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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Rock Indiana, 20 años de guitarras y melodías brillantes

EFE

Madrid —

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Aunque no lo confiese, Pablo Carrero hubiera dado parte del flequillo que le queda por editar “My Sharona”, quizá la canción que mejor define la filosofía del sello discográfico que dirige desde hace ahora 20 años: Rock Indiana.

Rebobinemos al mundo analógico. Punto uno: “My Sharona” es una pegadiza canción del grupo norteamericano The Knack que, en 1979, convulsionó las listas de éxito de todo el mundo.

El tema todavía es capaz de levantar a la gente de su asiento y pocos pueden parar de dar botes cuando escuchan a su cantante, Doug Fieger, recitando con un breve tartamudeo el estribillo “mama mamy Sharona”. Hagan la prueba.

Punto dos: Pablo, junto a Fito Feijoó, dirige una empresa que defiende las canciones de tres minutos, las guitarras amplificadas y las melodías brillantes. Cumplen este año su veinte aniversario y, frente a otros productos musicales ligeros, digestivos y sin chicha, mantienen encendida la llama del pop con guitarras.

“El 93 era un año confuso. Estaba la música de siempre, el 'grunge', que no nos gustaba, y había una escena de grupos pop muy interesantes como The Posies, Gigolo Aunts, etc, que hacían canciones con mucha energía pero con poca repercusión. Nos apetecía hacer una fanzine y apostamos por este sonido”, declara Pablo al recordar los inicios del sello.

La novedad de la revista, que tiraba unos mil ejemplares, estaba en la publicación de un single de vinilo que acompañaba al evangelio del “power pop”. Como carta de presentación, Rock Indiana publicó al grupo madrileño Los Protones y, desde esa apuesta pionera, construyeron un catálogo que cuenta con más de 70 bandas.

Pronto abandonaron la aventura de papel y se concentraron en la música. Además de los “poderosos” Protones, dieron salida a otras bandas de la capital como The Happy Losers y los Berracos, marcando así un espacio sonoro definido por canciones contundentes y estribillos contagiosos.

Sin escapar de este circuito minoritario, Rock Indiana captó para la causa a grupos extranjeros como Farrah, Dropkick o The Pyramidiacs, planteando con ellos, además, giras y promociones para compensar un negocio no siempre boyante.

Uno de los momentos felices de la compañía fue la publicación, en 2002, del primer disco de The Sunday Drivers, una de las referencias fundamentales de la música pop española de principios de siglo, y un golpe de aire fresco para la discográfica independiente.

“Era un grupo excepcional. Un cantante carismático -Jero Romero-, unas canciones bonitas, sobresalían. Fue nuestro grupo más vendido”, destaca Carrero con satisfacción, pese a que el grupo cambió de compañía en su segundo álbum.

Una banda que sí ha recuperado Rock Indiana para la causa de la buena música es el mítico grupo de los ochenta Mamá. Si no lo recuerdan, volvemos a la memoria analógica.

“La carpeta en el pecho/ protegiendo su pudor/ fotos de sus ídolos/ ¡Ahí están!/ Chicas de colegio”. Esta es parte de la letra de la canción, “Chicas de colegio”, que en 1980 arrasó en las listas de éxito españolas, disparó lo que se llamó la “nueva ola” y fue el principio, y el fin temporal, de Mamá.

“Fuimos una banda que tan sólo duró 3 años. No nos dio tiempo a quemarnos y, ahora, cuando no tenemos nada que demostrar, nos sentimos más libres y con más energía”. Así se expresa el cantante de Mamá, el mítico José María Granados, que, “en plena forma”, ha lanzado en este sello las antiguas maquetas, dos álbumes y el año pasado un EP titulado “Segundo asalto”.

Granados, compositor también de la clásica “Nada más”, coincide con Pablo en su apuesta por la canción pop que cuenta una historia, tiene “una melodía agradable” y dispone de “guitarras fuertes que añaden mayor agresividad, rabia y pasión”.

En su veinte aniversario, Rock Indiana vive, como todos, en la perplejidad de la industria musical. Sin embargo, Pablo y Fito (www.popclub.es/rockindiana) siguen editando grupos de aquí -Amigos Imaginarios o The Fakeband- o de allá -los italianos Radio Days o el australiano Bryan Estepa-, sin pensar demasiado en la clave del éxito o en las últimas tendencias.

Aparentemente, no les importa. Han pasado ya dos décadas desde sus inicios y han conseguido mantenerse y mostrar un discurso musical propio. Con esta personalidad esperemos que sigan, al menos, otros veinte años en este camino de guitarras potentes y canciones dedicadas a chicas que responden al nombre de Sharona.

Por Juan Carlos Gomi