Raúl Camargo: “El Podemos del Gobierno con el PSOE no es el original, ha evolucionado hacia posiciones más moderadas”
Raúl Camargo (Madrid, 1978) atiende a eldiario.es por teléfono desde su casa, donde permanece confinado junto a su familia. La crisis sanitaria provocada por el coronavirus, advierte, traerá “agresiones” en forma de una profundización en las políticas neoliberales. La presencia de Podemos en el Gobierno de coalición, cree, no permitirá detener esta nueva oleada de recortes porque el timón lo tiene el PSOE y el partido que ayudaron a fundar hace ahora seis años se ha “subalternizado”. Precisamente, lo que dijeron que no harían, se lamenta. “No es el original”, dice.
Por eso Anticapitalistas ha decidido dar el paso de volver a su andadura en solitario. Llega el momento de “formar parte y contribuir junto con otros colectivos, movimientos sociales y plataformas diversas a que se vaya creando una ola de movilización frente a los recortes y la ofensiva neoliberal en ciernes que vamos a ver en muy poco tiempo”.
Camargo responde sobre los retos que afronta su organización, los planes para Andalucía y Madrid y cómo ve la situación de su ya expartido.
Seis años después de la fundación de Podemos, se van ustedes del partido. ¿Por qué?se van ustedes del partido
La decisión forma parte de un proceso de debate que se ha tenido durante muchos meses, prácticamente desde octubre, en los que hemos tenido en cuenta todo lo que ha ocurrido durante estos últimos años, con diferencias cada vez más importantes con la dirección de Podemos. Finalmente, pensamos que lo más honesto era plantear nuestra salida de una forma fraternal. Hemos intentado que esto se hiciera de forma abierta, comunicando a la dirección de Podemos la decisión. La hemos hecho pública ahora porque se va a celebrar la Asamblea Ciudadana de Podemos.
Hemos aprendido mucho en Podemos. Contribuimos a fundarlo y ha sido algo muy importante en la historia de nuestra corriente. Finalmente no salió como muchos pensábamos y consideramos que es mejor abandonarla, de forma fraternal y sin ocultar nada, ninguno de los motivos políticos y organizativos que nos llevaron a tomar la decisión. Y con la puerta abierta a colaboraciones en lo social, lo político y en todo lo que tenga que venir, con Podemos y con el resto de las izquierdas. No nos vamos autoafirmándonos, sino sabiendo que toca compartir muchas cosas en unos espacios. En otros, no, porque nosotros tenemos otra estrategia respecto a la relación con la izquierda socialiberal.
En la historia de Podemos quedará aquella reunión, cita o charla de amigos en su casa, con Miguel Urbán y Pablo Iglesias. Fue uno de los momentos fundacionales del partido. ¿Cómo recuerda aquel momento del otoño de 2013?
La recuerdo de forma agradable, con momentos de excitación porque teníamos algo gordo entre manos. Tengo un recuerdo agradable de aquellos momentos, aunque luego vinieron algunos muy duros también por las tensiones internas que hubo casi desde el primer minuto. Nosotros no nos arrepentimos por lo que hicimos y pensamos que en aquel momento había que hacerlo.
En el otoño de 2013, para nosotros, y entendíamos que también para Pablo Iglesias, era un punto fundamental no repetir los errores que estaba cometiendo Izquierda Unida, que en aquel momento formaba parte del Gobierno andaluz. Fue muy importante en la primera etapa de Podemos la afirmación de que este era un espacio que no iba a someterse ni al PP ni al PSOE y que, por tanto, se afirmaba como un espacio nuevo, novedoso, para aglutinar a las distintas fuerzas sociales y políticas de la izquierda que aspiraban a una transformación profunda de la sociedad.
En la primera rueda de prensa de Podemos, la fundacional, en el Teatro del Barrio, creo que estaba bastante claro. Luego la cosa ha ido evolucionando. Se plantearon debates y nosotros no los compartíamos. Pero en el impulso inicial de Podemos tenía mucha fuerza la idea de no ser subalternos del PP y del PSOE y que veníamos a construir algo radicalmente nuevo. Eso explica buena parte de nuestro alejamiento progresivo de las orientaciones de la dirección.
Podemos también se definió como una fuerza de gobierno, parafraseando a Pablo Iglesias, que venía a mancharse las manos y a gobernar, a surfear sus contradicciones, a entrar en las instituciones no para ser el pepito grillo, sino para gobernar.
Pero el objetivo inicial era superar a los partidos que ya estaban establecidos y no convertirnos, digamos, en la muleta de alguno de ellos. Siempre se decía que no estábamos satisfechos con los resultados, por ejemplo en las primeras europeas, porque nosotros aspirábamos a resultados que nos permitieran ser la fuerza que gobierne este país. Eso se pensó que iba a llegar más rápido. Y no iba a llegar tan rápido. Hacía falta una estrategia de construcción más lenta, de implantación social, de construcción de núcleos territoriales y sectoriales que estuvieran bien enraizados y de una cultura política fraternal que pensamos que en Podemos no se llevó a cabo. No sabemos cómo hubiera sido la historia si se hubieran aplicado nuestras tesis. Esa orientación se llevó durante el tiempo en el que Podemos obtuvo mejores resultados electorales. Luego vino el giro.
Nos parece que es lícito que crean que esa es la forma de poder avanzar. Nosotros pensamos que no y que en la historia hay muchos ejemplos de lo que le ha ocurrido a partidos que han hecho este tipo de apuestas. Tampoco creemos tener la razón absoluta, podemos equivocarnos, aunque tenemos un convencimiento firme de que por ahí no van los tiros.
¿Cree que Pablo Iglesias y la dirección de Podemos han traicionado los fundamentos originales de Podemos?
No usaría esas palabras. Pensamos que el Podemos actual no es el Podemos original. El Podemos del Gobierno con el PSOE no es el Podemos del manifiesto Mover Ficha, ha evolucionado hacia posiciones más moderadas que nosotros que no nos convencen, como no nos convencían las que tenía Izquierda Unida y por eso impulsamos el lanzamiento de Podemos. Había una demanda social y política de fuerzas que fueran diferentes a las que ya existían, que tenía un funcionamiento anquilosado o a las que cogobernaban con los partidos del régimen. Era uno de los lemas del 15M, “PSOE y PP, la misma mierda es”.
La evolución ha sido la clásica. Los partidos eurocomunistas de los años 70 y 80 ya transitaron esa vía y ahí están los resultados. Ahora se les reclama como los que hicieron la Constitución e introdujeron artículos sociales. Pero esos partidos pagaron un precio muy caro por esas políticas de colaboración con otras fuerzas. A algunos les parece que eso estuvo bien hecho y que ese es el referente. Yo creo que ese no era el referente. Nosotros no compartimos ese rumbo.
En el plano de la autocrítica, ¿qué no ha hecho Anticapitalistas dentro de Podemos? En las encuestas internas siempre sale la división interna como uno de los elementos de mayor distancia entre el electorado y el partido.
Aquí quizá hay un error de origen. Cuando se lanza Podemos, Anticapitalistas era la organización pilar sobre la que se lanzó, tanto a escala territorial como con la aportación de gente. Nos sumergimos y no dijimos que estábamos ahí y que éramos una de las fuerzas impulsoras. Frente a la figura de Pablo Iglesias, y de los que luego fue promocionando Pablo Iglesias, hizo que nuestra organización quedara como una especie de submarino que estaba dentro. Eso no era así. Anticapitalistas era parte fundante, absolutamente clave, igual que lo fue Pablo Iglesias. Al mismo nivel. Nuestro error fue no haber hecho eso explícito desde el primer día para que la gente viera que sin Anticapitalistas no hubiera salido Podemos. Eso nos sitúa como una especie de ente extraño, de cosa que estaba ahí como que se había adherido viendo el éxito de Podemos, cuando era completamente incierto. Estábamos desde el primer día, mucho antes de muchos de los que luego nos acusaban de esto.
Esto nos hizo aparecer en los debates previos a Vistalegre 1 y posteriormente como una especie de ente raro y extraño. Aquella clandestinidad obligada nos pasó factura. Y luego, en una estructura como la que se fue definiendo Podemos a partir de Vistalegre 1, una organización como la nuestra estaba en una situación bastante excéntrica. Apenas permitía corrientes, aunque existían algo más que corrientes como luego vimos. Ahí ya se determinó una situación muy difícil para una organización como la nuestra, que en ningún caso se iba a disolver. Nos transformamos en asociación, pero no teníamos ninguna intención de disolvernos.
También habremos hecho cosas, cosas mal. Hicimos un acuerdo, por ejemplo, para la Asamblea Ciudadana de la Comunidad de Madrid con el sector que era entonces de Pablo Iglesias, el de Ramón Espinar. El acuerdo duró menos que un caramelo a la puerta de un colegio. A los cinco meses, Pablo Iglesias decidió que Íñigo Errejón era el candidato pasando por encima de los resultados de aquella asamblea ciudadana en la que, con muchísimo esfuerzo por parte de Anticapitalistas, se había derrotado a las tesis de Errejón en Madrid, que hubieran arrasado. Debimos medir mejor las alianzas que hacíamos porque obviamente no nos duraron. Ese tipo de cosas nos pasaron factura también.
Antes de la fundación de Podemos, Anticapitalistas no tenía ni la presencia institucional ni mediática que ha tenido. Pese a todos estos problemas que recuerda, ¿no temen que eso se pierda en la nueva etapa?
Es una posibilidad. Pero no lanzamos Podemos para tener cargos, sino para que hubiera una fuerza política que impugnara los aspectos más sangrantes de este sistema. Cuando lo lanzamos decíamos que ojalá saliera un eurodiputado, que iba a ser sólo Pablo Iglesias. Nos dábamos con un canto en los dientes. A pesar de todas las dificultades que vivieron, como prohibir la doble militancia y las maniobras para que no tuviéramos un solo cargo, ni interno ni público, pudimos acceder a algunos. Es verdad que nos ha dado relevancia, pero nosotros somos una organización que está más allá de tener un cargo público o no tenerlo. Tenerlo es útil y vamos a intentar tenerlo en el futuro. Pero no creemos que sea lo fundamental ahora.
Lo fundamental para nosotros es que se conforme un bloque social muy amplio ante lo que va a venir, ante lo que tenemos por delante. Ya en los textos de nuestra conferencia, que todavía no hemos hecho y que la tenemos que hacer, hablábamos de la posibilidad de que hubiera algún tipo de estallido en la situación económica que estábamos. Pero no preveíamos que podía ser ya y de la forma en la que se ha producido y con las consecuencias que va a tener. Esto va a ser salvaje. En ese contexto, lo más importante va a ser la articulación de un bloque social plural para responder a las agresiones que sin duda va a haber. En ese marco, ya veremos dónde queda la cuestión electoral en los próximos años. A corto plazo no tenemos previsto hacer ningún tipo de operación en ese sentido, sino centrarnos en la construcción de esta dimensión social frente a las agresiones que estamos convencidos van llegar en muy poco tiempo.
Antes esas agresiones que dice que llegarán, ¿fuera de Podemos podrán incidir para cambiar las condiciones materiales de vida de la gente?
Sí, ¿por qué no? Obviamente no va a depender solo de nosotros. Lo tenemos muy claro. Únicamente con la voluntad, la orientación y las decisiones que tome Anticapitalista no se va a conseguir. Pero si Anticapitalista forma parte y contribuye junto con otros colectivos, movimientos sociales y plataformas diversas a que se vaya creando una ola de movilización frente a los recortes y la ofensiva neoliberal en ciernes que vamos a ver en muy poco tiempo, pues creemos que eso puede tener influencia más allá de lo que decida Podemos. Un Podemos que forma parte de un Gobierno con el PSOE, o sea que tampoco tiene la manos libres para hacer lo que quieran. Tienen que someterse, digamos, a las orientaciones que va fijando un Gobierno en el que son una parte muy minoritaria.
Más allá de lo que pueda hacer el Podemos de las circunstancias actuales, creemos que con el margen de maniobra que tenemos y con nuestras relaciones con distintos colectivos tenemos posibilidades también. Desde la modestia. Somos una organización pequeña, no aspiramos a ser hegemónicos en el campo de la izquierda a corto plazo y creemos que hay que tener colaboración y mano tendida con muchas organizaciones, colectivos y partidos de la izquierda.
Hablaba antes de la subalternidad de Podemos al PSOE y que una de las ideas era no repetir los errores de Izquierda Unida en el Gobierno andaluz, no someterse al bipartidismo. ¿Cree que la gestión de esta crisis sanitaria, económica y social sería la misma con un gobierno del PSOE y de Ciudadanos, por ejemplo, o con un Gobierno en el que estuviera el PP?
Si fuera un Gobierno del PSOE y de Ciudadanos la cosa sería peor. Habrían adoptado medidas más liberales sin lugar a dudas. Si hubiera un Gobierno del PSOE en solitario, con una fuerza como Podemos presionando y sin tener que comerse ningún sapo porque están desde fuera, a lo mejor hubiera sido mejor. Porque el PSOE necesitaría esos votos sí o sí o perdería todas las votaciones. No son votos que están garantizados por formar parte del Consejo de Ministros, sino que tienes que negociar votación a votación y medida a medida. Podemos logró una subida del salario mínimo multiplicada por tres fuera del Gobierno. No veo por qué no hubiera podido conseguir lo mismo en esta situación
Ya ha comentado hacia dónde debe ir Anticapitalistas en la nueva etapa, pero hay un lugar en el que su presencia es más destacada que es Andalucía, donde la figura de Teresa Rodríguez y de José María González tienen mucha presencia. ¿Qué plan tienen para Andalucía? ¿Apostar por Adelante Andalucía como sujeto propio? ¿Llegar a competir con Podemos en las elecciones autonómicas y municipales?
Ayer [por el miércoles]se hizo público que Anticapitalistas Andalucía ha pasado a formar parte como la quinta organización en Adelante Andalucía, en pie de igualdad con las otras cuatro que estaban allí. El camino en Andalucía que están determinando los compañeros y compañeras tiene por objetivo la construcción de Adelante Andalucía como sujeto plural y, esto es importante, de obediencia andaluza. Las decisiones que tienen que ver con Andalucía se deciden en Andalucía.
Adelante Andalucía ya fue la candidatura en la mayoría de las ciudades y en las elecciones autonómicas. Y la orientación de Anticapitalistas Andalucía va a ser la construcción y el desarrollo de Adelante como un marco plural y abierto. En los acuerdos fundacionales, los que están firmados, se establecía que Adelante no formaría parte de gobiernos con el PSOE. Ni a escala andaluza, autonómica, ni a escala municipal. Eso está firmado por Izquierda Unida y por Podemos.
Otro de los lugares donde más se presencia han tenido en Podemos y donde usted ha ejercido su labor principalmente, es en Madrid. ¿Hacia dónde irá Anticapitalistas? Por ejemplo, ¿van a mantener el proyecto Madrid en Pie? ¿Van a mantener las actuales alianzas?
La situación de la izquierda madrileña no es precisamente para tirar cohetes. Hace falta crítica y autocrítica. Ver a Isabel Díaz Ayuso como presidenta de la Comunidad, las barbaridades que dice y hace cada día, es un recordatorio de la incapacidad que tuvimos para poder desalojarla. Pese a todos los casos de corrupción que había tenido en la anterior legislatura. Hay un debate pendiente que nos debemos entre todas y todos los componentes de la izquierda madrileña. Es obvio que esta situación es muy lamentable. En Anticapitalistas en Madrid estamos en un debate sobre hacia dónde tenemos que dirigir la organización. Queremos impulsar frentes sociales muy amplios, que pueden responder ahora mismo a las políticas más salvajes de Ayuso y de Almeida.
Creemos que hay que hacerle oposición a Almeida, esto de considerarle una especie de benefactor no nos parece que sea algo de recibo en este momento. Los Servicios Sociales del Ayuntamiento están cerrados y hay unas colas enormes en los comedores sociales que están montando colectivos sociales. Eso merece que se le haga oposición desde el minuto uno. Cuando el hambre vuelve a los barrios populares de Madrid no se puede decir que el alcalde lo está haciendo bien. ¿Y en el caso de la Comunidad? Impulsar alianzas sociales amplias para responder a las políticas que van a suponer una nueva vuelta de tuerca para las clases trabajadoras.
En cuanto a lo de Madrid en Pie, está en stand by. No ha vuelto a ver reuniones ni a tener vida propia. Evaluaremos la situación una vez que vuelva, no sé si la nueva normalidad o cómo llamar a lo que va a venir. No sé si va a ser nueva ni normal. Sí creemos que hace falta algo que no puede ser lo mismo. Hay rumores de que Ayuso podría adelantar las elecciones. Si eso ocurre habrá que debatir qué va a hacer la izquierda madrileña ante ese desafío
Hay muchas incógnitas y requiere sentarse a hablarlo de forma pausada para reconstruir una especie de bloque social que se oponga a esta derecha neoliberal sin complejos que tenemos en la Comunidad de Madrid. Da un poco de vergüenza ver cómo un partido corrupto hasta la médula como el PP ha podido mantener el Gobierno durante tanto tiempo sin que ninguno de los escándalos le haya hecho perder el Ejecutivo. Tiene que ver la incapacidad de la izquierda al plantear alternativas sólidas a este modelo salvaje de la derecha.
En la pasada legislatura usted fue diputado regional de Podemos en la Asamblea de Madrid y llevó y denunció allí un problema que hoy, por desgracia, ocupa las portadas de los periódicos al haberse convertido en una de las grandes preocupaciones de la pandemia: la situación de la residencia de mayores en la región. Consiguieron proyectar las reclamaciones de las trabajadoras y mejorar las condiciones de algunas de las residencias. Toda esa labor que hizo, ¿se perderá ahora? ¿Podrán repetirlo?
Se puede hacer. Y se está intentando. Ahí está la Marea Residencias que está haciendo muchas cosas. Ya convocó una manifestación potente en Madrid el 26 de noviembre de 2019 y ahora ha presentado una querella contra Díaz Ayuso. Está aglutinando a muchos familiares y trabajadoras de este sector.
Se puede hacer política desde fuera de las instituciones y este caso es un ejemplo. Lo importante es tener voluntad, trabajar de forma leal con la gente que ya había trabajado desde mi puesto de diputado y seguir haciéndolo sin importar que tenga un título honorífico.
Obviamente la parte institucional también es importante. Yo presenté una ley que el PP y Ciudadanos tumbaron y ante la que el PSOE se abstuvo. En esa ley estaban contenidas disposiciones que, en mi opinión, hubieran ayudado mucho en esta situación. Yo no sé si hubieran evitado las muertes, pero desde luego hubiera habido mucho más personal en las residencias para atender el drama que se avecinaba. Las instalaciones hubieran sido más adecuadas, los familiares hubieran estado más informados desde el primer día porque hubieran formado parte del consejo de usuario.
La derecha dijo que no porque era muy caro. Y las patronales de residencias presionaron a los distintos grupos parlamentarios para que no apoyaran esa ley que, según ellos, supondría la ruina para su negocio. Claro, negocio. Ese es el problema. El trabajo se puede desarrollar, la ley está ahí. Hay otros grupos que la pueden reclamar y mejorar, porque con todo lo que ha pasado debería ser incluso más dura y restrictiva.
Ahora se está viendo que muchas de las cosas que decíamos en aquel tiempo eran verdad. Frente a los que se reían y me insultaban, ahora dicen que los van a tener en palmitas a los ancianos. Ya hubiera merecido la pena que los hubiera tenido en palmitas hace tres o cuatro años, cuando denunciamos esto, porque ahora a lo mejor algunos no estarían muertos.
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