Sánchez achica el espacio económico a un PP que cuestiona su feminismo por no rectificar la ley del solo sí es sí
Enero aún es diciembre en el Congreso porque sigue siendo formalmente inhábil, pero también podría ser ya mayo, porque los partidos han tomado conciencia de que este es un año electoral que empieza en primavera con las municipales y autonómicas y no acabará hasta las generales de finales de año. Así que el Gobierno ha empezado ya a sacar pecho de sus logros en Europa, reivindicar la gestión, hablar del “éxito español” y contraponer proyectos económicos e ideológicos. Sus socios toman distancia, redoblan la presión y acentúan las diferencias. Y las derechas atizan a Sánchez al tiempo que se zarandean entre ellas.
Entramos en el tiempo del todo vale. De los balances. De los reproches. De las batallas por los relatos. Y de las carreras por imponer los marcos. Pedro Sánchez tiene claro que el suyo es el económico, un espacio en el que está convencido de que cada vez hay menos hueco para creer en el viejo mito de que la derecha gestiona mejor la economía que la izquierda. “No se trata –defiende– de hablar idiomas, sino de dar batallas en Bruselas y ganarlas”. El presidente del Gobierno presume de que hoy España exporte soluciones frente a la crisis energética y de precios a diferencia de hace diez años, cuando con otros gobiernos “importábamos rescates a bancos quebrados y recortes al Estado del Bienestar”.
El Congreso de los Diputados reabrió este martes sus puertas para una sesión extraordinaria en la que el jefe de Gobierno debía dar cuenta del resultado del último Consejo Europeo, pero Sánchez llegó con el traje de campaña puesto y se afanó en dar un mitin sobre lo que es dar una “respuesta justa” a la crisis provocada por la guerra de Ucrania. El autoelogio fue el eje de una primera intervención con la que presumió de que hoy “nuestra voz se escucha con fuerza por la perseverancia y seriedad”.
“No elegimos las crisis, pero sí cómo afrontarlas. Y lo hacemos protegiendo a los de abajo, exigiendo mayor esfuerzo a los de arriba (...). Hoy hay un Gobierno que apuesta por la energía limpia como ecuación para ganar soberanía energética y responder al cambio climático. Hoy hay un Gobierno que impulsa la digitalización de sus empresas y la capacitación digital de sus trabajadores, reconociendo derechos laborales a quienes trabajan en las plataformas digitales. Hoy hay un Gobierno que apuesta por la sanidad pública, lanzando la mayor oferta pública de formación sanitaria especializada de la historia. Hoy hay un Gobierno que ofrece nuevas plazas para reforzar la atención primaria, mientras antes hubo un Gobierno que abrió las puertas a la privatización e instauró copagos hoy felizmente derogados (...)”.
Y todo, tras recordar que estas y otras medidas adicionales adoptadas por la coalición de Gobierno han supuesto una movilización de recursos sin precedentes que “unen España de un modo muy distinto al que algunos tienen en la cabeza cuando se arrogan la exclusividad del patriotismo. Porque no hay mayor patriotismo que el que reduce la brecha social y avanza en igualdad de oportunidades”.
El contraste entre dos modelos muy diferentes para salir de una crisis fue, sin duda, el eje de un discurso en el que no quiso obviar asuntos más ideológicos con los que el PP tampoco se siente cómodo, como es el debate sobre el aborto al que le ha arrastrado su competidor de bloque, y con el que, según Sánchez, algunos pretenden que España retroceda a una época en blanco y negro. “A todos ellos les digo aquí que no lo conseguirán jamás. Que los derechos conquistados no se cuestionan: se defienden, se acatan y se ejercen. Y si a otros, por miedo o por cálculos electorales, les tiemblan las piernas para defenderlos, les digo que al Gobierno jamás le temblará la mano. No cederemos ni un milímetro”.
En esta materia y en el supuesto plan que el PP proclama que Sánchez ha puesto en marcha para desmontar la España constitucional se detuvo con mucho más ahínco durante la réplica. Lo hizo sobre todo para ironizar con las proclamas de la ultraderecha que comparten los de Feijóo y bajo las que el pasado domingo se manifestaron miles de personas en la madrileña plaza de Cibeles. “¿De verdad creen ustedes que España transita hacia un régimen colectivista de estilo bolivariano?”, le preguntó a Cuca Gamarra, a quien puso en evidencia por secundar la convocatoria pero no acudir a la manifestación para evitar una segunda foto de Colón. “Lo que no entiendo es por qué se tomaron el fin de semana libre y no acudieron a Cibeles. No sé qué razón había más importante cuando de lo que estábamos hablando era de salvar la patria”, se mofó.
Que la economía ha dejado de ser un asunto que beneficie a la derecha lo demuestran no solo los datos y las previsiones de los organismos internacionales, sino también que la portavoz del PP arrancara su respuesta a Sánchez con una crítica implacable a los efectos indeseados de la ley del solo sí es sí. Gamarra cargó contra el presidente por su negativa a corregir una norma que ha provocado ya la revisión de la penas impuestas a más de 200 agresores sexuales y violadores. “Su feminismo es mentira”, le espetó. Sánchez le respondió después que no aceptaría lecciones sobre el compromiso de su Gobierno con la protección de las mujeres.
Gamarra lamentó además que haya puesto el pie en el acelerador para “hacer un Código Penal a la medida de sus socios independentistas” y que aproveche la ley para “apuntalarse en el poder” y como “chequera” para pagar sus hipotecas políticas con una reforma que “incumple el derecho europeo” y que la UE examinará con “lupa”. Sobre la reforma de la malversación, emplazó al presidente a afirmar que no habrá revisiones de penas a la baja para los corruptos y preguntarle con sorna si dimitirá en caso de que las haya.
Mucho más beligerante incluso que con Sánchez, al que comparó con el “líder norcoreano”, Abascal lo fue con Feijóo por desautorizar al Ejecutivo de Castilla y León sobre el protocolo antiaborto y por su oferta al PSOE para “repartirse el poder” y volver al bipartidismo con la propuesta para que gobierne la lista más votada. El líder de Vox reivindicó la necesidad de “estar a la altura” ante “el peor Gobierno de nuestra historia”, al tiempo que calificó de “zarandaja” y “antidemocrática” la medida con la que el líder del PP pretende que los alcaldes con más votos se liberen del contrapeso de las corporaciones locales. Abascal no suele dar puntadas sin hilo y por eso dejó constancia de que tomaba nota de que su competidor de bloque “necesita permiso del PSOE” ante futuros pactos.
Sánchez no solo tuvo que escuchar la crítica de las derechas, sino que esta vez también se enfrentó a la de unos socios que claramente intentan marcar distancias con la vista puesta en las próximas elecciones. Gabriel Rufián (ERC) le advirtió que lo que “le puede echar de La Moncloa es un exceso de prudencia en lo social” por no atreverse a adoptar medidas valientes, pero también le pidió el apoyo del PSC a los Presupuestos de la Generalitat y que se celebre cuanto antes un referéndum en Catalunya para comprobar si el independentismo está roto o no, como sostienen desde La Moncloa.
Aitor Esteban (PNV) le urgió a que cuide de sus socios en lo que queda de año para allanar los pactos de la próxima legislatura y, aunque admitió que el presidente es “un tipo con 'baraka'”, le recomendó que no se descuide porque si ha llegado hasta esta situación es porque le han apoyado sus socios. “No piense que todo está hecho –le dijo–. La tentación de jugar a 'El caos o yo' es grande, la entiendo, pero si no cuida el jardín desaliñado y no abona sus relaciones, esta legislatura le va a parecer un camino de rosas comparada con la siguiente”. Todo ello tras admitir que el PP no parece tener capacidad para formar una mayoría alternativa. Y Mertxe Aizpurua, de EH Bildu, fue incluso más explícita: “Estamos en el tiempo de descuento para aprobar los avances que se prometieron y que siguen pendientes”.
Y así hasta que lleguen las elecciones.
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