Sánchez e Iglesias se intercambian mensajes: no soy yo, eres tú
Lo llaman el postpartido. Dedicar en radio o televisión casi tanto tiempo a comentar una gran final, por ejemplo de la Liga de Campeones, como lo que ha durado el encuentro. Podemos y el PSOE han inventado una nueva forma de postpartido: se lleva a cabo antes de que se celebre la final, en este caso, el debate de investidura. El concepto es un poco confuso, como lo es en general la política española. Y cuantas más entrevistas dan los protagonistas, más perplejo se queda el votante.
Las negociaciones están rotas. Pedro Sánchez ha pedido que le devuelvan las cartas de amor después de que Pablo Iglesias convocara una consulta entre los inscritos de su partido para que valoren la magra propuesta recibida (la respuesta recomendada por la dirección es rechazar la oferta socialista por lo que se deduce de la redacción de las preguntas). Ahora toca dar entrevistas para sostener que el malo es el otro.
Sánchez estuvo el lunes en la SER. Al día siguiente, Iglesias en La Sexta. El titular de ambos es el mismo: mi generosidad no conoce límites, pero no soy tonto (los votantes también podrán decir lo mismo si hay que repetir elecciones). Ambos ya están en modo precampaña electoral. Eso se nota cuando los políticos no muy lejanos ideológicamente se intercambian insultos o menosprecios. Sánchez calificó de “mascarada” la consulta anunciada por Podemos. Iglesias vino a llamar cobarde al presidente en funciones al preguntarse si su problema es que no tiene valor para resistirse a las presiones del Ibex.
Iglesias parte con la ventaja de que la posición de Sánchez no es muy sólida desde el punto de vista argumental. Es difícil reclamar que te corresponde todo el poder con 123 diputados. Es lo que Iglesias llamó “Gobierno de partido único”, aunque antes esa expresión se empleaba con otro tipo de sistemas políticos.
Escuchar a la vicepresidenta Carmen Calvo obligaba a un gran esfuerzo de imaginación: “Lo que está haciendo (Podemos) es vetar la investidura del que ha ganado las elecciones”. Parece que es necesario recordar lo que ya se dijo a Rajoy en 2016: en un sistema parlamentario no vale con tener el mayor número de escaños. No te da un cheque al portador que te garantiza el derecho automático a un Ejecutivo monocolor. Tienes que ser capaz de conseguir los apoyos que te den la mayoría necesaria en el Parlamento. Y la mayor responsabilidad es de Sánchez, porque él tiene el mayor número de escaños y se lleva la mayor parte del premio, la presidencia.
El partido de los locos titulares
¿Dónde está la debilidad de Iglesias? La que arrastra por liderar un partido disfuncional que sufrió el cisma entre sus dos máximos dirigentes y que no ha dejado de sufrir divisiones internas, por las que ya pagó un duro precio en las elecciones autonómicas y locales.
Podemos siempre da titulares imprevisibles, como se está viendo en La Rioja. Allí tiene un escaño en una Cámara autonómica de 33 y exige entrar en el Gobierno con tres consejerías, según el PSOE. La diputada de Podemos no lo desmiente. IU y Podemos se presentaron juntos en las urnas, pero no han tardado mucho en separarse. La diputada de IU ha firmado un acuerdo de programa con los socialistas en el que el partido de Iglesias no ha querido participar. Si esta gente no pacta ni lo más básico con los socios de coalición, ¿cómo van a verlos los partidos con los que podrían llegar a acuerdos? Un poco de miedo, sí que deberían tenerles.
Contraer matrimonio con Podemos supone además para el PSOE certificar la estrategia de Albert Rivera, que ha decidido hacerse fuerte en el bando de la derecha y descartar hasta el fin de los tiempos cualquier acercamiento a los socialistas. Sánchez y sus asesores no han renunciado a la idea de tener aliados potenciales a su izquierda y su derecha y moverse a un lado u otro en función de las necesidades del momento. Lástima para ellos que los demás partidos no hayan venido a este mundo para hacer la vida más fácil al PSOE.
Es lo que piensan los socialistas navarros. Cuentan con 11 escaños sobre un total de 50 en el Parlamento de Navarra, y un 20% de los votos, y también quieren un Gobierno monocolor. Cómo explicas a esta gente que es legítimo y pasa con frecuencia en las democracias parlamentarias que es muy posible que el partido al que pides su apoyo ponga como condición entrar en un Gobierno de coalición.
En la entrevista en La Sexta, se vio un curioso duelo entre Antonio Ferreras e Iglesias. Casi todas las preguntas del periodista eran para convencerle de que un Gobierno de coalición sería algo “histórico” en España, es decir, muy difícil de conseguir, una quimera, o para insistir en preguntar si el problema sólo viene de que él quiere ser vicepresidente. “¿No serás tú quien no quiere que yo esté?”, respondió Iglesias en una de esas.
Por esa parte, Iglesias lo tenía fácil. “A mí, Pedro Sánchez no me ha dicho que no puedo estar en el Gobierno”, dijo y recordó que el presidente ha desmentido que le haya pedido la vicepresidencia.
Forma parte de ese universo paralelo a la realidad que es la política que ellos digan que no hablaron de lo que todo el mundo habla. El PSOE sostiene que ha hecho varias ofertas a Podemos hasta proponer que gente “cualificada” de Podemos esté en el Gobierno, pero sin molestar. Es una forma de vetar a los dirigentes como Iglesias de los que no se fían.
Lo que sí está claro es que un Gobierno de coalición no es un fenómeno sobrenatural en Europa. Es lo que ocurre en Alemania, Austria, Italia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Finlandia, Dinamarca, Rumanía, Bulgaria, Croacia, Eslovenia, Eslovaquia, Estonia, Letonia y Lituania.
A ver si vamos a tener que llegar a la conclusión de que la democracia española está mucho menos avanzada que la de todos esos países.