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El reparto de puestos en el Congreso enfrenta a PP y Vox y agrieta sus pactos de gobierno
La sesión de constitución de las Cortes Generales ha sido la primera oportunidad para tomar la temperatura a la legislatura. Siempre lo es. Hace casi cuatro años, tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015, anticipó el desencuentro entre PSOE y Unidas Podemos al apoyarse los socialistas en Ciudadanos y PP para hacer presidente del Congreso a Patxi López. Esa maniobra molestó profundamente a los de Pablo Iglesias, que aspiraban a tener cuatro puestos en la Mesa para Podemos y las confluencias, algo que la entente de esos tres partidos impidió. Unos meses después Pedro Sánchez se sometía a la investidura con el apoyo de Albert Rivera y fracasó. Ahora, el escenario es completamente distinto: PSOE y Unidas Podemos están embarcados en una negociación para un Gobierno de coalición. En el momento en el que probablemente hay una mejor relación entre ambas formaciones tras años de desconfianza mutua, ven en el acuerdo para la Mesa del Congreso un buen síntoma para la legislatura.
Los de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han logrado sumar un total de 194 diputados de distintos signos –incluidas las fuerzas independentistas– para cercar a Vox en el órgano que se encarga de pilotar la actividad parlamentaria. Ese entendimiento ha servido para conseguir un puesto más para Unidas Podemos de los previstos inicialmente. Así, Meritxell Batet preside el Congreso y el PSOE cuenta con la vicepresidencia primera y la secretaría segunda; Unidas Podemos tiene una vicepresidencia y dos secretarías; mientras que el PP se queda con dos puestos y Vox obtiene una vicepresidencia. El bloque de izquierdas ha preferido no jugársela en esa primera votación por desconocimiento de lo que iba a hacer el bloque conservador, según fuentes socialistas, y también por el temor del PSOE a quedar desbancado de la primera vicepresidencia.
Ese acuerdo, que ha requerido de la coordinación de los grupos parlamentarios implicados, ha sido la primera victoria de PSOE y Unidas Podemos en el Congreso con la connivencia de muchas de las formaciones de las que depende la investidura de Sánchez y, por tanto, el Gobierno de coalición. Se ha producido unas horas antes de que los equipos negociadores de PSOE y ERC volvieran a sentarse en el marco de las conversaciones para intentar que el grupo que lidera Gabriel Rufián pase del 'no' a la abstención que facilitaría la gobernabilidad. Tanto los de Sánchez como los de Iglesias creen que la jornada de constitución del Congreso es un paso en la buena dirección.
“Es una buena señal”, señalan fuentes socialistas, que aseguran que la negociación con ERC “se está encauzando”. A pesar de que Sánchez hace llamamientos a PP y Ciudadanos para que permitan su investidura y que la situación no quede en manos de los independentistas, en el PSOE no lo ven viable. “Asumimos que no queda otra”, señalan en el partido sobre la necesidad de los republicanos catalanes.
El PSOE también se ha resignado a que la formación de Gobierno se dilate más de lo que en un principio habían pensado: la semana del 16 de diciembre. Así, Sánchez admitió que la sesión de investidura puede retrasarse al mes de enero. ERC no tiene prisa y su calendario interno complica que facilite la gobernabilidad en las próximas semanas. “La cosa va bien, aunque cada partido tiene su liturgia”, admiten fuentes del PSOE sobre las necesidades temporales de los republicanos.
“No es mal comienzo”, apuntan desde la dirección de Unidas Podemos. En el grupo confederal la sensación tras la sesión de este martes es positiva. No solo porque han logrado su mayor representación en la Mesa del Congreso pese a haber obtenido su peor resultado en las urnas, con lo que eso supone de recursos humanos y económicos. Haber dejado fuera de la Mesa a Ciudadanos y haber arrebatado un puesto a Vox, con el consiguiente enfrentamiento generado entre los partidos de la derecha, es otro motivo de alegría.
Hasta el martes por la mañana todo el mundo pensaba que el reparto de la Mesa del Congreso depararía tres puestos para el PSOE y dos para Unidas Podemos. Suficiente para controlar la mayoría del órgano de gobierno de la Cámara Baja. Pero también daba al PP, Vox y Ciudadanos la opción de juntar sus votos y repartirlos, de tal manera que se garantizaban cuatro puestos y que todos tuvieran al menos uno. Sin embargo, Vox no estaba dispuesto a permitir que Ciudadanos, partido al que quintuplica en representación, estuviera a su mismo nivel. Pensaban, según sus cuentas, que con sus 52 votos lograrían los dos representantes que les correspondían sin tener en cuenta las alianzas parlamentarias.
Y se equivocaban. Al desdeñar el apoyo del PP, que sí le prestó parte de sus votos a Ciudadanos en la ronda de votaciones para las Secretarías, el partido de extrema derecha contaba solo con sus 52. Así quedó en evidencia en la primera ronda de votaciones para elegir las cuatro Vicepresidencias. Con la Vicepresidencia Primera atada para el PSOE, lo que garantiza a los socialistas dirigir casi el 100% de los debates que se produzcan, se pudo activar el plan B: dejar a Ciudadanos fuera y quitar uno a Vox.
Para que la jugada saliera, explican desde Unidas Podemos, ha sido necesaria la participación de la mayoría de los grupos del Parlamento. Incluidos todos los del Mixto, con excepción de Navarra Suma, la coalición formada por UPN, PP y Ciudadanos. Es un ejemplo, sostienen, de que solo aunando esfuerzos diversos se puede hacer frente a las tres derechas.
Además de los votos propios, la opción de que el diputado murciano Javier Sánchez Serna entrara con una segunda Secretaría a costa de Vox y de Ciudadanos exigía del concurso de muchos grupos, que han votado bien a la candidata del PSOE bien a uno de los dos de Unidas Podemos. En la jugada han estado los diputados de ERC; del PNV; de Junts per Cat; de EH Bildu; de Más País; de Coalición Canaria y Nueva Canarias; de la CUP; del PRC; y de Teruel Existe.
En este listado hay partidos que difícilmente apoyarán una investidura de Pedro Sánchez. Es el caso de JxC y de la CUP, por ejemplo. Pero sí permite, según señalan desde el PSOE y desde Unidas Podemos, visibilizar los apoyos con los que puede contar el hipotético Gobierno de coalición a lo largo de la legislatura.
Desde En Comú Podem, además, añaden otro elemento positivo de la sesión. “Ha servido para que los otros partidos catalanes vean lo que puede ser una derecha consolidada”, sostienen desde la dirección de la confluencia catalana. Tras el acatamiento de la Constitución por parte de los diputados, los líderes de PP, Vox y Ciudadanos pidieron la palabra para reclamar a la recién elegida presidenta del Congreso que impugnara las fórmulas utilizadas por los representantes de los partidos independentistas, muchas de ellas en catalán o euskera o con apelaciones a la situación de los políticos presos. Batet rechazó la petición. Pero en la confluencia catalana se preguntan qué pasaría si los equilibrios en la Mesa fueran otros y la presencia de Vox fuera algo más que testimonial.
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