Una semana después del 23J sigue la digestión de los resultados. Por comunidades, por provincias, por municipios… Mientras en el PP aún buscan respuestas a una pírrica victoria con nulas posibilidades de acceder al Gobierno, en el PSOE se regocijan en los datos. Y es que Pedro Sánchez ha vuelto a sorprender a propios y a extraños. No sólo porque mantiene, tras los resultados, la posibilidad de seguir en la Moncloa sino también porque la comparativa con anteriores presidentes de Gobierno desde Aznar que optaron a un segundo mandato le sitúa muy por encima de todos sus antecesores.
Tras una histórica mayoría absoluta en 1982 con 202 escaños y más de 10 millones de votos, Felipe González perdió tras sus primeros cuatro años de gestión 1.200.000 papeletas en las elecciones de 1986.
José María Aznar, por el contrario, obtuvo después de su primer mandato 183 escaños, 27 más que en su primera victoria electoral, al hacerse con el 44,5% de los votos, casi seis puntos más que en 1996. Sin embargo, en número de papeletas sólo logró 605.000 más que en su primera legislatura como presidente del Gobierno. Cuatro años después, en 2004, el PP perdería 558.000 sufragios.
José Luis Rodríguez Zapatero, que se alzó con la victoria en 2004, consiguió 263.000 papeletas más en 2008 después de sus primeros cuatros años de gestión. Tras el segundo mandato, el PSOE se dejaría, en las generales de 2011 y en medio de una brutal crisis económica, más de 4 millones de apoyos.
Mariano Rajoy, que llegó a la Moncloa en 2011 a lomos de la peor crisis social, financiera y económica de la democracia, alcanzó la mayoría absoluta con 186 diputados (por encima del mejor resultado en escaños del PP de Aznar en 2000) frente a los escasos 110 diputados del PSOE. Cuatro años después, en 2015, perdería 3.600.000 votos.
Con una pandemia, un volcán en erupción, una guerra y una de las oposiciones más hostiles en democracia, Pedro Sánchez no sólo no ha retrocedido en votos tras estos cuatro años, sino que ha sumado 968.771 papeletas más de las que logró en 2019.
Hasta aquí los datos de la comparativa realizada por el grupo EM-Electomanía a partir de los datos oficiales del Ministerio del Interior, que sitúan a Sánchez muy por delante de sus antecesores en el cargo después de cuatro años de gestión.
En buena medida, la gesta de Sánchez fue posible gracias al resultado de los socialistas en Catalunya, donde registraron su mejor resultado en generales de los últimos 15 años al hacerse con 19 de los 48 escaños en disputa y propinar un duro revés al independentismo, cuyas principales siglas quedaron relegadas al tercer puesto en el caso de ERC y al cuarto en el caso de Junts. Sumar obtuvo la segunda posición. El PSC sumó mucho más que el doble de papeletas que ERC y Junts con 1.200.000 votos, a pesar de la beligerante campaña de las derechas contra la política del gobierno de coalición en Catalunya como consecuencias de los indultos a los líderes del procés condenados por el 1-O y la reforma de los delitos de malversación y la sedición. Ya unos días antes del 23J, el diario Ara publicaba una encuesta en la que Sánchez era el político mejor valorado en Catalunya, muy por delante de Feijóo o Yolanda Díaz, pero también de los candidatos de ERC y Junts, Gabriel Rufián y Miriam Nogueras, respectivamente.
En Andalucía, tan sólo un año después de que el PP de Moreno Bonilla firmara una histórica mayoría absoluta en el que fuera durante 40 años principal feudo socialista, los socialistas subieron 10 puntos y sumaron 500.000 votos más que en las autonómicas. El PSOE reducía así la distancia con el PP a solo tres puntos, muy lejos de los cerca de 20 que los populares les sacaron hace 13 meses. Un resultado que confirma la movilización del tradicional electorado socialista que contrasta con el duro varapalo del 28M cuando el PSOE perdió las alcaldías de las ocho capitales de provincia y que, a juicio del secretario general de los socialistas andaluces, Juan Espadas, les permite “empezar a construir la alternativa a una coalición PP-Vox”
Los socialistas fueron también la fuerza más votada en Euskadi, a pesar de que todo apuntaba a que la principal pugna por la hegemonía política de la Comunidad se libraba entre PNV y EH Bildu. El PSE-EE fue una de las grandes sorpresas de la noche al obtener un triunfo inesperado e imponerse como primera fuerza, algo que no ocurría desde 2008, cuando José Luis Rodríguez Zapatero se impuso a Mariano Rajoy.
Todo ello unido a que Feijóo no consiguió, a pesar de ser primera fuerza en votos y en escaños, igualar el resultado de las autonómicas en Madrid, donde sumó un 40% de los votos, por debajo del 47,3% que cosechó Ayuso y 160.000 votos menos, permitieron que Sánchez pueda anotar una marca más a su carrera política.