Los jugadores de mus saben que si alguien pierde la cabeza y empieza a lanzar órdagos con la supuesta intención de despistar al contrincante sólo está demostrando que no sabe jugar. Y que lo terminará pagando. Por el contrario, los órdagos, los golpes de efecto y las decisiones arriesgadas tienen mucho mejor cartel en política. La fortuna favorece a los audaces, se suele decir recordando un proverbio de la antigüedad. La gente olvida que por cada Napoleón que perfeccionó esa idea hasta lograr intimidar a sus enemigos hay otros cien caudillos que la llevaron a la práctica y sólo consiguieron acelerar su aniquilación.
Con gesto serio y un tanto demacrado –seguro que no había dormido mucho–, Pedro Sánchez anunció este lunes desde Moncloa el fin de la legislatura y la convocatoria de elecciones anticipadas. Lo hizo en menos de tres minutos. Ningún mensaje optimista sobre el futuro. Un breve resumen de algunos logros del Gobierno. El lamento por los presidentes y alcaldes socialistas derrotados después de “una gestión impecable”.
Con su decisión, Sánchez concedía un gran regalo al Partido Popular al confirmar sus ataques de los últimos meses que decían que el Gobierno de coalición estaba muerto. La derrota del 28M impone su ley. “Solo hay un método infalible para solventar estas dudas”, dijo Sánchez. Cerrar la tienda y pedir a los españoles si quieren que se vuelva a abrir con la misma oferta.
Algunos no tardaron mucho tiempo en destacar en Twitter la audacia del protagonista de la noticia. “Un animal político”, decían con admiración. Otra jugada más que nadie esperaba. La adulación siempre acompaña a los políticos cuando sorprenden. Pero la sorpresa no es un valor por sí misma.
La verdad es mucho más prosaica. Moncloa cree saber que los resultados electorales en diciembre serían peores. Meter al electorado una descarga de 10.000 voltios servirá para hacerlo despertar. Lo cierto es que la amenaza de gobiernos de coalición del PP y Vox no funcionó en las elecciones de Madrid de 2021, ni en las de Castilla y León, ni en las de Andalucía, ni tampoco en este 28M. Tendrán que volver a intentarlo. Esta es la definitiva. Una nueva terapia de choque que fracase acabará por finiquitar al paciente.
En un momento en que hay motivos para dudar de la movilización de los votantes de izquierda, las elecciones se celebrarán el 23 de julio. En pleno verano y en mitad de un puente. Eso parece más temerario que audaz.
La extrapolación del resultado de las elecciones municipales a unas generales –un ejercicio que a los periodistas les encanta hacer y que es muy discutible porque obliga a comparar comicios muy diferentes– puede ser otro factor que Moncloa ha tenido en cuenta al pensar que no todo está perdido. Dejaría al PP por debajo de 140 escaños. Sigue abierta la posibilidad de que no haya ninguna mayoría viable con apoyos suficientes en el Congreso, lo que obligaría a repetir las elecciones, como ya sucedió antes.
¿Con qué cara se presentará el PSOE a esas elecciones? Una en la que el socio del Gobierno de coalición y los socios de la legislatura en el Parlamento aparecerán lo menos posible. Llega el momento en que cada partido se defienda por sí solo.
Los barones socialistas demostraron en varias ocasiones que preferían ignorar que no habría habido Gobierno de Sánchez desde 2019 sin el apoyo de Unidas Podemos y de los otros socios. Moncloa no podía admitir en voz alta que necesitar el apoyo de independentistas catalanes y vascos tenía muy mala venta en algunas regiones de España, y el 28M lo ha confirmado.
A su izquierda, no hay triunfadores y el optimismo que pueda detectarse en las declaraciones parece más impostado que real. No faltaron las llamadas a la unidad del “espacio” de la izquierda. Tampoco los que le hacían la autocrítica a los otros, una costumbre muy arraigada en el día después de unas elecciones.
El resultado de Podemos o de la alianza de Podemos e Izquierda Unida fue desolador con porcentajes en las autonómicas que están entre el 4% y el 5%. Adquirió aires tragicómicos en citas como la de la ciudad de Huesca, donde Podemos (4,6%) e IU (4,4%) se quedaron por separado fuera del consistorio al no llegar ninguno al 5%.
“Nosotras salimos a ganar en la segunda parte del partido y queremos hacer lo que mejor sabemos hacer, que es remontar”, dijo Ione Belarra el lunes en un mensaje grabado y difundido por Twitter. Hay remontadas a las que puede faltarles el tiempo, más viendo lo que ha ocurrido en los últimos meses. Los ataques personales y recelos mutuos se han sucedido hasta ahora. Belarra afirmó que se está trabajando en esa candidatura conjunta. Ahora deben intentar en diez días lo que ha resultado imposible en meses.
Yolanda Díaz se limitó a un tuit que decía que “hay que hacer las cosas de otra manera”, que puede significar que el acuerdo es posible si se toman las medidas adecuadas o que ha hecho cuentas y ha llegado a la conclusión de que lo que aporta Podemos en votos resta en otras cuestiones, como el mensaje que ella quiere vender a los ciudadanos.
Una candidatura conjunta de Sumar, Podemos, IU y otros que parezca que se ha hecho a estacazo limpio o porque no había otra alternativa lo tendrá muy difícil para generar el tipo de ilusión que haría posible una remontada. Si hay que “abrazarse con culebras” para lograr ese frente amplio o como quieran llamarlo, habrá muchos votantes que prefieran mantenerse alejados del espectáculo, no sea que se lleven un mordisco.