Hazte fama y échate a dormir... Maldición, más que bendición. Qué la sucesión de polémicas de Sinéad O'Connor enturbie su más que interesante carrera discográfica no debiera destacar tanto como a los medios gusta recordar.
La propia artista en cuestión podría considerarse como una cantautora en búsqueda constante de su propia sanación, y al parecer la encontró en la religión. Lo de menos es si se trata de catolicismo, judaísmo o rastafarismo.
Las fotos que sobre la otrora angelical Sinéad O'Connor muestran las búsquedas en internet no hacen más que levantar especulaciones sobre su estado físico y mental. En este 2013 lucía bien.
La sacerdotisa Madre Bernadette Mary -nombre adoptado tras su ordenación por la iglesia latino redentina- apareció descalza sobre una alfombra oriental, con dorso de los pies tatuados (al igual que la mano derecha y la mayoría del cuerpo que tan beatamente ahora oculta).
Con vaqueros ajustados negros, el identificativo alzacuello blanco en blusón negro, crucifijo metálico al cuello y gigantes gafas de sol oscuras, está en plena gira de la Calva Loca, y no podía ser de otra forma.
La banda que la acompaña en su única actuación en España, en el festival La Mar de Músicas, de Cartagena (Murcia), formada por un 60 por ciento de hombres y un 40 por ciento de mujeres, no es de nueva hornada, sino más bien de su generación postpunk.
Las tres primeras canciones de su concierto muestran su excelente noveno disco “How About I Be Me (And You Be You)?” (¿Qué tal si yo fuera yo y tú fueses tú?), con contundentes temas como “4th and Vine”.
Durante su hora y cuarto no abandona nunca la línea de protección entre la guitarrista y la bajista. Entre mujeres, sin duda, se encuentra a gusto, para curiosos de los porcentajes.
Pronto llega el mejor regalo que un artista como Prince puede hacer para lanzar la carrera de una colega, “Nothing Compares 2 U”, y el público que abarrota el recinto inmediatamente desenfunda sus terminales de última generación para inmortalizar caseramente un momento en la historia de la música ante el que la cantante no aparenta ser deudora.
La intensidad y emoción la reserva para su faceta religiosa.
Obvia representativas canciones de las que conforman sus recopilatorios de éxitos, la religiosidad la camufla de rock, compulsivamente se regula el volumen de los monitores de oreja que se pone y quita continuamente. Porque ella grita y la voz sí que es la suya, y bien reconocible.
Termina el concierto con un bis, ella sola, guitarra en mano, mostrando finalmente sus verdes ojos, interpretando tres canciones contenidas en su disco favorito, “Theology”: “Something Beautiful”, “If You Had a Vineyard” y “33”, un salmo este último sobre la edad para ser madre según los judíos, comenta en su inglés dublinés.
Remata con un rezo a capella con los brazos abiertos en plegaria y mirando al cielo. Un momentazo de cantautora entregada.
Tan solo para aquellos que viesen a Sinéad O'Connor desde un plano cenital, la verían alentarse con la palabra BREATHE (respirar o infundir) escrito en letras mayúsculas y el nombre de JESÚS bajo el micrófono. Un estado no alcanzable para mortales.
Por primera vez en la inauguración del festival, y quizás no muy buena idea, el aperitivo se sirvió en el entrañable escenario de la desacralizada catedral antigua.
El encargado fue Sam Lee & Friends, que presentaron su primer disco, “Ground of Its Own”, una mezcla de música india con folk británico.
Tras el plato fuerte, la electro-cumbia de los sudafricanos neerlandeses Skip & Die y otra ración similar de Dengue Dengue Dengue, de Perú, país invitado a la decimonovena edición de La Mar de Músicas.
Miguel Tébar A.