy puede salir beneficiado.
El diario El Mundo cuenta este domingo que los populares van a exigir al PSOE “garantías de gobernabilidad”. En realidad, Rajoy puede pedir casi lo que quiera. La advertencia popular tiene una traducción sencilla en lenguaje callejero: o nos dais un Gobierno tranquilo o preparaos para la derrota final.
De ahí la frase sobre el deseo y la abstención. Con la puerta cerrada a cualquier acuerdo para buscar un ejecutivo alternativo al de Rajoy, el nuevo poder en Ferraz ha conseguido la cabeza de Sánchez pero se ha dejado en el intento cualquier salida viable tras el funeral.
Rajoy es quien manda. De él depende pedirle al rey un nuevo intento para ser investido. No hacer nada puede volver a ser una jugada maestra para el líder conservador. El PSOE espera, mientras desea una oportunidad para abstenerse.
El histórico socialista Javier Solana advertía tanto ayer como el pasado miércoles desde Twitter sobre el futuro que le espera al PSOE: “Cuando se tome conciencia del destrozo, todos preferirán 85 diputados”.