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CRÓNICA

Sánchez y Casado: lecciones de dos líderes políticos para esquivarse en Fitur

Aitor Riveiro

21 de enero de 2022 15:16 h

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Es difícil que el presidente del Gobierno y el líder de la oposición coincidan en la misma feria empresarial en pleno despliegue militar a pocos kilómetros de Rusia y sus equipos no preparen un encuentro, aunque sea fugaz, para ofrecer a los medios, y a la población, una imagen de Estado y de unidad. Más complicado es que ambas personas pasen la una a escasos metros de la otra y hagan como que no se han visto. Pero poder, puede pasar. De hecho, es lo que ha ocurrido entre Pedro Sánchez y Pablo Casado este viernes en Fitur, que ha reunido en un puñado de metros cuadrados a ambos dirigentes, además de a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y al alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida.

La Feria Internacional de Turismo que se celebra cada año en Ifema tenía este viernes una de esas jornadas complicadas para quienes organizan el protocolo. Asistían el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición, además de los líderes autonómico y local ya que se celebraba el Día de Madrid en Fitur. Pablo Casado fue el primero en llegar, alrededor de las 10 de la mañana. El líder del PP empezó el recorrido por los pabellones del sur y del este (Costa del Sol, Almería, Málaga, Costa Blanca, Benidorm, Alicante, Murcia, Ceuta, ...). Media hora después llegaba Sánchez, quien inició su periplo en la otra punta de la feria, el estand de Turespaña, donde anunció una nueva remesa de fondos europeos para el sector del turismo: casi 800 millones más.

Ambos hicieron lo que hacen los políticos en estos casos: acercarse a los diferentes pabellones que les indicaban sus equipos, saludar a asistentes, hacerse selfies, y arropar a las regiones que les son más afines políticamente. Casado apenas se asomó por estands de comunidades gobernadas por el PSOE. Y viceversa. Sánchez concedió Andalucía y Galicia, después de visitar La Rioja, Navarra, Asturias y Canarias, entre otras.

Mientras el presidente recibía la hospitalidad canaria, a sus espaldas comenzaba la jornada en el estand de Madrid. La llegada de Ayuso y Almeida coincidía con la partida de Sánchez de esa misma zona en dirección opuesta. Mientras, Casado proseguía su lento peregrinaje hacia el puesto de Castilla y León, su destino final.

Los caminos del líder de la oposición y del presidente del Gobierno eran inversos, por lo que estaban llamados a encontrarse en algún punto del trayecto. Era inevitable que el uno pasara al lado del otro, y así ocurrió. Casado, rodeado de decenas de personas, atendía a las explicaciones de los responsables del estand de la Comunidad Valenciana. Por su derecha se acercó un enjambre mayor. Como dos bandadas de pájaros que se encuentran en pleno vuelo, el choque que parecía inevitable simplemente no ocurrió. Sánchez giró a la derecha mientras Casado seguía pendiente de los comentarios sobre el turismo valenciano.

El no saludo se convirtió así en la noticia. “Para una vez que le apoya en algo”, se apresuraron a señalar, con ironía, desde el equipo de Casado, en referencia a los mensajes de unidad de acción con el Gobierno ante la escalda de la crisis entre Rusia y la OTAN a cuenta de Ucrania, que comparó con la Guerra de Irak de 2003. En Moncloa aseguran que el presidente no ha modificado el recorrido previsto, algo que se insinuó desde el PP, para evitar a Casado y que, simplemente, no le vio.

El sarcasmo de los comentarios decayó cuando Casado habló ante la prensa sobre los movimientos bélicos en el este de Europa. “La última vez que me reuní con Sánchez fue en el verano de 2020. Nuestra última llamada es de mayo de 2021”, reprochó el líder del PP al jefe del Ejecutivo. Pese a mostrar su lealtad de Estado, Casado sí dejó ver su enfado porque Sánchez no le haya llamado para informarle de los pasos que piensa dar. “Es el Gobierno el que tiene que contar con la oposición”, añadió Casado en unas declaraciones en el estand de Castilla y León, donde concluyó su visita acompañado del presidente de la Junta y candidato de su partido en las elecciones del 13 de febrero.

Ambos utilizaron el espacio, pagado por el Gobierno autonómico, para hacer campaña, tras advertir de que lo hacían como dirigentes del PP y no, en el caso de Mañueco, como presidente de la Junta. Una distinción que pone la venda antes de la herida porque la ley electoral impide precisamente hacer campaña en actos institucionales.

Reencuentro con Ayuso

Unos minutos antes se produjo el otro encuentro del que estaba pendiente toda la prensa: el de Casado con Ayuso. A qué nivel habrá llegado la guerra interna por el control del PP de Madrid que es noticia que dos dirigentes del mismo partido se saluden cuando coinciden en el mismo espacio-tiempo. Pero el hecho es que no se saludaban en público desde la presentación del libro de Mariano Rajoy, hace casi dos meses.

En este caso, la colisión de las dos melés de periodistas, equipos, seguridad, aduladores y público en general aglutinados alrededor de ambos dirigentes fue inevitable. Gritos, empujones, cámaras rodando, micrófonos lanzados al aire y guardaespaldas émulos de Kevin Costner alrededor de tres personas (Casado, Ayuso y Almeida) que intentan aparentar la más absoluta normalidad e indiferencia.

El encuentro se prolongó alrededor de un cuarto de hora en el que quienes fueran amigos más allá de la política durante varios lustros solo hablaron de la distribución de los fondos europeos, según apuntan fuentes de Génova a elDiario.es. Hechas las fotos de rigor, que intentan mostrar que ya se ha puesto fin a la pugna interna que Ayuso desató el pasado verano cuando lanzó su candidatura a presidir el PP de Madrid, cada uno siguió con su agenda prevista. Casado continuó su periplo por los estands de Oviedo y Galicia, donde se encontró con el expresidente de Castilla y León, Juan José Lucas, con quien mantuvo una conversación mucho más distendida y afable de la que había tenido unos minutos antes, mientras sigue a la espera de que el presidente del Gobierno le llame para informarle de sus planes con Rusia.