Rajoy reaparece en la semana grande de Casado y pide que huya de “eslóganes, dogmatismo, demagogia y sectarismo”

Aitor Riveiro

27 de septiembre de 2021 13:46 h

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“Tuvimos que nacionalizar la banca para evitar la quiebra del país”. “Subimos impuestos a los 10 días de llegar al Gobierno aunque dijimos que los íbamos a bajar”. “No estábamos allí para hacer ideología, sino para resolver una crisis. Hágase lo que se deba de hacer”. “Hay que olvidarse de los eslóganes, del dogmatismo, de la demagogia y del sectarismo. Con eso no se sale de la crisis de ninguna manera”. Con estas cuatro píldoras ha marcado el camino Mariano Rajoy a Pablo Casado en la inauguración de la convención política del PP que culminará el próximo domingo en Valencia. El expresidente del Gobierno ha aprovechado su intervención para defender su legado, justificarse en la UE sobre las decisiones más duras que tomó su Ejecutivo, arremeter contra el multipartidismo y explicar que “los populismos” son consecuencia directa de cuatro elementos: las “identidades amenazadas”, la “corrupción”, la “inmigración” y “las crisis económicas”.

Casado ha lanzado este lunes su semana grande, la que tiene que servir al líder del PP, según su diseño, para consolidarse como alternativa de Gobierno tres años después de alcanzar la jefatura de su partido. Una convención que pese a la intención inicial declarada, no ha logrado abrirse “a la izquierda” y que está sustentada, sobre todo, en la presencia de líderes y exlíderes del PP, de los partidos hermanos europeos y de intelectuales afines ideológicamente.

La convención ha venido precedida además de una bronca interna protagonizada por la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y en la que Casado ha logrado imponer su voluntad, al menos de momento. Una guerra que contiene trazas muy añejas de lo que ha sido el PP en las últimas décadas, y que Rajoy sufrió en sus propias carnes en términos no muy diferentes. Quizá por eso, y por el propio estilo político que ha fraguado en sus casi cuatro décadas en la institución, el exlíder del partido ha preferido pasar de puntillas por este conflicto y centrarse en algo que iguala a todos los políticos cuando dejan la primera línea: reivindicar su legado.

“Se ha suspendido el pacto de estabilidad. Hay políticas expansivas y el Gobierno puede gastar. Hay fondos europeos, cuando en nuestra época los fondos europeos eran cero. El BCE compra deuda de los estados y no hay problemas de primas de riesgo. En aquella época no hizo lo que tenía que hacer. La diferencia es abismal. La situación de hoy hace más fácil la salida de la crisis”, ha disparado, con cierto resentimiento y escondiendo que su Ejecutivo pidió un rescate a la UE de 100.000 millones para salvar a la banca.

Rajoy sí ha reconocido esa operación de intervención en el sistema financiero, aunque sin relacionarlo con la UE. De hecho, lo ha hecho para decir una frase que, en boca de otro dirigente o exdirigente de otras coordenadas ideológicas, coparían horas de tertulias e informativos: “Nosotros tuvimos que nacionalizar la banca para evitar la quiebra del país”. La confesión no venía sola. “Subimos los impuestos a los 10 días de llegar al Gobierno, cuando dijimos que los íbamos a bajar”.

Quien sí ha utilizado la palabra que durante tanto años estuvo proscrita ha sido Pablo Casado, para decir en la presentación del coloquio que Rajoy “ganó con mayoría absoluta con un mandato clarísimo, evitar el rescate en el que nos había dejado la izquierda”. Tardó apenas seis meses en pedirlo.

El expresidente se ha justificado en que su Gobierno “no estaba allí para hacer ideología”, sino “para resolver una crisis”. “Hágase lo que se deba de hacer y no hagan demagogia”, ha reclamado Rajoy, que ha dejado varios mensajes durante su intervención sin un destinatario claro, como suele ser habitual en él. Otra: “Hay que olvidarse de los eslóganes, del dogmatismo, de la demagogia y del sectarismo. Con eso no se sale de la crisis de ninguna manera”.

Contra los “populismos” y el “multipartidismo”

Esas crisis económicas son, según ha explicado Rajoy, uno de los gérmenes del “nacimiento de partidos populistas o de partidos contagiados” de populismo. Algo de lo que, ha dicho, España tiene “experiencia”. Otra vez sin señalar a nadie, sin dar muchas pistas de a quién se refiere quizá para que muchos se den por aludidos. De hecho, ha desgranado la que, según su opinión, es la receta para que surjan esas opciones “populistas”, como una vez se definió a sí misma la Alianza Popular de Manuel Fraga que luego se convirtió en el PP. A las crisis económicas se suman “las identidades amenazadas, la corrupción de los gobiernos y la inmigración (”en Europa hemos visto partidos que han surgido por una inmigración en su opinión exagerada“.

Atajar las crisis económicas, ha concluido, permite “evitar las tentaciones populistas, el multipartidismo y los gobiernos inestables”. De nuevo, Rajoy ha evitado citar si está pensando en lo que ocurre a la izquierda, a la derecha o a ambos lados. Incluso dentro de él.

Rajoy ha contrapuesto los conceptos de democracia y populismos, como si fueran antónimos, y ha apuntado algunos otros ingredientes de la receta que genera estos movimientos tan perniciosos, en su opinión. “La dificultad para encontrar trabajo, los sueldos bajos, los servicios públicos que no funcionan, la pobreza, ... Todo eso genera la tentación de dar apoyo a partidos que creen que lo van a arreglar todo en un cuarto de hora”, ha sostenido.

Mariano Rajoy, con la idea siempre de justificar lo que hizo, cómo lo hizo y los resultados que obtuvo, ha apuntado que la crisis de entonces estaba originada en “desequilibrios” económicos. “Ahora hubo que paralizar la economía para salvar la salud”, ha aseverado. Sin dudas ni “peros”. Sin poner ambos asuntos al mismo nivel. “Paralizar la economía para salvar la salud”, ha dicho. En mayo de 2020, Casado espetó a Pedro Sánchez durante una sesión de control al Gobierno: “La economía puede causar más estragos a la salud que el propio virus”.

Como hubo que parar la economía para salvar la salud, según Rajoy, lo demás que ocurrió era más previsible: “Así, toda la actividad no esencial fue suprimida. España es un país de servicios, con mucho turismo y empresas de tamaño medio. Y eso dio lugar a que la crisis nos diera con más fuerza que a otros”. El expresidente ha defendido otros elementos de la gestión de la crisis del Gobierno de coalición, como las “ayudas ICO”, tan criticadas por Casado y los suyos, o los ERTE, aunque en este caso para decir que fue él quien los legisló. Rajoy ha denunciado la “falta de ayudas directas a empresas” que sí ha habido en otro país, un mensaje más dirigido a la parte ortodoxa del Gobierno que encabeza Nadia Calviño.

Sobre la vicepresidenta económica ha hablado Casado. “El legado que va a recibir el PP cuando lleguemos al Gobierno será muy distinto” al que, ha dicho, recibió el PSOE de la mano de Rajoy. “España es el país más afectado por la crisis del Covid. Seremos el país de la UE que más tarde en recuperarse”, ha vaticinado.

Frente a lo defendido por Rajoy, Casado ha considerado que España es de los “países que peor lo han hecho, que más tarde emprendieron las medidas y más abruptamente las aplicó”, y que “se levantaron en un momento en el que se buscaba un rédito electoral y dejar la responsabilidad a otras administraciones”.

Casado ha hablado de un “déjà vu” ante el hecho de que “Calviño mienta sorbe las previsiones del INE” que “ella conocía”. “Recuerda a Solbes, tendrá que abandonar del Gobierno antes de que termine con su reputación, o la que le quede”, ha zanjado.