El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) no pregunta a la ciudadanía por la monarquía desde octubre de 2011. Entonces, el barómetro de aquel mes reveló que la institución había suspendido, por vez primera, con un 4,89 sobre 10. 0,46 puntos menos que el 5,85 raspado del año anterior. La puntuación hoy, aunque suene a atrevimiento, sería, con toda probabilidad, inferior. ¿Por qué? En octubre de 2011, el duque de Palma, Iñaki Urdangarin, aún no había sido imputado en el caso Nóos; el rey Juan Carlos no se había fracturado la cadera mientras mataba elefantes en Botsuana; el nombre y las actividades de Corinna zu Sayn-Wittgenstein apenas eran conocidas; y, sobre todo, la infanta Cristina no había sido llamada a declarar como imputada.
Dudas sobre la caída hay pocas. Aunque no haya referencias en el CIS, diferentes sondeos apuntan a su descalabro. Por ejemplo, el sondeo que publicó el diario El País en diciembre de 2011 reflejó que solo un 49% de las personas encuestadas prefería la monarquía parlamentaria como modelo de Estado, 8 puntos menos que en 2010 y 20 menos que en 2007. La misma encuesta reveló que un 37% optaba por la república, el mismo porcentaje que en 2010 y 15 puntos más que en 2007. Algo similar evidenció el diario El Mundo en un sondeo publicado en enero de este año: el 53,8% veía la monarquía como la mejor forma de Estado, seis puntos menos que en 2012, mientras un 41% opinaba lo contrario, ocho puntos más que en el primer mes del año anterior.
Esta mañana, como cada año, habrá una manifestación por las calles de Madrid para conmemorar el 82º aniversario de la proclamación de la II República. El enfoque, sin embargo, no es solo de recuerdo, sino de un impulso real por la llegada de una III República. La pregunta es: ¿es esto posible?
Carlos Martínez Núñez es coordinador federal de IU Jóvenes y ve esta posibilidad más cercana que nunca: “Es verdad que el movimiento republicano, hasta hace unos años, se movía más en la línea del recuerdo de la II República, pero en este momento de crisis total del régimen se plantea en serio la posibilidad de abrir un proceso constituyente”. Estas dos últimas palabras, proceso constituyente, son el punto esencial a la hora de hablar de modelo de régimen.
En el libro “Por una asamblea constituyente”, sus autores --de Marco Aparicio Wilhelmi (profesor de Derecho Constitucional en la U. de Girona); Antonio de Cabo de la Vega (catedrático de Derecho Constitucional en la U. Complutense de Estudios Jurídicos Críticos); Marcos Criado de Diego (profesor titular de Derecho Constitucional de la U. de Extremadura); Rubén Martínez Dalmau (profesor titular de Derecho Constitucional en la U. de València); Albert Noguera Fernández (profesor contratado doctor de Derecho Constitucional en la U. de Extremadura); Roberto Viciano Pastor (catedrático de Derecho Constitucional en la U. de València)-- analizan este proceso. En él plantean el proceso constituyente como “una respuesta democrática para el avance en el proceso de emancipación social”. “Parece que la mayor parte de las respuestas a la crisis pasan por el desmontaje del Estado social y la construcción de un nuevo tipo de Estado mínimo”.
Martínez Núñez lo explica: “Al hablar de crisis y ruptura total hablamos, por supuesto, del jefe de Estado, que es el rey, la monarquía. Por tanto, si decimos crisis del régimen, nos referimos, sobre todo, a la crisis de este modelo de Estado”.
IU Jóvenes lanzó este viernes una campaña contra la monarquía centrada en el príncipe Felipe. El objetivo, apunta el coordinador federal, es el de señalar el intento de la monarquía de “rearticular una nueva transición que salve al príncipe”. “Es un error pensar que esta es la crisis de una sola persona, la del rey Juan Carlos; no, es la crisis de toda una institución”, afirma. Es una posición que también comparte Reyes Montiel, coportavoz federal de EQUO, formación que también apuesta por un proceso constituyente republicano: “Intentarán salvar al príncipe para que no esté demasiado cuestionado, pero se equivocan si creen que esto se trata de un problema puramente personal”.
Miguel Pastrana, miembro de la junta directiva de la Unión Cívica por la República (UCR), opina lo mismo. Él y la asociación federal a la que pertenece, impulsora de la Junta Estatal Republicana, que convoca la manifestación de este domingo, apuestan ya desde hace años por un proceso constituyente republicano y creen que este, que no es otro que la III República, depende sobre todo de “los coletazos de este régimen moribundo, que tratará de salvarse como sea”.
La UCR, que entiende que la llegada de la III República “es un proceso histórico inevitable que se retroalimenta paso a paso” que va ligado a “la reinstauración de la memoria de la II República”, presentó hace un año y medio un manifiesto con catorce puntos en los que ya se recogía la “apertura de un proceso constituyente que permita de manera eficaz a la ciudadanía -ya sea por referendo o medio análogo- poder optar por una República federal, democrática y aperturista en sustitución de la Monarquía”. “Somos como una especie de think tank por la República”, asegura Pastrana, que añade que la concienciación en este aspecto “va en aumento”: “Todo el mundo tiene en mente ya un proceso constituyente”.
En su prólogo al libro “Conversaciones sobre la III República”, de Julio Anguita y Carmen Reina, que se presenta este domingo en el Ateneo de Madrid, el diputado de Izquierda Unida Alberto Garzón comparte la idea de una III República que no siga el camino de la simple evocación: “Es absolutamente necesario no entender la III República como una simple reivindicación del importante evento histórico que fue la II República, sino que más bien debemos entenderla como un verdadero proceso constituyente que transforme radicalmente las instituciones y la relación entre representantes y representados. De la misma forma, la crítica al proceso de la transición solo tiene sentido si nos permite imaginar un futuro mejor”.
Su partido, IU, abiertamente republicano, ya planteó en junio de 2012 unas jornadas sobre un “proceso constituyente para un nuevo proyecto de país”. En el punto 27 de sus conclusiones propugnaban por “un nuevo concepto de país, como 'país de países' en un Estado republicano: la integración en el Nuevo Proceso Constituyente de la Plurinacionalidad del Estado -reivindicándola como un valor imprescindible del modelo a construir- es condición previa y sine qua non para el éxito de un proceso que descansa en la recuperación de la Soberanía Popular, del todo y de las distintas partes del nuevo Proyecto de país, imprescindiblemente en un marco político republicano”.
En un manifiesto elaborado para la marcha de hoy, Izquierda Unida habla de nuevo de un proceso constituyente “que dé paso a un nuevo proyecto de país”, comprendido imprescindible debido a: “la crisis del modelo de Estado surgido de la transición, la pérdida de representatividad de las referencias políticas, las esclerosis de las Instituciones del Estado ligadas al clientelismo bipartidista, su profunda corrupción, la oligarquización política como consecuencia de la ley electoral, la quiebra del referente europeo como espacio de igualdad y libertades, la crisis de valores, etc.”, además de una monarquía que “no es hoy un factor de estabilidad [...] al aparecer como una institución salpicada por la corrupción y los escándalos”.
Todas estas claves de la crisis política configuran, según el libro “Por una asamblea constituyente”, una de las condiciones necesarias para que se dé un proceso constituyente: “Es fundamental la existencia constituyente; una crisis de legitimidad del poder constituido que, sin duda, se da en la actualidad. El capítulo destinado al proceso constituyente español de 1977-78 ha demostrado cómo el marco político en el que aquel tuvo lugar, quizás incluso necesario en aquel momento, es insuficiente a día de hoy. Las nuevas necesidades sociales no obtienen respuesta en las decisiones del constituyente de 1978, ni en su producto: la Constitución actualmente vigente que, además, ha sido aunque legalmente, ilegítimamente modificada por los profesionales de la política que siguen detentando, de esta manera, el poder constituyente constituido”.
Esta idea aparece también en el prólogo de Garzón citado con anterioridad: “Para conseguirlo [el proceso constituyente] es necesario entender las deficiencias y limitaciones de todas esas instituciones heredadas del 78, lo que incluye no sólo al sistema electoral, el modelo de Estado, los partidos políticos y los sindicatos, sino también a la Casa Real”. Aquí es, según el diputado de IU por Málaga, “donde se ancla la primera defensa clara del republicanismo como modelo político de sociedad y no como un simple cambio en la forma de determinar quién es el jefe del Estado”.
EQUO, por su parte, también ha lanzado un manifiesto para este 14 de abril, “Reinicia la democracia”, en el que señalan que “el clamor por una República viene acrecentado por los escándalos que rodean a la Corona”. Apuntan, además, que la monarquía “forma parte de un Sistema Político anquilosado en la Transición e incapaz de dar soluciones a la presente crisis económica, social y política”. Ante esto, reclaman, como defiende su coportavoz federal Reyes Montiel, un referéndum sobre el modelo de Estado.
“Hay un divorcio entre la ciudadanía y todas las instituciones que derivaron de la Constitución del 78 -comenta Montiel-, sobre todo con la monarquía, por lo que este es un buen punto de partida para que la ciudadanía opine y sea preguntada sobre si prefiere una institución absolutamente fuera de los tiempos y basada en privilegios de sangre que no tiene ninguna utilidad, o por una república”. Añade: “Es el momento de tomar nuestra responsabilidad y cambiar lo que no nos gusta; el momento de redefinir el quiénes, el qué y el cómo”.
Aparte de los partidos, los movimientos sociales que han cobrado más fuerza en los últimos meses trabajan ya en el camino de un nuevo proceso constituyente. Es el caso, por ejemplo, de la Coordinadora 25S, que a día de hoy ya ha organizado dos jornadas constituyentes y ayer mismo presentó, junto a asambleas del 15M, un monográfico explicativo sobre el proceso.
Si hay que hablar de plazos, del tiempo que pasará hasta que se vea iniciado un verdadero proceso constituyente, el coordinador federal de IU Jóvenes, si bien prefiere no aventurarse, asegura que todo va a un “ritmo de aceleración brutal: con el 15M, las huelgas generales... Hay una fuerte ruptura generacional y la conflictividad va en aumento”. Martínez Núñez opina que la crisis, tanto la política como la económica, no terminará “en dos o tres años, y la primera irá a peor”. “No sé cuándo veremos el proceso constituyente, pero si sé que mañana estaremos más cerca de conseguirlo”.
“Cada generación --concluye el libro ”Por una asamblea constituyente“-- tiene el derecho a cambiar sus normas de convivencia, su Constitución, y a decidir sobre su presente y su futuro. Negar este derecho en cualquier sociedad es, por definición, negar el carácter democrático de dicha sociedad”.