Mucho ruido, pero todo sigue igual. Poco cambia en nuestro tablero nacional. No así en el de Francia, donde un derrotado Macron ha disuelto la Asamblea Nacional y convocado elecciones legislativas tras la arrolladora victoria de Le Pen. O en Alemania, donde la ultraderecha sube hasta el segundo puesto. Aquí, en España, gana el PP, sí, por cuatro puntos y por sólo dos escaños respecto al PSOE, que pierde un eurodiputado respecto a 2019 pero se mantiene en el 30% de los votos. La radiografía que arroja el resultado en la suma de los porcentajes de voto entre bloques es la misma que salió de las elecciones generales de hace un año si a la izquierda se le suma el resultado de nacionalistas e independentistas. Primera conclusión: Sánchez se queda y Feijóo, también, pero con Vox y ahora también con Alvise de aliados.
Se cumple así el augurio con el que el popular Esteban González Pons cerró la campaña de las elecciones europeas. No porque hayan quedado en tablas, sino porque ambos permanecerán donde están, uno en La Moncloa y el otro, en la oposición. La aprobación de la ley de amnistía, la investigación sobre las actividades profesionales de Begoña Gómez, la colaboración de algunos jueces han movilizado a una derecha que este 9J ensancha la pírrica distancia sobre Sánchez de poco más de un punto que obtuvo en las generales de 2023. Los resultados, no obstante, se producen con una participación del 49% del electorado, un 11,51 puntos menos que en 2019 y con cerca de cinco millones de votantes que no han acudido a las urnas.
El plebiscito a Sánchez que había planteado Feijóo en estas europeas se ha quedado, en todo caso, en una victoria ajustada, lejos del claro triunfo que esperaban los populares hace meses y sin que se vislumbre con nitidez el cambio de ciclo del que, tras conocer el escrutinio, ya habló Feijóo. El PSOE aguanta, pese a todo, mientras que los populares ganan después de absorber al difunto Ciudadanos en unas elecciones europeas de las que el bloque de la derecha sale aún más fragmentado que en 2019. Y es que a la fortaleza de Vox, que pasa de 4 a 6 eurodiputados, se suma ahora la irrupción de Se Acabó La Fiesta, un partido más radical aún que el de Abascal y que encabeza el agitador Alvise Pérez, paradigma del bulo y la desinformación. Feijóo tiene, por tanto, desde este lunes no un problema, sino dos porque con este reparto, no podrá gobernar España salvo en coalición con la ultraderecha que ahora está partida en dos.
El PP creyó en las encuestas que le dieron hasta 10 puntos de ventaja respecto al PSOE, rebajó la expectativas durante la campaña y acabó la noche de domingo dándose por satisfecho con una victoria ajustada y con el contraste entre los 12 puntos y ocho escaños que el PSOE les sacó hace cinco años y el resultado a su favor del 9J. Poco han tardado en felicitarse por haber superado por tercera vez a los de Sánchez en unas elecciones de ámbito nacional, como ya hicieron en las municipales y generales del 2023. “Solo un punto ya es ganar”, respondían en Génova a la pregunta de si Feijóo daba por ganado el plebiscito sobre Pedro Sánchez con sólo dos escaños de ventaja. La consigna pasa por poner el foco en el crecimiento del bloque de centroderecha, una suma en la que incluyen los votos de PP, Vox y Ciudadanos –hace cinco años sumaban el 38% de los votos y ahora superan el 48%– y también en que el PSOE ha resistido a costa de pescar en el granero de Podemos, Sumar y los partidos nacionalistas.
El PSOE, decepcionado con el resultado porque realmente llegó a creer en el empate técnico, salva en todo caso otra vez los muebles, como ocurrió en las generales de julio de 2023, después de unas municipales y autonómicas que borraron del mapa a gran parte de los gobiernos socialistas. Sánchez no dudó durante la campaña en entrar al trapo del plebiscito que le tendió Feijóo e hizo suya la misma estrategia polarizadora al denunciar una operación orquestada contra su esposa, tras la investigación judicial por posibles delitos de corrupción y tráfico de influencias, que le han llevado a lograr 20 europarlamentarios -sólo uno menos de los de 2019- a costa de su Sumar, su socio de gobierno. El PP juega ya con la idea de que ha ganado ya cuatro elecciones a Pedro Sánchez –municipales, autonómicas, generales y europeas–, pero tendrá complicado instalar el marco de que los resultados son una enmienda a la totalidad al gobierno y a sus políticas y un clamor para que Sánchez salga de la Moncloa.
“No hay cambio de ciclo, fracasa el plebiscito planteado por Feijóo y el PP no despega” es la lectura de urgencia que hicieron los socialistas tras el escrutinio final, pese a que el PP les ganó por casi 700.000 votos y el histórico dice que siempre que se impone en europeas, lo hace también en las siguientes generales. Los de Sánchez se aferran a que la marca se mantiene por encima del 30% del voto total en España y que han vuelto a salvar los muebles, “pese a la ofensiva política, mediática y judicial contra el gobierno de coalición y contra el presidente y toda su familia”. No en vano, hace apenas tres meses, los populares auguraron que ganarían las europeas por más de 10 puntos de ventaja y, finalmente, han sido cuatro.
Que la formación de Yolanda Díaz se haya desfondado mantiene abierta la pugna con un Podemos que recupera oxígeno al lograr dos escaños, tan sólo uno por debajo de Sumar que no consiguió el cuarto que le hubiera correspondido a IU, después de que en la negociación de la candidatura el grupo plurinacional optara por priorizar a Comunes y a Compromís por delante de Izquierda Unida y Más Madrid. La batalla entre Podemos y el espacio de Díaz no les es ajena a Sánchez, que se enfrentará desde ahora a un socio de gobierno que puede endurecer su discurso y mantener la estrambótica estrategia de gobernar por la mañana y hacer de oposición por la noche, como ha hecho durante la campaña electoral.
El futuro de la coalición de Díaz, que fue la gran ausente de la noche del domingo al no acudir siquiera a la sede del partido, está aún por dilucidar y también el liderazgo de la vicepresidenta segunda del gobierno que, desde las elecciones del pasado julio hasta hoy, se ha dejado cerca de 8 puntos pasando del 12,3% al 4,65% de los votos. Solo un 0,07% más que Alvise Pérez, el agitador ultra de Se Acabó La Fiesta.
40