Más que una sentencia, el fallo de la Audiencia Nacional sobre Gürtel que condena a 29 integrantes de la red a 331 años de cárcel -empezando por Francisco Correa, que dio nombre al sumario, a 51 años- constituye el retrato de una época y de cómo personajes sin demasiada formación y muchos menos escrúpulos lograron hacerse millonarios solo con estar en el momento justo en el lugar indicado.
Junto a todo ese bestiario de pícaros que se enriquecieron en ese círculo de amistades y poder que fue el Partido Popular y los Gobiernos de Aznar está también el tesorero más famoso del país, Luis Bárcenas, condenado a 33 años y a pagar una multa de 44 millones de euros.
La sentencia de la Audiencia Nacional, que contiene 1.687 páginas y resume uno de los siete sumarios en los que se ha troceado la corrupción de Gürtel, dedica cientos de páginas a seguir el rastro del dinero valiéndose de informes de la Unidad de Delitos Económicos y Fiscales de la Polícía Nacional, de la Agencia Tributaria y, en el caso de Bárcenas y de Correa, también de comisiones rogatorias a las autoridades suizas.
En los hechos probados concluye que Luis Bárcenas desarrolló “desde al menos el año 2000 una actividad delictiva” junto a la red de Correa pero además llevó a cabo “por su cuenta en colaboración con su mujer, Rosalía Iglesias, otra dirigida a enriquecerse de modo ilícito intermediando en otras adjudicaciones de obras y apropiándose de fondos del PP que ocultó en un entramado financiero en Suiza, que luego afloró mediante la simulación de distintas operaciones comerciales y que destino a pagos en efectivo, de manera opaca para la Hacienda Pública”.
Escudriñando los movimientos de cuentas en bancos de Ginebra como el Lombard Odier, también ha quedado probado que el dinero de Bárcenas en Suiza no estuvo parado, sino que le sirvió para obtener millonarios beneficios invirtiendo en Bolsa. Solo en dividendos e intereses, el extesorero del PP obtuvo entre 2000 y 2010 11,1 millones de euros. Durante esos diez ejercicios ingresó 5,2 millones más en plusvalías por la venta de acciones de compañías españolas y sociedades extranjeras. Y las ganancias aún serían mayores si no fuese por el ejercicio 2010, un año negro para el Ibex-35 en el que perdió un 17% de su valor después de haber subido un 30% un año antes. En 2010, las cuentas suizas de Bárcenas apuntaron pérdidas por 6,2 millones en la venta de valores.
Particularmente rentable resultó el año 2007 al matrimonio Bárcenas-Iglesias. En ese ejercicio, según se desprende de la documentación remitida por la banca suiza a la justicia española lograron 9.361.970 euros de la “enajenación de valores”.
“Información, percepciones y sentido común”
Sentado en el juicio de la Audiencia Nacional en su comparecencia ya procesado por una ristra de delitos, el 17 de enero de 2017, Bárcenas explicó sin inmutarse sus operaciones especulativas al tribunal: “Tuve información, percepciones y sentido común”. Y esa información, esas percepciones y el sentido común le permitieron vender en 2007 acciones de Endesa “por 40 y 42 euros” que le habían costado “ocho o nueve euros” en 1999.
Bárcenas vendió las acciones en medio de una opa presentada por la compañía energética italiana Enel y la española Acciona que ofrecieron en abril de 2007 un precio de 41,3 euros por la compañía. La información desde luego no estaba lejos del gerente del PP. Al frente de Endesa estaba un viejo conocido del partido: Manuel Pizarro, amigo de José María Aznar, llegó a la presidencia de la eléctrica en 2002 para sustituir al exministro Rodolfo Martín Villa. El Gobierno de Aznar, con mayoría absoluta, apadrinó la operación.
Según su propio testimonio ante la Audiencia Nacional, Bárcenas obtuvo otros 733.000 euros de comisión por asesorar a un “amigo suizo” al que le recomendó cuándo comprar y vender las endesas.
El tesorero del PP explicó en su declaración en la Audiencia Nacional que no había nada extraño en aquello, que acostumbraba a recomendar inversiones en Bolsa a grupos de inversores y que solía aportar a quien le escuchaba rendimientos del 30%. Al frente de esas compañías con las que especulaba estaban ejecutivos bien relacionados con el Partido Popular, que en aquellos años gozaba de mayoría absoluta en el Gobierno central y en buena parte de las Comunidades Autónomas.
Parte de esos “clientes” a los que asesoró se encuentra en el extranjero. Y son uno de los motivos por los que el tribunal decidió este lunes mandarlo a prisión. En la vistilla en la que se decidía la situación de cada uno de los condenados, los jueces concluyeron que existe un importante riesgo de fuga, porque el extesorero mantiene un entramado societario en el extranjero y parte de su patrimonio aún está oculto. Para evitar su encarcelamiento, Bárcenas había alegado que ha cumplido “escrupulosamente las medidas cautelares”. “Esto son hechos y no las hipótesis de las que hace gala la Fiscalía”, defendió.
Los jueces hacen suyo el argumento de la Fiscalía. El tribunal recuerda en el auto por el que le manda a prisión que los delitos por los que fue condenado están “englobados en el concepto de corrupción”. Y recuerda que Bárcenas ha contado con fondos en el extranjero, como los otros dos condenados que van a prisión, pero que, en este caso, “de parte de ellos no se ha conseguido su localización”.