El PSOE se enfrenta a un futuro incierto por la dificultad de predecir el desenlace. Susana Díaz y Pedro Sánchez se dan por vencedores de las primarias, pero la realidad es que solo puede quedar uno este domingo. El resultado será muy ajustado, según reconocen en el partido desde que la recogida de avales demostró la proximidad entre los dos aspirantes a la secretaría general. Patxi López da por segura su derrota, pero aspira a tener un peso clave en la integración posterior. El ganador tendrá que gestionar un difícil día después: un partido absolutamente dividido y con una gran crisis interna.
Los 187.949 afiliados socialistas –en los que se incluyen los militantes del PSC y de las organizaciones juveniles de las dos formaciones– votan en un ambiente tenso e incluso crispado en el que no han faltado las palabras gruesas entre las candidaturas. La presidenta andaluza y el exsecretario general no esconden que el PSOE se debate en este proceso entre dos modelos diferentes. Algunos socialistas definen el momento que atraviesa el partido como el 15-M interno.
Díaz aboga por recuperar el partido “de siempre” que sea “reconocible” mientras que Sánchez cree que están “a las puertas de un nuevo PSOE” y echa en cara a sus rivales la abstención que permitió a Mariano Rajoy seguir en Moncloa. Díaz mantiene que no hay una mayoría alternativa, y culpa de esa situación al exlíder socialista por haber tocado fondo electoral debido a sus “bandazos”. El exlehendakari defiende su voto en blanco por haber sido una decisión colegiada del PSOE, lo que denomina “cultura de partido”. Sin embargo, su tercera vía encaminada a frenar el “choque de trenes” ha quedado desdibujada.
Los militantes tendrán la última palabra: dar el poder a Díaz, que cuenta con el respaldo de buena parte de los pesos pesados socialistas, o que Sánchez recupere el control del PSOE tras su convulsa salida en Ferraz. De esa decisión depende el futuro del partido centenario, que para Díaz se juega “su ser o no ser” y para Sánchez, seguir siendo la referencia de la izquierda.
El nerviosismo se ha apoderado de la candidatura de Díaz en la recta final de la batalla. La que fue una demostración de fuerza de la andaluza con 60.231 avales quedó empañada por la sorpresa de Sánchez, que recabó 53.692 firmas. La escasa distancia entre los dos hizo sonar todas las alarmas en el 'susanismo'. Por primera vez, muchos de los que la apoyan se dieron cuenta de que la amenaza de una derrota es real.
“A Susana antes no le valía con cualquier resultado, ahora se conforma con ganar por un voto”, reconoce un diputado andaluz. Ahora en el 'susanismo' admiten que erraron en la estrategia, que no hicieron frente al discurso de Sánchez y que han permitido su crecimiento. “Nosotros hicimos un personaje y ellos le han hecho un líder”, expresa una de las personas que trabajó con Sánchez en Ferraz.
Susana Díaz lo fía todo a Andalucía
Sánchez logró cifras de avales que eran impensables antes en determinadas estructuras territoriales. Venció en Asturias o Comunidad Valenciana, federaciones lideradas por presidentes que se han posicionado con Díaz. Los partidarios de la presidenta andaluza se pusieron las pilas a partir de entonces. Están convencidos de que la posibilidad de que Sánchez venza ha movilizado a los suyos.
Los 'susanistas' lo fían todo a Andalucía, donde esperan aumentar la ventaja y que eso sirva de colchón para los territorios en los que Sánchez pueda sacarle distancia, como Cataluña. También esperan mejorar allí los resultados respecto a las firmas –ven más fácil conseguir votos que avales con los que “te extraditan por apoyar a Díaz”, ironiza un destacado dirigente de su equipo–, así como en Castilla y León, Castilla-La Mancha y Extremadura. Lo que ven más complicado es dar la vuelta en Asturias –“Pedro tiene el apoyo del verdadero aparato, que es el SOMA”, dicen los de Díaz– o en Canarias.
El exsecretario general cree que los de Díaz no saben hacer los cálculos porque no se han dado cuenta de lo que hay en las bases, según explica. En su equipo dan por hecho que ganará en todas las federaciones, excepto Euskadi y Andalucía, aunque cree que en esas dos comunidades el resultado sea mejor del que vaticinan sus rivales. En la federación de Díaz, el resultado revelará la masa crítica.
Pedro Sánchez confía en la 'militancia dormida'
El voto útil ha jugado en contra de Patxi López, que incluso puede tener peor resultado en País Vasco por la cercanía a Sánchez frente a Díaz, según admiten fuentes socialistas. En la última semana, el exlehendakari ha sufrido el varapalo del abandono de la presidenta balear, Francina Armengol, que anunció su apoyo a Sánchez tras haber sido una de las principales promotoras de su candidatura.
Tras los avales, en el entorno de López daban por hecho que la victoria sería para Sánchez, pero en la recta final y tras el debate han cambiado de opinión por “los errores de Sánchez”. Creen que Díaz conseguirá votos de quienes no estaban muy convencidos pero que la prefieren ante la posibilidad de que su rival vuelva a Ferraz: “Han puesto a los aparatos al 120%”.
En el PSOE dan por hecho que la participación será récord. Aproximadamente un 70% de los militantes participó en la recogida de avales, un porcentaje similar al total de votos de las primarias de hace tres años, cuando Sánchez se enfrentó a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias.
¿A quién beneficia la alta participación?
Sánchez está convencido de que juega a su favor porque ha conseguido 'despertar a la militancia'. En su candidatura creen que movilizan a quienes no suelen participar en los procesos internos del PSOE. Además, los 'sanchistas' creen que tienen más voto oculto que su rival –por las presiones que dicen ejercen los 'aparatos'– y que se beneficiarán del voto secreto.
Con los datos de los avales sobre la mano, en el PSOE andaluz confía en que un 80% de participación beneficie a Díaz porque se mantendría la diferencia conseguida con los avales y que la presidenta andaluza logre movilizar a los socialistas que no pensaban votar, pero que lo hagan por evitar el 'mal mayor' que, a su juicio, representa Sánchez. No obstante, otros miembros de su equipo creen que, si se supera ese porcentaje de participación, Sánchez tiene más posibilidades de vencer.
Las primarias de este domingo pondrán fin a la incógnita de quién se hace con las riendas del PSOE, pero no será la última batalla. Al vencedor, que sacará una escasa ventaja a su oponente, le tocará la difícil tarea de gestionar el día después. La victoria de Díaz permitiría una transición más ordenada: tiene a las federaciones de más peso de su parte y capacidad para integrar a López. Además, cuenta con el respaldo mayoritario en los grupos parlamentarios.
Sánchez plantearía la integración de los suyos, pero descarta formar parte de cualquier órgano de dirección en caso de salir derrotado. Además, algunos de sus rivales creen que su victoria provocaría una espantada de parte de la militancia más enfurecida.
El día después
Sánchez lo tendría más complicado. Tiene enfrente a los principales barones socialistas. Tendrá que negociar a cara de perro la composición de la Ejecutiva y del Comité Federal –órganos en los que estuvo en minoría al final de su etapa en Ferraz y que forzaron su salida– para que salgan aprobadas en el Congreso de junio. Los grupos parlamentarios le son hostiles, aunque en su equipo no dudan de que muchos no tardarán en darse la vuelta. La estructura de la dirección parlamentaria la votan los 84 diputados socialistas por lo que fuentes socialistas apuntan que podrían tumbar la propuesta que haga.
En el equipo de Sánchez reconocen que tendrán que trabajar para acercarse a los presidentes autonómicos, con los que la relación está completamente rota desde antes de su caída en octubre. No obstante, consideran que serán los barones los que tengan que emplearse más a fondo para trazar lazos de nuevo.
Los dirigentes territoriales temen que una victoria de Sánchez ponga en riesgo sus liderazgos –pese a tener el gobierno de las comunidades– en los próximos congresos regionales que se celebrarán mayoritariamente en julio. Sus partidarios no han descartado que se plante batalla, aunque en los últimos días Sánchez ha tratado de rebajar esa tensión.
Otro de los retos a los que se tendrá que enfrentar el exsecretario general si recupera su despacho en la cuarta planta de Ferraz es el de mantener el apoyo de una militancia a la que ha arengado contra las estructuras tradicionales del partido. “Será difícil. Habrá que administrar la corriente de ilusión para que la gente no se defraude”, expresan en el entorno del exsecretario general.