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Sánchez renueva los territorios del PSOE desde el Consejo de Ministros

Pedro Sánchez, María Jesús Montero y Pilar Alegría, en una Ejecutiva del PSOE

José Enrique Monrosi

7 de enero de 2025 22:21 h

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El Consejo de Ministros como caladero para los liderazgos territoriales del partido y no al revés. El PSOE afronta ahora la profunda renovación pendiente de un gran número de federaciones desde que el derrumbe electoral de 2023 arrasara la práctica totalidad de su poder autonómico y municipal. Y lo hace con un patrón que Pedro Sánchez ha decidido repetir desde el éxito de la operación de Salvador Illa en Catalunya: nutrir a las federaciones socialistas de cuadros salidos directamente del Gobierno central.

La próxima en hacerlo será María Jesús Montero, la todopoderosa vicesecretaria general del PSOE, vicepresidenta primera y ministra de Hacienda. La renuncia este martes de Juan Espadas, que ya no contaba con el respaldo ni de Ferraz ni de gran parte de sus compañeros de filas en Andalucía, deja el camino expedito a Montero, que presentará este miércoles su candidatura y que podría ser proclamada secretaria general de los socialistas andaluces por aclamación y sin guerras intestinas, la gran obsesión de Pedro Sánchez.

El desembarco de María Jesús Montero en Andalucía para enfrentarse al presidente Juan Manuel Moreno, que gobierna la Junta con mayoría absoluta después de arrasar a Espadas en 2022, supone un mensaje muy potente en sí mismo. Porque en las filas socialistas ha existido en los últimos meses el debate interno sobre si los próximos comicios al parlamento andaluz, previstos para junio de 2026, debían darse como una causa perdida para centrarse en un proyecto renovado a medio plazo que diese tiempo además a que la figura de Moreno, disparado aún en las encuestas, pueda desgastarse.

Pero el movimiento de Montero, una de las personas más cercanas a Pedro Sánchez y la mujer con más poder orgánico e institucional después del presidente, desecha de plano cualquier hipótesis que no pase por dar la batalla en la carrera a la Junta de Andalucía, un bastión socialista inexpugnable durante 30 años perdido en favor del PP en 2018. La apuesta resume bien el planteamiento de Sánchez y su equipo respecto al próximo ciclo electoral. Conscientes de que la conformación del actual Gobierno de coalición se sustenta en gran medida en un pequeño milagro surgido de las urnas en julio de 2023, en la Moncloa sostienen que no hay otro camino que recuperar parte del poder perdido en municipios y autonomías para comerle terreno a la derecha y llegar con alguna opción de éxito al final de la legislatura.

“Nuestra principal prioridad será ganar las elecciones municipales y autonómicas de 2027 y volver a gobernar en toda España. Vamos a trabajar duro para llevar en 2027 el cambio progresista allí donde hoy hay gobiernos negacionistas. Porque estamos ante una década decisiva en la que se decidirá si los Estados del Bienestar siguen creciendo o vuelven a recortarse”, proclamó el propio Pedro Sánchez hace justo un mes, durante el congreso federal del PSOE en Sevilla.

La tesis de los socialistas es que hoy, y ante la crisis generalizada en los territorios a excepción de Asturias, Navarra o Castilla- La Mancha, es el Gobierno de Pedro Sánchez el verdadero referente de poder de la izquierda en España. Y por eso también, a su juicio, la mejor plataforma de promoción política de nuevos cuadros para las federaciones.

Después del éxito de Salvador Illa, que pasó de gestionar la pandemia como ministro de Sanidad a gobernar la Generalitat de Catalunya y acabar por primera vez en la historia con la mayoría independentista en solo cuatro años, Ferraz y Moncloa han impulsado que otro ramillete de ministros sigan sus pasos. Fue el caso, por ejemplo, de Diana Morant, la ministra de Ciencia e Innovación que lidera a los socialistas valencianos tras relevar a Ximo Puig después de la pérdida de la Generalitat Valenciana en favor de Carlos Mazón.

La misma operación se intenta ahora con Pilar Alegría en Aragón, aunque con mucho más ruido interno. La ministra de Educación y Deporte y portavoz del Gobierno es otra de las personas de la máxima confianza tanto de Pedro Sánchez como de Santos Cerdán, el Secretario de Organización de Ferraz. Y la misión encomendada es similar a la que en su día se le encargó a Juan Espadas con Susana Díaz.

La federación aragonesa es uno de los principales quebraderos de cabeza orgánicos para la dirección del PSOE porque su hombre fuerte, Javier Lambán, es junto a Emiliano García-Page el último resquicio de oposición interna al 'sanchismo'. La pérdida del Gobierno de Aragón en 2023 en favor del PP abrió la puerta a ese relevo, para el que en la Moncloa volvieron a mirar una vez más al Consejo de Ministros. Alegría, eso sí, se someterá a unas primarias frente a Darío Villagrasa, actual secretario de organización del PSOE de Aragón y persona de confianza de Lambán.

El más reciente de los aterrizajes autonómicos directamente desde un ministerio es el de Óscar López, exjefe de gabinete del presidente del Gobierno y hoy ministro para la Transformación Digital. Sentenciado por Ferraz desde hace meses, la salida de Juan Lobato de la secretaría general de los socialistas de Madrid se produjo de forma abrupta como es habitual en la federación madrileño y a cuenta de la supuesta filtración de documentación relacionada con la pareja de Isabel Díaz Ayuso. Y en tiempo récord y sin necesidad de primarias, porque no se presentó otro candidato, fue sustituido por López, ya secretario general del PSOE de Madrid y futuro candidato a la Comunidad para competir con Isabel Díaz Ayuso.

Cuestionada por la sucesión de nombramientos de líderes territoriales en el seno del Consejo de Ministros, la portavoz Pilar Alegría defendió este martes la “plena compatibilidad”. “Hay muchos ejemplos, la hemeroteca es larga. Y si usted me pregunta por una persona en concreto, yo sí que le puedo garantizar que, aparte de ser una enorme política, tiene una inmensa capacidad de trabajo”, respondió en referencia a María Jesús Montero.

Tudanca y Espadas dejan paso

En Castilla y León también se produjo este martes la oficialidad de la renuncia de Luis Tudanca como secretario general del PSOE de Castilla y León tras algo más de una década como máximo dirigente socialista en la comunidad. ‘Sanchista’ de primera cepa, Tudanca se lleva como ‘trofeo’ la única victoria del PSOE en 37 años, pero que no le llevó al poder porque Ciudadanos eligió al PP de Alfonso Fernández Mañueco. Su “espinita”, ha reconocido, es no haber logrado desalojar a los populares del poder de su ‘granero de votos’.

La salida de Tudanca acaba con meses de enfrentamiento interno en el PSOE, que se tensionó al máximo en octubre con la fecha de las primarias y congreso, que Ferraz vetó y haciendo que el siempre templado Tudanca estallara contra el secretario de Organización, Santos Cerdán. El intento de pactar una tercera vía o una bicefalia en las últimas semanas chocó con sus críticos, los secretarios provinciales de León y Valladolid, Javier Alfonso Cendón y Óscar Puente, que llevan meses apostando en este caso por el alcalde de Soria, Carlos Martínez, como nuevo líder socialista autonómico.

La rendición de Tudanca se ha producido tras semanas de interminables conversaciones y reuniones que acababan en punto muerto. La presión interna a favor de una lista única de consenso empezó a calar entre sus propios apoyos y el burgalés optó por retirarse para no tensionar más al partido. Nadie obvia que todos los secretarios generales de las nueve provincias son diputados o senadores, cuyas listas dependen de Ferraz. Tudanca, que se ha ido sin reproches notorios, ha prometido apoyo a su sucesor y ha dejado abierta la puerta a seguir en política en algún otro destino. Los críticos valoran el gesto y piden confianza para que Martínez construya una alternativa de gobierno a medio plazo, ya que reconocen que ante las posibles elecciones, como máximo en febrero de 2026, “hay un panorama complicado”, informa Antonio Vega.

Casi a la misma hora, en Andalucía, se producía el adiós de Juan Espadas, que sólo ha aceptado apartarse cuando María Jesús Montero le confirmó, el domingo 5 de enero, que daría el paso para tomar las riendas de la federación más numerosa del partido y ser alternativa a Juan Manuel Moreno en las elecciones andaluzas de 2026. 

La operación, de la que sólo han participado ellos dos junto a Pedro Sánchez, buscaba evitar la ruptura interna del PSOE andaluz a poco más de un año de las autonómicas. Cualquier otro candidato distinto a Montero -por ejemplo, el jiennense Juan Francisco Serrano, número dos del secretario de Organización, Santos Cerdán- habría supuesto “unas primarias a cara de perro”, porque Espadas tenía decidido plantar batalla interna.

La elección de Montero, que comparece este miércoles ante la prensa, alinea a los oficialistas de Espadas con sus críticos, logrando la unidad de partido “necesaria” para “ganar las elecciones en Andalucía”, la comunidad más poblada, antiguo bastión socialista y, desde 2022, terreno inexpugnable del PP de Moreno, que gobierna con mayoría absoluta y sin fisuras de la oposición, informa Daniel Cela.

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