Decía Alfredo Pérez Rubalcaba que si no quieres que se sepa lo que tramas, ni siquiera lo pienses. Pedro Sánchez ha pensado sobre el futuro de su Gobierno y se ha sabido, lo que ha molestado profundamente en su entorno más cercano. Esta es la historia del día después. El posterior a que trascendiera que el presidente, como adelantó elDiario.es, proyecta una crisis de Gobierno con la que dar un impulso político a su gabinete antes de las vacaciones estivales. Si el marco ya estaba instalado desde hace días en La Moncloa, la publicación del propósito presidencial inquietó sobremanera en los distintos departamentos ministeriales, donde se dispararon todo tipo de especulaciones. Desde que la titular de Exteriores, Arancha González Laya, será la primera pieza que se cobre el presidente por la crisis con Marruecos [aunque precisamente hay quien dice que está blindada porque no se puede ceder ante el chantaje del país vecino] hasta que Fernando Grande-Marlaska ya ha comentado con su círculo íntimo que le quedan “dos días” en Interior o que otros ministros se sienten más dentro que fuera y no conciben su salida.
En realidad lo único cierto es que el jefe del Ejecutivo andaba desde hace semanas buscando perfiles –más políticos que técnicos– para la segunda parte de su mandato y que ha hablado con personas de su entorno sobre las distintas posibilidades. El sentir general es que es el momento de una crisis de Gobierno, aunque no todos coinciden. “Es lógico que quiera impulsar el Gobierno después del año que llevamos”, dice una de las fuentes consultadas. “En 2018 montamos un Gobierno bonito en cuatro días porque el presidente llevaba meses viendo a gente. Ahora se ha interesado por algunos perfiles”, agrega otro interlocutor.
Entre las idas y venidas de distintos nombres ha sopesado que los cambios sean antes de agosto para que, al regreso de las vacaciones, el marco narrativo haya dejado atrás el debate sobre los indultos a los líderes del procés y se instale en la opinión pública, con más de un 70% ya de vacunados contra la COVID-19, cierto optimismo por la reactivación económica y la llegada de los fondos europeos. Todo lo demás es fruto de la especulación y los roces entre ministros porque Sánchez “no ha comunicado a nadie cambio alguno, ni siquiera una hipotética reducción de carteras. Mucho menos que Unidas Podemos tenga que elegir entre dos de sus titulares de cartera”, afirman fuentes socialistas.
Algunos de los ministros desayunaron este viernes entre quinielas sobre las posibles salidas del Ejecutivo. Una de ellas fue la titular de Exteriores, a quien algunos han querido dar por amortizada antes de tiempo como consecuencia de la crisis diplomática con Marruecos mientras otros defienden que “curiosamente su debilidad es su fortaleza. Marruecos ha sido un lío, pero igual por eso no se le puede entregar el trofeo”. Si Sánchez prescindiera de Laya, de algún modo estaría cediendo a las presiones del rey alauita y sucumbiendo también a las presiones de la derecha política para prescindir de la jefa de la diplomacia española. En las quinielas que circulan estos días tanto en el Gobierno como en el PSOE hay mucho de vendetta personal y por eso a la titular de Defensa, Margarita Robles, la señalan algunos de sus compañeros del Consejo de Ministros, quienes la acusan de dejarse querer por una derecha que ha declarado la guerra sin cuartel a la coalición. Y lo mismo ocurre con Carmen Calvo, en su caso por su tensa relación con el núcleo de asesores monclovitas.
Nerviosismo en Interior y Cultura
Donde aumenta el nerviosismo por momentos es en las dependencias de Interior y Cultura, ya que fuentes socialistas dan por amortizados tanto a Fernando Grande-Marlaska como a José Manuel Rodríguez Uribes. Reyes Maroto, a quien Sánchez señaló durante la campaña de las elecciones madrileñas como posible vicepresidenta económica si Ángel Gabilondo hubiera gobernado, es otra de las fijas en las apuestas de salida entre sus propios compañeros, lo que no quiere decir que el presidente piense lo mismo.
La sensación en Moncloa es que todo se ha precipitado. Las informaciones sobre una crisis de Gobierno inminente pillaron a Sánchez en un avión de vuelta de Libia el pasado jueves, pero ni siquiera la Secretaría de Estado de Comunicación ha descartado que la remodelación esté sobre la mesa al limitarse a insistir, en un derroche de creatividad, en que el presidente está trabajando y centrado en la lucha contra la pandemia y la recuperación económica y que solo él tiene la atribución de modificar la composición de su gabinete.
Distintas fuentes del Gobierno y del PSOE coinciden en que la crisis responde tanto a la lógica del ecuador de la legislatura como al ascenso del PP en los sondeos y el desgaste de Sánchez por los indultos a los líderes del procés, y en que lo más razonable es hacer los cambios antes de las vacaciones de verano en lugar de afrontarlos en otoño, como inicialmente apuntaban en las filas socialistas, ya que será entonces cuando el PSOE celebre su Congreso Federal. El líder socialista tiene previsto también cambiar por completo la estructura y los integrantes de la Ejecutiva Federal.
Por el momento, la primera fecha marcada en rojo en el calendario es la de las primarias de los socialistas andaluces, una cita en la que Sánchez se juega mucho. Si Susana Díaz se impusiese –un escenario que no contemplan en Ferraz–, el presidente sumaría una segunda derrota tras la debacle del PSOE en Madrid del pasado 4M. Si, por el contrario, fuera el alcalde de Sevilla y favorito de Ferraz, Juan Espadas, quien venciera en las primarias, la dirección federal tendría el camino expedito para renovar el proyecto y el partido en Andalucía y Sánchez habría acabado con la carrera política de quien fuera hace años su más furibunda crítica. Aun así, en estos días de propuestas y perfiles en la búsqueda de nuevos ministros, ha habido quien ha propuesto al presidente que incluyera a Díaz como ministrable, una opción que la baronesa ya rechazó en su día y por lo que algunos socialistas consideran que ya perdió su oportunidad de tener una salida y otros, que por “su controvertida personalidad y especial habilidad para el enredo” solo sería un “permanente foco de conflicto”.
La inquietud se ha apoderado de buena parte de los cargos gubernamentales, que saben que están al albur de la decisión de Sánchez y les queda, como mínimo, un mes de incertidumbre. Por el momento Sánchez cogerá el avión la próxima semana para su segunda gira latinoamericana, que le llevará esta vez a Argentina y Costa Rica. A lo largo del mes de junio se reunirá con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, para poner en marcha la mesa de diálogo con Catalunya, que se celebrará en todo caso después de los indultos. Y, a partir de ahí, en lo que coinciden varios ministros es en que el presidente pondrá rumbo a una “nueva etapa” que coincidirá prácticamente con el ecuador de la legislatura y que ante ese escenario los cambios “no serán solo cosméticos”. “Es el momento –añaden desde el PSOE– de que el presidente se pertreche de un equipo con habilidades políticas y no solo técnicas para imprimir un nuevo rumbo a lo que resta de mandato y que, como hará con la nueva dirección federal del partido, dé por finalizada una etapa también en el Gobierno”.