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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Rigoberta Menchú asegura que el “horror” en Guatemala de hace 34 años “no ha terminado”

EFE

Guatemala —

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La premio Nobel de la Paz en 1992, Rigoberta Menchú, aseguró hoy que algunos testigos del juicio por la masacre de 37 personas en la embajada de España en Guatemala en 1980 decidieron no comparecer “por temor” y eso refleja que “el horror de aquellos años no ha terminado”.

La activista guatemalteca, que participa como querellante en el juicio contra un exjefe policial por la muerte de tres ciudadanos españoles y 34 campesinos locales aquel año, lamentó en una entrevista con Efe, sobre el proceso judicial que inició el pasado 1 de octubre, que los problemas de fondo en el país centroamericano poco han cambiado en las últimas décadas.

“Si se tiene miedo a ser testigo en un país donde hace 20 años se firmó la paz”, y aún “después de 34 años de un hecho”, se debe a que “las mafias corporativas que provocaron el hecho” se mantienen “vigentes” en Guatemala, argumentó la líder indígena.

La masacre tuvo lugar el 31 de enero de 1980, cuando las fuerzas de seguridad del régimen militar del general Fernando Romeo Lucas García (1924-2006) asaltaron la Embajada española después de que fuera ocupada por campesinos guatemaltecos que reclamaban respeto a sus derechos.

Pedro García Arredondo, quien era el jefe de un comando de la extinta Policía Nacional (PN), es el único detenido por la matanza, acusado de los delitos de asesinato, intento de asesinato y deberes contra la humanidad, como se califica en Guatemala el delito de lesa humanidad.

En el asalto murieron quemadas 37 personas, entre ellas el cónsul español Jaime Ruiz del Árbol, además de sus compatriotas y empleados de la delegación Luis Felipe Sanz y María Teresa Vázquez.

También fallecieron Vicente Menchú, padre de la líder indígena, el ex presidente guatemalteco Eduardo Cáceres Lehnhoff, y el ex canciller del país Adolfo Molina Orantes.

“Hay testigos que ya no comparecieron por temor. Le tienen miedo al señor Pedro García Arredondo. Esto es muy claro. No es que tengan miedo a saber quien. El señor Pedro García Arredondo obviamente todavía tiene un poder muy grande”, denunció este miércoles la premio Nobel de la Paz en 1992.

Menchú, originaria del departamento (provincia) noroccidental de Quiché, el más golpeado por el conflicto armado interno (1960-1996) que dejó entre 250.000 muertos y desaparecidos, también subrayó que la defensa de García Arredondo ha utilizado expresiones “racistas” durante el juicio.

Por ejemplo, advirtió que los peritos que brindaron testimonio identificaron y diferenciaron a las víctimas indígenas del incendio en base a “si tenían o no ropa interior” o por “el tamaño de sus pies”.

“Estos elementos demuestran que este país es absolutamente racista”, afirmó la doctora.

El Ministerio Público de Guatemala (Fiscalía) aseveró durante el inicio del juicio que García Arredondo recibió órdenes superiores para que ninguno de los que habían ocupado la embajada española saliera con vida.

Según la fiscalía guatemalteca, el ex jefe policial hizo caso omiso de las peticiones del entonces embajador de España, Máximo Cajal y Pérez, quien fue el único superviviente, de que dejaran salir a los campesinos y universitarios.

El testimonio del diplomático, grabado antes de que falleciera este año, fue reproducido como prueba de la Fiscalía.

Cajal y Pérez sostuvo en la cinta que nunca autorizó el ingreso de las autoridades a la representación consular y aseguró que los agentes de la policía llevaban hachas.

Menchú sostiene que se ha probado durante las nueve audiencias del juicio realizadas hasta la fecha que “hubo una negación sistemática de brindar auxilio a las víctimas”.

“No solamente los policías presentes tenían instrucciones, si no también las entidades alrededor”, señaló la ex candidata presidencial del país centroamericano, de 55 años.

El juicio podría llegar a su fase de conclusiones en diciembre e incluso se podría dictar un veredicto final en los últimos días de ese mes.

García Arredondo no quiso declarar ante el tribunal en la primera audiencia y se limitó a unas breves palabras durante la primera sesión del juicio: “Ante Dios y la tierra, soy inocente, soy inocente y soy inocente”.

“El Estado tiene aquí una tremenda responsabilidad, pues participó tal y como lo he dicho durante 34 años”, insistió Menchú, quien también se sentó en el estrado en la misma primera audiencia para narrar, entre otras cosas, los “horrores” que vivió a causa del conflicto interno armado.

“La satisfacción es que ahora lo dicen testigos y no Rigoberta Menchú. Y me da mucho honor de haberlo hecho. Es lo que soñaba yo: llegar y que el tribunal escuchara mi verdad”.