Rajoy retrasa a 2014 su promesa de bajar los impuestos

El arranque del curso político de Mariano Rajoy ha tenido el mismo lema que las medallas que se intercambian algunos enamorados el día de San Valentín: “Más que ayer y menos que mañana”. El presidente del Gobierno, en su tradicional discurso desde el castillo de Soutomaior (Pontevedra), ha asegurado que la situación del país es “mejor que hace un año” y que en el próximo “las cosas estarán aún mucho mejor” de lo que lo están hoy. La prueba irrefutable es que dentro de 12 meses volverá al mismo lugar para anunciar la prometida bajada de impuestos que no está previsto que se ponga en práctica hasta un año más tarde, en 2015.

Sin ninguna alusión directa al principal problema interno del partido, Luis Bárcenas y la financiación ilegal del PP, más allá de que “nada ni nadie nos va a distraer”, el jefe del Ejecutivo ha dedicado todas sus esfuerzos a trasladar la idea de que él hace los deberes y que ya hay signos económicos que lo prueban. La reducción del déficit, la contención de la prima de riesgo, la balanza comercial y la mayor caída del paro son los signos que le han permitido decir: “Ya hay resultados. En sólo 12 meses. No tenemos las manos vacías”. Además, ha repetido hasta la saciedad que ya “nadie habla del rescate ni del peligro del euro ni de la crisis del proyecto europeo”.

Todo el discurso ha estado salpicado de frases y expresiones para transmitir la imagen de que es un hombre de palabra que sabe lo que hace para sacar a España de la crisis. “Nada ni nadie nos va a distraer del objetivo”, “no voy a cambiar el rumbo fijado”, “ha sido duro pero cumplo con mi deber” han sido algunas de ellas. Ni una palabra sobre los cambios de opinión o sobre las promesas incumplidas en cuanto a recortes o subidas de impuestos. El presidente ha intentado hacer equilibrios para presumir de la menor destrucción de empleo, pero sin caer demasiado en la autocomplacencia. “Es la mayor caída de paro desde que empezó la crisis aunque es verdad que falta muchísimo”, ha admitido.

La oposición que lidera Alfredo Pérez Rubalcaba se ha llevado los ataques habituales. La inevitable referencia a la herencia recibida ha llegado a los pocos minutos de empezar a hablar, cuando ha proclamado que el gran objetivo que se marcó al empezar a gobernar fue “superar la situación en la que nos dejaron los socialistas”. Después de destacar sus logros, una nueva invectiva: “La oposición no ha colaborado en nada”. Da igual, ha venido a decir, porque para eso tiene una mayoría absoluta que le permite gobernar sin tener que negociar.

Rajoy también ha querido destacar que se siente “muy orgulloso de todos los miembros del Gobierno” como respuesta a los rumores que apuntan a una remodelación del gabinete. Su número dos, Soraya Sáenz de Santamaría, también la descartó durante la rueda de prensa del último Consejo de Ministros al afirmar que el Gobierno “no está en eso sino en aprobar leyes”.