La sentencia de los ERE condena a una generación que lo fue todo en el PSOE

La sentencia de los ERE acaba de certificar el final de una generación asociada al poder que el PSOE andaluz ha ejercido tradicionalmente sobre la política española. Esa exhibición de peso político empezó con Felipe González y quedó retratada en la famosa 'foto de la tortilla', tomada en 1974 y en la que el expresidente socialista compartía una jornada campestre con Alfonso Guerra y Manuel Chaves. Tres años después de aquella instantánea los tres llegarían al Congreso de los Diputados tras las elecciones de 1977 y en 1982 González se haría con la presidencia del Gobierno con la más inapelable de las victorias socialistas: 202 escaños. 

Desde entonces Andalucía fue imprescindible en la aportación de votos a las victorias del PSOE y en la construcción de un fortín en el poder autonómico que permitió que Manuel Chaves liderase la autonomía durante 19 años, dejase el poder en manos de Griñán y este acabase haciendo lo propio en su traspaso a manos de Susana Díaz. Andalucía fue durante años el modelo de poder sobre el territorio que el PSOE intentó extender a otras autonomías como Extremadura o Castilla-La Mancha.

Manuel Chaves, José Antonio Griñán, Magdalena Álvarez y Gaspar Zarrías son las cuatro caras más visibles en la lista de condenados por el caso de los ERE. Lo han sido prácticamente todo en política. Sin ellos no se entiende la historia de Andalucía pero tampoco la del PSOE. Griñán y Chaves han presidido la Junta y también el partido. Ambos han ocupado ministerios; Griñán en el Gobierno de González y Chaves con González y Zapatero. Magdalena Álvarez ocupó la cartera de Economía y Hacienda en el gobierno andaluz durante una década (1994-2004) y la de Fomento en el Gobierno de España entre los años 2004 y 2009. Por último está Gaspar Zarrías, número dos de Chaves y muñidor histórico de la política andaluza y que llegó a ocupar la secretaría de Estado de Cooperación Territorial entre 2009 y 2011. Un eterno apparatchik del partido. 

El poder del PSOE en Andalucía ocupó 36 años y sirvió de cantera para Consejos de Ministros en los que nadie discutió durante décadas la necesidad de cubrir 'la cuota andaluza'. Durante los ochenta y los noventa los socialistas andaluces se acostumbraron a mandar más que el resto.

Todo empezó a cambiar en el año 2000. En junio de ese año, Andalucía apoyó a José Bono en las primarias que le enfrentaron a José Luis Rodríguez Zapatero. Ganó el segundo. Como mecanismo de compensación, se nombró a Manuel Chaves presidente del PSOE, un gesto de unión en un partido que no quería enfrentarse al territorio que llevaba más votos a las urnas. 

En febrero de 2012 el PSOE organizó otras primarias que se celebraron en Sevilla y la delegación andaluza se decantó por Carme Chacón frente a Alfredo Pérez Rubalcaba. Perdieron. También se compensó a la delegación andaluza y José Antonio Griñan fue elegido para el puesto honorífico de presidir el partido.   

La última derrota interna llegó en 2017. Pedro Sánchez arrolló a Susana Díaz en las primarias en las que se definió el actual reparto de poder en el PSOE. Lejos de compensar a la delegación de Díaz, la ejecutiva de Sánchez aupó al escaso sector crítico que había empezado a forjarse en torno al poder clásico del socialismo andaluz. 

Como reacción a la sentencia conocida este lunes, Ferraz ha optado por marcar distancias y recalcar que Pedro Sánchez ya ha depurado todas las responsabilidades políticas. La sentencia consuma el fin de la biografía política de todos los condenados y supone el epílogo a una época en el PSOE. Los dos expresidentes, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, hace años que no llevan en la cartera el carné del partido que presidieron. En 2016, coincidiendo con su procesamiento, solicitaron su baja en la militancia. Desde entonces la relación con el que fuera su partido es prácticamente inexistente.

El fallo también certifica el fin de una era que encontró su cambio de ciclo en las elecciones autonómicas de diciembre de 2018, cuando el PP consiguió destronar a Susana Díaz gracias a un acuerdo a tres que incluyó a Ciudadanos y Vox. Tras las últimas elecciones generales (10N), Díaz dijo que la victoria del PSOE se debía en parte a los votos de los socialistas andaluces y se mostró “feliz por colaborar en la victoria de Pedro Sánchez”.  

Andalucía ha pasado de ser una de las capitales del poder socialista a convertirse en uno de los principales problemas para Pedro Sánchez. Sin noticias sobre la guerra abierta que el líder mantuvo con Susana Díaz quedan por despejar los movimientos que Sánchez tiene previsto emprender para tomar el control de unas estructuras que siempre se han traspasado entre quienes ahora han resultado condenados por la sentencia. 

El nombre de la ministra María Jesús Montero, muy próxima a Sánchez, ha sonado con fuerza como la principal opción de Ferraz para el socialismo andaluz del futuro. La sentencia dificulta también esta opción, según señalan fuentes socialistas, por el pasado de Montero como consejera en los gabinetes de Chaves, Griñán y Susana Díaz.

La sentencia de los ERE pone fin a un ciclo histórico del PSOE y abona la incertidumbre sobre las opciones de Sánchez para construir una alternativa al socialismo que se fraguó en torno a Felipe González, que tuvo en Manuel Chaves a su principal cabeza visible y a Susana Díaz como la última heredera.

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