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Sánchez endurece su posición sobre Catalunya mientras Casado agita el fantasma de la crisis

Catalunya y crisis económica son dos de los temas que PSOE y PP han puesto en el centro de la discusión de la campaña del 10N. Una disputa electoral en la que Pedro Sánchez y Pablo Casado tienen el objetivo compartido de revivir el bipartidismo. El socialista quiere situar al PP como su principal rival y viceversa. Ambos se presentan como las dos únicas alternativas de Gobierno. De ahí que la estabilidad del país y los asuntos de Estado, como la crisis territorial y la economía, tengan un papel protagonista en las intervenciones del presidente en funciones y del jefe de la oposición.

La cercanía de la sentencia del procés, el aniversario del 1-O y la tensión desencadenada con las detenciones de varios miembros de los CDR han dado la oportunidad a Sánchez de convertir Catalunya en uno de los ejes de su campaña, tras años en los que los socialistas reconocían que era un tema que les pasaba factura. Ya no. El presidente en funciones endureció su discurso contra el independentismo al constatarse la repetición electoral. En Moncloa tienen el convencimiento de que su perfil institucional y la demostración de que no ha sido “presidente a cualquier precio” –en referencia a la dependencia de las fuerzas independentistas como sucedió tras la moción de censura– les hace ganar puntos, especialmente ante el electorado de Ciudadanos, que es el que aspiran a conquistar.

Sánchez ya habla con normalidad en los mítines de precampaña de la hipotética aplicación del 155. “Si al final el Gobierno se ve obligado a tener que actuar articulando determinados artículos de la Constitución porque el independentismo no ha aprendido de los errores cometidos en el pasado, lo vamos a hacer”, ha asegurado el candidato del PSOE en una comida con militantes en Huesca. El presidente en funciones ha asegurado que esa suspensión de la autonomía se llevaría a cabo en torno a “tres ejes”: “Firmeza democrática, proporcionalidad y unidad de todos los partidos”.

Unas horas antes, Sánchez recibió en Moncloa a la Cadena SER y mandó la misma advertencia al independentismo, que conmemoraba el segundo aniversario del referéndum del 1-O: “El 155 se puede aplicar con un Gobierno en funciones; el Gobierno lo ha estudiado y no habría ningún problema desde el punto de vista de la legitimidad”. El líder socialista desliza así que no le temblará el pulso a la hora de suspender la autonomía de ser necesario, algo que, según dijo ante los militantes, “espera” no tener que hacer.

Al líder del Partido Popular, Pablo Casado, el endurecimiento del discurso de Sánchez sobre Catalunya le ha pillado por sorpresa. “No tiene credibilidad”, insisten fuentes de la máxima responsabilidad en la dirección del PP, que temen ahora que el PSOE les arrebate la estrategia de la contundencia ante la situación catalana. Casado, que durante la campaña del 28A aseguró que su primera medida al llegar al Gobierno sería aplicar el artículo 155 de la Constitución, ha virado ahora su plan nada más conocer que el Ejecutivo socialista no tiene tapujos para hablar sobre la intervención de Catalunya y pide ir “paso a paso”, planteando primero iniciativas como la aplicación de la Ley de Seguridad Nacional o la de estabilidad financiera para tocar las cuentas catalanas.

El verdadero mensaje que trata de trasladar Casado durante la precampaña es el económico. Tras el fracaso del 28A después de una campaña muy ideologizada por parte del PP, la dirección popular ha decidido pasar a lo pragmático, haciendo de la gestión económica su principal baza para apelar al voto útil de quienes hace cinco meses apostaron por Ciudadanos, Vox o incluso “desencantados” del PSOE. La de apelar a la capacidad de gestión es una estrategia habitual de la derecha para tratar de pescar votos en el centro.

Casado apuesta por no salirse del guión

Este martes, en un foro con empresarios iberoamericanos que se celebraba en un emblemático hotel madrileño, Casado agitaba el fantasma de una posible crisis económica en España. A su juicio es “desconcertante” que Sánchez hable de “desaceleración” porque hasta ahora la ignoraba, pero “las cifras ya no se pueden negar”. “Estamos ante una crisis económica incipiente a nivel mundial”, advertía el líder del PP antes de presentar a su partido como el único capaz de superar las dificultades económicas.

“Una vez más, como pasó con Aznar y con Rajoy, si España no quiere caer en una crisis, hace falta confiar en el PP”, llegaba a afirmar Casado, que quiere evitar como sea hablar de asuntos más ideológicos durante la campaña, como el aborto, Franco o la eutanasia. El líder del PP considera que se debe actuar en cinco vectores económicos: fiscalidad, burocracia, costes en la formación, costes laborales y costes energéticos

Ante los empresarios, Casado advertía de que “la inversión internacional se está deteriorando” en España, y recordaba que cuando Sánchez llegó al Gobierno este indicador en España superaba los 20.000 millones de euros y actualmente es de 3.000 millones. La dirección del PP insiste en que la situación actual “se parece mucho” a la de 2008, en la que el entonces presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, tardó en hablar de la crisis. Génova quiere convencer a la opinión pública de que la caída será similar a la de entonces y que, pese a la coyuntura económica mundial que apunta a la desaceleración, la responsabilidad es exclusivamente del PSOE.

Sánchez ha defendido a Zapatero al asegurar que no fue el único que no vio la crisis, sino que tampoco alertaron entonces las instituciones internacionales. “Hay riesgo de crisis en el mundo, en Europa y en España”, se ha anticipado Sánchez tras reconocer que hay “cierta desaceleración de nuestra economía”, aunque “las previsiones siguen siendo positivas para España”. Consciente de que esta será una de las armas arrojadizas de la campaña, Sánchez llamó a “no caer en el alarmismo ni en la autocomplacencia”.

El candidato socialista ha hecho de la estabilidad su principal mensaje de precampaña y se sitúa como única opción de Gobierno posible, además de arremeter contra el PP por su fórmula de 'milagro económico'. Sánchez ha reiterado ya en varias ocasiones que ofrecerá otra salida a una eventual crisis a través de la distribución equitativa de la riqueza. Casado, que escenifica un nuevo viraje al centro, intenta no cometer los errores del pasado sin salirse del guión que le han escrito sus principales asesores: la economía y la experiencia de gestión serán los dos ejes clave de la campaña. Junto con Catalunya, Génova quiere que sean los únicos que se traten en los actos y mítines de las próximas semanas.