El revés con Pérez de los Cobos instala a Marlaska al borde del precipicio hasta el final de su mandato
El enfrentamiento indisimulado entre el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y uno de los dos cuerpos policiales sobre los que manda, la Guardia Civil, se recrudeció este martes con la decisión del Tribunal Supremo de declarar nulo el cese del coronel Diego Pérez de los Cobos al frente de la Comandancia de Madrid en 2020. La dimensión del revés para el ministro es equiparable a la enorme ascendencia del coronel en el cuerpo y al riesgo que Grande-Marlaska tomó al cesarlo de un modo que, según ha concluido el Alto Tribunal, fue ilegal.
La crisis por la destitución de Pérez de los Cobos es la mayor que sufre el ministro del Interior, junto a su gestión de la tragedia de la valla de Melilla en junio del pasado año. El Gobierno no aprecia, sin embargo, desgaste por el flanco de Grande-Marlaska que justifique su cese. El magistrado en excedencia no tiene carnet del PSOE y nunca ha gustado en las filas socialistas por su acreditada trayectoria de juez conservador. De hecho, saltó del bloque de vocales del CGPJ propuestos por el PP a ministro de un Gobierno socialista. Además, su figura sirve para concentrar las andanadas de los conservadores, donde no pocos le ven como un traidor, liberando así de presión otros flancos débiles del Ejecutivo. Y todo, a dos meses de unas elecciones locales y con unas generales a nueve meses vista.
El terremoto de la destitución de Pérez de los Cobos, el 24 de mayo de 2020, no tardó en tener réplicas. El director adjunto operativo de la Guardia Civil Laurentino Ceña, el general de mayor poder en la institución, abandonó el cargo en respuesta al cese de Pérez de los Cobos 36 horas después de que se produjera. Hacía 34 años que no abandonaba su cargo un teniente general de la Guardia Civil.
Y esas réplicas se reproducirán en los próximos meses. En menos de ocho semanas, Pérez de los Cobos debe volver a entrar por la puerta de la Comandancia de Madrid, triunfador ante la afrenta que un amplio sector de la Guardia Civil aprecia que Marlaska hizo a toda la institución.
Además, Pérez de los Cobos ha recurrido ante el Tribunal Supremo la negativa del ministro a ascenderle a general, pese a ocupar el número uno de los cuarenta coroneles evaluados por los generales que integran el Consejo Superior de la Guardia Civil. Marlaska elevó al Consejo de Ministros el ascenso del segundo, cuarto, quinto y sexto posicionados, relegando a Pérez de los Cobos. A la segunda oportunidad, el ministro también negó el ascenso a general de división de Diego Pérez de los Cobos, primando a otros de una promoción posterior. A día de hoy, el coronel sigue destinado en la Intervención Central de Armas y Explosivos, donde fue enviado tras el cese en la Comandancia de Madrid.
Pérez de los Cobos ha sido utilizado por la derecha y la extrema derecha como ariete contra el Gobierno. El coronel se convirtió en un referente para el nacionalismo español durante el proceso soberanista en Catalunya, después de que el Gobierno de Mariano Rajoy le sacara de su decisivo pero discreto puesto en la Secretaría de Estado de Seguridad para coordinar el despliegue policial con que se pretendió hacer frente al 1-O. Lejos quedaba aquel término acuñado por algunos entornos mediáticos y de asociaciones de víctimas del Ministerio que situaban al coronel en lo que denominaban despectivamente el “comando Rubalcaba”.
Interior se enroca en que tenía motivos
Embarcado en una estrategia a la defensiva por los últimas polémicas, el Ministerio del Interior salió ayer a reafirmarse en los motivos del cese de Pérez de los Cobos, como si solo hubiera dado una razón en su momento. Primero intentó disfrazarlo de un reajuste de un cargo de confianza del secretario de Estado de Seguridad para días después reconocer que la verdadera razón fue no haber informado a sus superiores del informe que vinculaba al delegado del Gobierno en Madrid con la expansión de la COVID por autorizar la marcha del 8M de 2020.
Los colaboradores del ministro, empeñados en construir un relato que sitúa a Pérez de los Cobos entre los mandos de la Guardia Civil que integraron otra brigada política, no de miembros de la Policía Nacional sino en este caso del instituto armado, reaccionaron en pocos minutos a la decisión del Supremo: “El Ministerio del Interior reitera que las razones de fondo que decidieron el cese persisten y se han visto confirmadas y consolidadas con los elementos conocidos con posterioridad”.
Con esos elementos se refieren al contenido de los informes de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de Madrid, que redactó dos atestados para la jueza con tergiversaciones, manipulaciones y un sesgo ideológico que pretendían culpar al Gobierno de contribuir a propagar la COVID por permitir la manifestación del 8M, solo uno de los grandes eventos que hubo ese fin de semana en Madrid.
Pérez de los Cobos ha negado tener conocimiento del contenido de esos informes alegando que la jueza exigió a la unidad investigadora que solo le informara a ella habida cuenta de que era investigado el delegado del Gobierno en Madrid, quien coordina la actuación de Policía y Guardia Civil en la región. Una vez cesado Pérez de los Cobos, en quien Marlaska decidió personalizar el castigo al instituto armado, se abrió una investigación para averiguar quién, en aquella estrategia de desgaste al Gobierno, había filtrado el contenido de los informes según llegaban al juzgado, o incluso antes. elDiario.es desveló recientemente que aquella investigación, a diferencia de la inmediata destitución de Pérez de los Cobos, acabó sin resultados y sin sanciones.
Para el primer juez del caso resultó “indiscutible” que Pérez de los Cobos fue cesado por cumplir con su “deber legal de reserva y de la orden expresa” que la jueza del caso del 8M había dado a los subordinados del coronel para que no informaran de los avances de la investigación a nadie que no fuera ella. Esa es la sentencia que ahora confirma el Tribunal Supremo en un fallo del que ha resultado ponente José Luis Requero, el juez ultraconservador y homófobo que llegó al Supremo con, entre otros, el voto del entonces vocal del CGPJ Fernando Grande-Marlaska.
52