Cuando desde elDiario.es me pidieron que seleccionase cuatro fotografías que hubiese hecho a lo largo de los seis primeros meses del año, y escribiese un texto sobre cada una de ellas, mi cabeza se llenó de dudas… ¿qué cosas había documentado con mi cámara? ¿Eran suficientemente importantes? ¿Sería capaz de contar la historia que había detrás de cada imagen?
Inmediatamente, y de manera inconsciente, hice un repaso mental de las historias que había cubierto durante ese tiempo. Y constaté, una vez más, algo que repito muy a menudo: “Uno hace las fotos que puede, no las que quiere”. A veces la limitación viene por los encargos que te hacen, otras por cuestiones personales y en ocasiones por lo que te dejan hacer. En mi caso se sumaron varios condicionantes: durante semanas estuve haciendo un mismo tema, la guerra en Ucrania, gran parte de los encargos que hice fueron entrevistas, absolutamente necesarias pero alejadas de la acción de las calles, y, a nivel personal, el día 11 de junio nació Olea, mi segunda hija, algo que me absorbió desde mucho antes del parto. Por lo tanto, las imágenes que iré mostrando a lo largo de estas cuatro semanas, no son una selección de las mejores fotografías de la primera mitad del año, o de las noticias más populares, sino simplemente cuatro instantáneas que yo pude hacer y que, considero, cuentan cosas importantes.
La primera de todas es una fotografía de una de las manifestaciones a favor de la sanidad pública que hubo en Madrid. Concretamente la que se celebró el pasado 12 de febrero. La sanidad lleva siendo noticia mucho tiempo por diferentes motivos. Pero hay uno que se repite a lo largo de los años: las denuncias de sindicatos, asociaciones profesionales y organizaciones sociales por la falta de recursos y su progresiva privatización.
Una marea blanca que viene de lejos. En 2012, ante el plan de privatizar la gestión de hospitales y centros de salud del Gobierno de la Comunidad de Madrid, en manos de Ignacio González del Partido Popular, miles de personas salieron a las calles para protestar. Las manifestaciones fueron históricas y finalmente Javier Fernández-Lasquetty, consejero de Sanidad, tuvo que renunciar a su plan y dimitir el 27 de enero de 2014.
Nueve años después, con una presidenta de la Comunidad de Madrid también del Partido Popular, sus intenciones siguen siendo las mismas, precarizar y privatizar. Y la gente ha vuelto a responder, en esta ocasión desbordando la plaza de Cibeles. El día 12 de febrero, en la manifestación en defensa de la sanidad pública, hubo 250.000 personas según la Delegación de Gobierno, y un millón según los organizadores.
Yo ese día me levanté temprano para ir a la manifestación. Siempre que puedo intento llegar un rato antes de la hora de inicio. En esta ocasión la protesta empezaba a las 12 horas, y yo poco después de las 11 ya estaba haciendo las primeras fotos. Había cuatro lugares desde donde partirían diferentes columnas para juntarse, a las 13 horas, en la Plaza de Cibeles. Escogí Nuevos Ministerios porque me gustaban las fotos que podrían hacer a lo largo de ese recorrido. Después de cubrir cientos de manifestaciones en esta ciudad, y de ver las fotos de muchas compañeras y compañeros a lo largo de los años, puedes llegar a prever cosas así. Además, siendo la columna que salía desde la zona norte, tendríamos la luz del sol iluminándonos frontalmente todo el tiempo.
Las otras cabeceras saldrían desde Legazpi, sur, Plaza de España, oeste, y hospital de la Princesa, este.
Desde el principio sabía que la foto más importante era la que intentaría hacer desde el Palacio de Cibeles. Todas las otras imágenes eran necesarias: pancartas, gente gritando, detalles… para documentar cómo se desarrollaría la protesta, pero la foto general desde Cibeles era imprescindible. Se trataba del lugar más alto justo en la plaza donde confluirían las cuatro marchas. Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, intentaba constantemente quitar importancia a las protestas y deslegitimar a convocantes y asistentes. Por lo que una imagen que pudiese mostrar la gran afluencia prevista serviría para demostrar el apoyo masivo a la convocatoria. Pero no sabía si me dejarían hacerla. No obstante, compré dos entradas para el mirador público que hay en la torre, una de 13:00 a 13.30 horas y otra de 13:30 a 14:00 horas.
No era la primera vez que hacía algo así para trabajar. El 13 de noviembre de 2022 hubo una manifestación prácticamente igual: en defensa de la sanidad pública, con cuatro columnas y final en la Plaza de Cibeles. Las cifras de asistentes fueron de 200.000 según Delegación de Gobierno y 670.000 según los organizadores.
En aquella ocasión planeé la cobertura exactamente igual, pero en vez de ir con la columna norte, fui con la columna sur. Todo fue bien durante la manifestación, pero cuando intenté subir al mirador de Cibeles con mi entrada, un policía municipal encargado de la seguridad del edificio, después de ver mi equipo fotográfico, me preguntó, “¿eres periodista?”. Yo, intuyendo por qué me hacía la pregunta, le contesté, “soy una persona”, a lo que él me respondió, “persona y periodista. No puedes pasar”. Mientras tanto decenas y decenas de personas, no periodistas, pasaban el control de seguridad y subían al mirador con su entrada. Yo seguí insistiendo una y otra vez, pero me encontraba con la misma respuesta. Hasta que apareció un superior. Él me habló de una manera mucho más educada y me dijo que podría pasar pero que debería dejar absolutamente todo mi equipo en una taquilla. Yo me negué, y después de discutir un rato, él me dijo: “Puedes subir con tu equipo, pero déjame tu DNI. Voy a apuntar todos tus datos y si publicas alguna foto hecha desde el mirador, y mis superiores me dicen algo, iniciaremos un proceso sancionador en tu contra”. Era un auténtico abuso. Una vez arriba hice fotos con mi equipo y, lo primero que hice, fue mandarlas al periódico. Habían subido otros muchos compañeros fotoperiodistas, pero a todos les habían obligado a dejar sus cámaras abajo. Los policías de Cibeles tenían órdenes de no dejar pasar periodistas.
Yo no sabía si harían lo mismo en esta ocasión. Estuve toda la manifestación pensando en qué sucedería en el momento de intentar subir al mirador.
Para mi sorpresa los mismos policías que me habían impedido el paso tres meses antes y que me habían advertido de las posibles consecuencias de publicar mis fotos, tenían una actitud completamente diferente. Esta vez fueron muy amables y nos dejaron hacer nuestro trabajo. Pude subir con mi cámara y hacer la foto que quería. Cuando llegué había mucha gente, turistas y algunos compañeros fotoperiodistas. Yo quería hacer la foto desde el centro de la terraza para tener una composición lo más equilibrada y simétrica posible. Esperé a que hubiese un hueco, me metí, alcé la cámara y CLIC… hice la foto que os presento hoy.