Crónica

Sánchez “decreta” retiro y discreción mientras el PSOE transita entre la euforia y la preocupación por un tablero endiablado

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La cara A es la de la euforia de una derrota dulce. La cara B es la de la preocupación por un tablero endiablado. Entre una y otra transita en estas últimas horas el socialismo. Va por barrios o por territorios. Depende del interlocutor al que se pregunte. En la Moncloa y en la dirección federal hay calma chicha, un impasse hasta la constitución, el próximo 17 de agosto, de las Cortes Generales. “Habrá un presidente del Congreso socialista”, augura un miembro de la Ejecutiva, que no contempla la hipótesis de que Junts apoye a un candidato del PP y tampoco que los de Carles Puigdemont voten en contra del que proponga el PSOE.

Para la elección de la tercera autoridad del Estado sólo se necesitan más síes que noes, por lo que los de Génova tienen nulas posibilidades de lograrlo. La suma de PP-Vox más UPN da 170 votos frente a los 172 que, a priori, reunirían los de Ferraz con Sumar, ERC, EH Bildu, PNV y BNG. Y eso, sin necesidad de contar con los votos de Junts.

Para las próximas semanas, Sánchez “ha decretado” retiro y discreción en el partido y ha enviado a sus cuadros de vacaciones unos días. Está seguro de que no habrá bloqueo ni repetición electoral y sí un nuevo gobierno progresista, pero considera que ahora le toca al PP cocerse en su propia salsa de una victoria pírrica, muy por debajo de las expectativas creadas y baldía para que Feijóo afronte una investidura. Y todo, pese a que la reedición de ese Ejecutivo dependería de un partido cuyo líder, Carles Puigdemont, es un prófugo de la justicia española.

Fuentes del PSOE confían en que Junts, unas siglas donde cohabitan distintas sensibilidades, pueda saltar por los aires ante una posible nueva investidura de Pedro Sánchez. Están los herederos de la vieja Convergència, partidaria de la institucionalidad, el seny y el pragmatismo y están los incondicionales de Puigdemont, más radicales en sus posiciones. Todo dependerá de quién se imponga y si, como dice un miembro del Gobierno, “este partido, que ha perdido todo el poder institucional aprovecha o no la ocasión para volver a hacer política seria” a un año de las próximas elecciones catalanas y en plena batalla por la hegemonía del independentismo con ERC. 

La interlocución de Asens

Los socialistas afrontarán, desde la reserva más absoluta hasta que llegue el momento, el diálogo con el independentismo catalán, con quien, pese a lo que se cree, mantienen desde hace tiempo un canal abierto de comunicación hasta ahora desconocido. De ahí que en el partido hayan acogido con sorpresa, pero sin darle relevancia, que Sumar, la formación política de Yolanda Díaz, se haya atribuido en público la interlocución con ese mundo y designado a Jaume Asens, de los comunes, su hombre para explorar el terreno con los de Puigdemont. “Las posibles negociaciones ni se explicitan ni se cuentan, si de lo que se trata es de que avancen y fructifiquen”, añade un destacado cuadro del partido.

En el PSOE atribuyen esta finta a los pírricos resultados de Díaz –700.000 votos y siete escaños menos de los que obtuvo Unidas Podemos hace cuatro años– a una estrategia para tapar su guerra interna con los morados, que este lunes achacaron, a través de Ione Belarra, el retroceso a la decisión de la ya vicepresidenta en funciones “de invisibilizar el feminismo y a Podemos”. E idéntica lectura hacen sobre la exigencia de la coalición de sentarse a negociar ya la estructura y el reparto de de carteras de un Ejecutivo que aún no se sabe si podrá ser o no. 

De lo que están seguros es de que en esta ocasión, a diferencia de lo que ocurrió en la anterior legislatura, Gobierno y partido deberán hacer pedagogía sobre todo lo que hagan, también de los resultados que se obtengan del diálogo que se abra con Junts. “No podemos estar tres años callados, sin ir a los medios ni dirigirnos a la sociedad como ocurrió con los acuerdos parlamentarios con Bildu para que se nos tache de terroristas y guardemos silencio”, apostilla otro miembro de la dirección.

Hasta aquí la aplastante seguridad de la oficialidad en las posibilidades de que Sánchez sea investido y del apoyo rotundo que tendrá del partido haga lo que haga, después de crecer, contra todo pronóstico, casi 800.000 votos y dos diputados en las elecciones. De lo uno y de lo otro nadie tiene duda en el PSOE. Otra cosa es que en los territorios exista, ahora ya en frío, el mismo entusiasmo y euforia que desprenden en Moncloa y en Ferraz. “Cuando pasen los días, será inevitable la preocupación por gestionar un tablero endiablado”, adelanta un barón del PSOE, que alberga pocas dudas de que Sánchez se presente a la investidura y de que consiga los apoyos necesarios. Cualquier otro escenario, añade el mismo interlocutor, como el de la repetición electoral, sería un riesgo inasumible para la marca, “que podría empeorar el resultado del 23J”.

Quien así habla cree que Junts, además de “demostrar que tiene el control sobre la gobernabilidad de España, quiere quitarle la primacía a ERC en las próximas elecciones autonómicas”, una circunstancia que, reconoce, puede jugar en favor de su abstención a la investidura de un Sánchez, que más que haberse beneficiado de la movilización de la izquierda en la última semana de campaña “ha contado con el rechazo de Vox a Catalunya”. No comparte ese mismo análisis otro barón, que está de acuerdo en que “el independentismo va a mandar más que nunca en España” pero achaca la remontada del PSOE al despertar de una izquierda que entre el 28M y ahora despertó contra la ultraderecha y sus políticas reaccionarias. 

Lo explica incluso de manera más gráfica: “El 28M, España votó contra el 'sanchismo' y contra Bildu y el 23J, lo ha hecho contra Vox”, quien, por cierto, no ha hecho autocrítica de un resultado que le sitúa 19 escaños por debajo de hace cuatro años y les deja en la irrelevancia. Con esa representación en el Parlamento no podrán presentar mociones de censura –en la legislatura que acaba impulsaron dos– y tampoco presentar recursos de inconstitucionalidad contra las leyes promulgadas como han hecho hasta el momento.

No hay nadie en el PSOE que apoye ni considere la propuesta de Feijóo de que los socialistas se abstengan ante una hipotética investidura del candidato del PP, un partido que tendrá que afrontar inexorablemente cuando se dilucide el marco institucional un nuevo debate sobre su liderazgo nacional y sobre si mantiene su hasta ahora ambigüedad ante Vox o rompe definitivamente con ellos. Complicado escenario este último, teniendo en cuenta que ambos partidos ya son socios de gobierno en Valencia, Extremadura, Castilla y León y en no pocos ayuntamientos en España.

Sea como fuere, los socialistas están de acuerdo unánimemente en que Vox “es un partido tóxico y que la relación del PP con los de Abascal les ha dejado solos en el Congreso” sin posibilidad de acordar con ninguna otra fuerza política, si bien admiten que la senda de la próxima legislatura puede resultar tortuosa. Y no sólo por la dependencia del independentismo catalán, sino también porque 2024 llegará “con ajustes en el ámbito económico”. Con todo, ninguno está dispuesto a pasar por una segunda jornada electoral el próximo otoño.

Más autocrítica y menos épica

Hay, eso sí, quien desde las secretarías provinciales reclama a Sánchez “un análisis menos épico y más autocrítico”, algo que no sucedió este lunes en la reunión a puerta cerrada con la Ejecutiva Federal que presidió el secretario general. Y en ese marco es donde creen que lo primero que se tiene que reconocer desde la Moncloa es que “no se puede cambiar la política de comunicación de los últimos cuatro años a un mes de las elecciones”. 

“No comparecer o no atender a los medios, sean críticos o no, tiene desgaste, como lo tendrá para la marca haber perdido casi todo el poder territorial el pasado mayo y afrontar un escenario en el Parlamento peor aún que el que teníamos”, subraya un secretario provincial y exalcalde de una gran ciudad.

“Sánchez no ha salvado al PSOE, sino el PSOE a Sánchez”, asegura rotundo un socialista que quiere poner en valor los buenos resultados de Andalucía, Castilla y León, Catalunya y Extremadura, el único territorio donde los socialistas quedaron por encima del 40% de los votos.

Con todo, nunca el PSOE ha convergido tanto como en esta ocasión en el apoyo a Pedro Sánchez. Habrá, claro, algún llanero o llanera solitaria, pero ni se le escucha ni hoy por hoy se le concede algún crédito. Y es que Sánchez lo ha vuelto a hacer y, contra todo pronóstico, ha resurgido de sus cenizas. Quienes esperaban agazapados una debacle tendrán que esperar a otro momento.

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