Cuando el volcán de La Palma entró en erupción y los periodistas llamaban a La Moncloa en busca de información y respuestas rápidas, en el equipo del presidente Sánchez se pedía paciencia con una irónica respuesta: “Estamos en ello. Os pedimos calma porque por 'v', de volcán, no teníamos anotado nada en la lista de imponderables”. Claro que tampoco constaba en los archivos presidenciales un manual de respuestas para afrontar una pandemia que se ha llevado por delante la vida de 100.000 españoles o una nevada como Filomena que colapsó la capital de España durante una semana. Mucho menos para una guerra en el corazón de Europa. Y todo ha ocurrido en poco más de dos años. La ley de Murphy, que viene a decir que todo es susceptible de empeorar o que si algo puede salir mal, saldrá seguro mal, se ha cumplido a rajatabla desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno. Nunca antes en democracia un jefe del Ejecutivo tuvo que enfrentarse a mayores y tan seguidas adversidades.
Por la 'g' de guerra en las dependencias presidenciales no había tampoco un archivo que alertara de una posible invasión rusa en Ucrania y, si lo había, no se le dio crédito. Ni en La Moncloa, ni en El Elíseo, ni en la sede central de la cancillería alemana, ni en El Palazzo Chigi… En Europa nadie creyó que Putin llegaría a donde ha llegado. Ahora, pese a la contundente e histórica respuesta de las instituciones europeas, las consecuencias de todo ello darán al traste con las previsiones oficiales de una economía que empezaba a enderezar el rumbo tras la crisis sociosanitaria. España no será la excepción.
Y, aunque no es la nuestra una de las economías más expuestas a la guerra, ya hay un aumento del precio de la energía que se refleja en el recibo de la luz que este comienzo de marzo ha llegado a los hogares españoles. La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, ha anunciado, de hecho, que su departamento estudia medidas para contener la previsible escalada de precios. En el Ejecutivo confían en que la UE revise más pronto que tarde las bases de su modelo energético para, por un lado, evitar que los precios de los mercados afecten a los consumidores y, por otro, se reduzca la dependencia energética de Rusia.
Con todo, el Gobierno no oculta que las sanciones impuestas a Rusia tendrán consecuencias económicas para España y que la inflación, situada esta semana en un 7,4%, puede seguir creciendo. El encarecimiento del precio de la energía repercute en los procesos productivos en general, lo que provocará una subida general del IPC, que a su vez precipitará una caída del PIB. Dicho de otro modo: nos enfrentamos a un nuevo escenario de empobrecimiento para las empresas y las familias, cuya capacidad adquisitiva se verá mermada y el consumo, reducido.
Abierto a las aportaciones de los partidos y los agentes sociales
De ahí que Sánchez no haya querido poner esta semana paños calientes a la situación a la que nos enfrentamos y haya dicho con claridad que la guerra será larga y tendrá consecuencias severas para todos. Por eso esbozó ya las líneas generales del Plan Nacional de Respuesta al Impacto de Guerra, una iniciativa que, según avanzó, está abierta a las aportaciones de los grupos parlamentarios y los agentes sociales.
El plan incluye un pacto de rentas para aportar estabilidad y evitar caer en una espiral inflacionista, una prórroga hasta el 30 de junio del descuento del bono social para los vulnerables y otra con los mismos plazos para el tipo reducido del IVA al 10% de la electricidad, además de la suspensión del Impuesto al Valor de la Producción de Electricidad y del Impuesto Especial sobre la Electricidad al 0,5%.
El Gobierno acelerará también la puesta en marcha de los nuevos ERTE, el mecanismo RED de flexibilidad y estabilización del empleo, en previsión de que se produzcan situaciones temporales de desabastecimiento, aumento de costes o reducción de la demanda en determinados sectores. Asimismo, aumentará la promoción de nuestros destinos turísticos más expuestos y solicitará a la Comisión Europea que utilice todos los medios para facilitar la oferta de cereales.
El panorama no puede ser mas desalentador y todas las señales emitidas desde los distintos ministerios son de máxima preocupación en el plano geopolítico, militar, económico y social. Pese a todo, el presidente ha salido esta semana satisfecho por el amplio apoyo recibido en el Parlamento, más allá de las críticas de las ministras de Podemos al envío bilateral de material militar ofensivo a Ucrania que Sánchez negó durante los primeros días de la ofensiva militar rusa.
Sin coste político por el envío de armas
Mucho más por el temor a que España quedase descolgada de la respuesta que estaban dando todos los socios europeos que por la unidad política nacional a la que apeló en el Congreso, el presidente rectificó la decisión el martes por la tarde, pese a los intentos de su socio para convencerle de que no se sumarse al envío de material ofensivo. Una corrección que en La Moncloa creen que no sólo ha ido en la dirección correcta, sino que no ha tenido coste alguno para el Gobierno. Todo lo contrario. Además del aval de la mayoría del arco parlamentario, la vicepresidenta Yolanda Díaz se ha alineado claramente con la posición de Sánchez, igual que Alberto Garzón o Joan Subirats. De ahí que en el equipo presidencial sostengan que no hay un problema de estabilidad en el Gobierno, sino que el problema lo tienen los morados con la que pretende ser líder del espacio electoral que Podemos comparte con IU, los comunes y otros grupos.
En la Moncloa están convencidos de que Pablo Iglesias y sus constantes intervenciones en los medios y en las redes sociales se ha convertido en “un verdadero problema para su partido y para Yolanda Díaz”, con quien el distanciamiento cada día es más evidente, explícito y sonoro.
Podemos se enfrenta a las contradicciones propias de seguir en el Gobierno y a la vez criticar las medidas impulsadas por el gabinete del que forma parte. Pero ese es un asunto que la parte socialista entiende que ni le compete ni afecta a la estabilidad del Ejecutivo en tanto en cuanto no hay la más mínima señal de que los morados estén pensando en romper la coalición. En este momento, a Sánchez le preocupa más mantener la unidad política nacional y lograr un amplio consenso para el Plan de Respuesta al impacto de la guerra que dedicar un minuto a “los planteamientos de Iglesias que replica quien le sucedió al frente de la dirección del partido”.
“España y el Gobierno están donde tienen que estar y los problemas que tenga Unidas Podemos tendrá que resolverlos Unidas Podemos”, defienden desde el entorno del presidente, que no quieren que exista el más mínimo atisbo de duda sobre el compromiso de España con Ucrania, que es además el sentimiento mayoritario en la opinión pública. “De ahí que nadie, ni grupos ni medios de comunicación, hayan hecho la más mínima crítica a las decisiones ni militares ni socioeconómicas anunciadas por el presidente el pasado miércoles”, apostillan los mismos interlocutores.
En lo que respecta al apoyo del PP a su estrategia, la Moncloa está convencida de que es sincero y que se mantendrá en el tiempo. No en vano, todo lo que no sea la guerra y sus consecuencias ha pasado a ser un asunto pequeño dada la envergadura del desafío ante el que nos encontramos, tras la invasión de Ucrania.