El Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE) y el Museo Naval de Cartagena restauran estos días el submarino inventado por Isaac Peral con motivo del 125 aniversario de su botadura, el 8 de septiembre, con la peculiaridad de que mostrarán esas labores al público a partir del 18 de junio.
La antigua sala de caldererías del museo naval, dependiente de la Armada y convertida hoy en el taller de reparaciones del sumergible, será la sede permanente para su exposición una vez esté restaurado.
El submarino está rodeado de vallas dentro del museo naval desde el pasado 15 de diciembre, cuando se hizo el traslado de 500 metros de distancia que lo separa de su antigua ubicación en el muelle de Alfonso XII de Cartagena (Murcia) en unas labores que duraron tres horas, nada que ver con el viaje en 1929 desde el desguace del arsenal de La Carraca de Cádiz.
En Cádiz había permanecido el submarino desde la fecha de su botadura en 1888, y allí había sufrido numerosas cicatrices en su casco debido a los golpes que sufrió por las cadenas que lo sujetaban.
Esas y otras muchas marcas que dan fe de la historia y las vicisitudes que sufrió este invento son ya visibles tras los primeros trabajos de restauración, consistentes en eliminar a mano, con la ayuda de espátulas y martillos, las numerosas capas de pintura del casco, según ha explicado a EFE el director del museo, Pablo Zárate.
El decapado ha dejado a la vista, por ejemplo, dos grandes soldaduras verticales, ya que en 1965 el casco se cortó en tres trozos para facilitar otro de sus traslados.
También ha permitido constatar que las hélices que conserva son las originales y no fueron sustituidas a lo largo de los años, tal y como se pensaba.
La Armada y el IPCE trabajan de manera conjunta y coordinada en la restauración, y son los segundos los que asesoran y determinan los procedimientos más adecuados que se deben seguir para no deteriorar una de las piezas más relevantes de la arqueología industrial en España, aseguró.
En el taller, dos restauradoras de arqueología del IPCE, Ioanna Ruiz de Torres y Mónica Blanco, se encargan de estudiar pormenorizadamente cada zona del sumergible y analizar su grado de conservación, de documentar fotográficamente sus detalles y de proponer el tratamiento más adecuado.
El objetivo principal, han explicado a EFE, es el de evitar su deterioro, limpiar el casco y devolverle su aspecto original, eliminar la corrosión, y evitar que el óxido se extienda, pero también existe un objetivo “arqueológico”, el de estudiar la historia del que fue el primer submarino propulsado por energía eléctrica.
En cuanto al interior, los arqueólogos industriales continuarán haciendo estudios históricos en él, aunque la intención inmediata no es la de recuperar la maquinaria que contenía originalmente, sino solo “reconstruirla” de manera virtual y proyectarla, probablemente en tres dimensiones, en la misma sala-museo.
“A pesar de que el invento fue una gran revolución, y los submarinos actuales aún emplean algunas de las tecnologías ideadas por Peral, la Armada nunca llegó a utilizar el sumergible, y el inventor no recibió el reconocimiento que se merecía”, ha apuntado Zárate, que ha subrayado que la intención del museo es de poner en valor la figura del ingeniero, nacido en Cartagena.
Está previsto que la restauración exterior esté lista de cara al 8 de septiembre, cuando se cumplirán 125 años de la botadura del buque, momento en el que el taller se abrirá al público como una sala más del museo y permitirá ver el sumergible también desde su exterior, a través de los grandes arcos de su fachada, por lo que los trabajos se están llevando a cabo “a contrarreloj”.
Antes, desde el 18 de junio, cada martes y jueves el museo ofrecerá visitas guiadas gratuitas para mostrar la restauración del aparato, para, según Zárate, hacer partícipe a toda la sociedad de ese proceso, recordarles la figura de Peral y poner de manifiesto que su invento es patrimonio de todo el país.