La portada de mañana
Acceder
16 grandes ciudades no están en el sistema VioGén
El Gobierno estudia excluir a los ultraderechistas de la acusación popular
OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Sumar, Movimiento Sumar, coalición o frente amplio: guía para no perderse en la reconstrucción de la izquierda

La izquierda suele enredarse en glosarios de siglas difíciles de comprender. La construcción de Sumar implicó en un primer momento a una quincena de partidos de sensibilidades y nombres diferentes unidos bajo un mismo nombre que designaba también al proyecto político propio de la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. Con su dimisión tras los malos resultados en las diferentes convocatorias electorales, la organización del espacio político ha vuelto a cambiar y uno de los primeros consensos entre los partidos para la nueva etapa pasa precisamente por clarificar algunos de los elementos que han generado confusión en el proceso. 

La dimisión de Yolanda Díaz como líder de la parte orgánica de Sumar –sigue al frente de la coalición en el Gobierno y de un grupo parlamentario con 27 diputados– acabó también con una de las tesis que habían regido desde los inicios: la creación de un frente amplio que integrase al mismo tiempo a los partidos y a la militancia propia del nuevo proyecto político, un esquema similar al de los comuns o al de EH Bildu, inspirado en experiencias latinoamericanas. La nueva etapa estará configurada bajo la fórmula de la coalición. ¿Cuáles son las claves en el periodo que empieza?

Sumar

Es el nombre de la coalición con la que toda la izquierda concurrió a las elecciones del 23 de julio. Esa alianza formada por 15 partidos se consolidó después de los comicios como grupo parlamentario con 31 escaños.

Al principio de esa legislatura lo conformaron Podemos, Izquierda Unida, Catalunya en Comú, Compromís, Más Madrid, Chunta Aragonesista y Més por Mallorca, así como los diputados afines a Yolanda Díaz. También estaban en esa coalición fuerzas como Iniciativa del Pueblo Andaluz, Verdes Equo, Drago Canarias, Alianza Verde y Batzarre, aunque quedaron sin representación en el Congreso. 

Esa composición fue alterándose con el paso de los meses y hoy muchas de esas formaciones ya no están en la alianza de las izquierdas por choques o divergencias internas, como Podemos, Drago, Batzarre o Alianza Verde. Actualmente, tras esas salidas y la dimisión de Lilith Verstrynge, el grupo parlamentario cuenta en el Congreso con 27 diputados.

De modo que Sumar en la actualidad son tres cosas. Una coalición de Gobierno (en la que están la formación de Yolanda Díaz, Más Madrid, los comuns e Izquierda Unida), un grupo parlamentario y una coalición en construcción. En esta última no están todos los partidos que formaron parte de la alianza el 23J y ni siquiera todos los que forman parte del grupo parlamentario.

Actualmente, en el armado de una coalición más estable están Izquierda Unida, Más Madrid, Catalunya en Comú, Verdes Equo, Iniciativa del Pueblo Andaluz y el partido de Yolanda Díaz, Movimiento Sumar. 

Movimiento Sumar 

Es el partido creado por Yolanda Díaz para canalizar su proyecto político. La vicepresidenta segunda, desde que asumió el liderazgo de lo que entonces era Unidas Podemos, rehuyó públicamente de los partidos, bajo la premisa de que la sociedad descree de este tipo de organizaciones. Prefirió hablar de movimiento ciudadano y con esa vocación empezó a diseñar Sumar. Pero una vez convocadas las elecciones, si Yolanda Díaz quería colocar a sus cuadros políticos como diputados y recibir subvenciones debía registrar un partido político, que en ese momento calificaron de “instrumental” y al que llamaron Movimiento Sumar.

Sin embargo, durante los meses siguientes el equipo de Yolanda Díaz acabó desestimando esa nomenclatura. Ese grupo de confianza de la vicepresidenta había comenzado a principios de otoño a diseñar una fórmula mixta en la que Sumar era al mismo tiempo una organización política propia y una coalición. Un sistema híbrido que ya entonces generaba incomodidad en alguno de sus socios. Izquierda Unida se quejó en varias ejecutivas de la confusión que implicaba que la organización llevase el mismo nombre que la coalición. 

El momento culminante de ese modelo fue la asamblea de Sumar, que consagró un documento organizativo que dejaba a los partidos políticos únicamente un 30% de la dirección de la organización. Unos documentos que nunca terminaron de entrar en vigor, principalmente por las discrepancias que pocas semanas después empezaron a aflorar entre los partidos por las negociaciones de las listas para las elecciones europeas.

Tras esas negociaciones y el pobre resultado del 9J, Yolanda Díaz anunció su dimisión como líder orgánica de Sumar y los partidos volvieron al punto de partida. 

Una de los primeros consensos tras aquellos días fue la necesidad de volver a un modelo de coalición convencional, en el que el proyecto de la ministra fuese “un partido más” y recuperase el nombre de Movimiento Sumar, para que quede diferenciado de la coalición, aunque ese proceso esté siendo un tanto complejo: en redes sociales sigue habiendo una cuenta de Sumar y no de Movimiento Sumar, y el portavoz y ministro de Cultura, Ernest Urtasun, sigue siéndolo de Sumar, pese a que suele hablar en nombre de la organización y no de la coalición. 

Movimiento Sumar, tras la salida de Díaz, eligió una dirección transitoria, formada por cuatro personas de su confianza: Lara Hernández, secretaria de Organización; Elizabeth Duval, a cargo de la comunicación; Txema Guijarro, como enlace con el Congreso donde es secretario general del grupo parlamentario; y Rosa Martínez, para hacer lo propio con la pata de Sumar en el Gobierno, donde es secretaria de Estado de Derechos Sociales, en el Ministerio de Pablo Bustinduy.

Frente amplio, coalición… ¿y ahora qué?

Una vez clarificados los nuevos términos del tablero de la izquierda, los partidos han entrado en una fase de diálogo que seguramente será larga. Las formaciones concluyen que el oasis electoral que viene ahora, un lapso de dos años sin citas con las urnas, es ideal para activar un proceso de conversaciones sereno, en contraste con el que ha marcado los últimos meses, atravesado por negociaciones de listas electorales y despliegue de equipos de campaña. 

IU quiso impulsar una mesa de partidos después de la dimisión de Yolanda Díaz que no ha terminado de cristalizar salvo por el encuentro que mantuvieron hace algunas semanas los secretarios y secretarias de Organización de esas formaciones políticas que quieren impulsar una coalición con mecanismos democráticos de decisión y vocación de estabilizarse en el tiempo.

Atrás queda de momento la idea de un frente amplio como estaba concebido en los documentos organizativos de Sumar, con un 70% de la organización en manos del equipo de Yolanda Díaz pero con presencia de las formaciones políticas.

Más allá del futuro de la coalición en sí, los propios partidos harán a partir de ahora un proceso de reflexión interna para analizar la hoja de ruta hacia el futuro. Izquierda Unida lo terminó en la asamblea federal de mayo, en la que salió elegido como nuevo líder Antonio Maíllo, y los comunes tienen previsto para otoño un congreso en el que decidirán si abordan o no una renovación de caras y marcarán las líneas sobre su política de alianzas a nivel estatal. 

Movimiento Sumar también afrontará esa reflexión, seguramente con una asamblea en otoño, que ya estaba prevista en la anterior hoja de ruta, como forma de consolidar el frente amplio y que ahora irá encaminada a perfilar el proyecto como un partido. Una de las tareas pendientes es la sustitución de Yolanda Díaz como líder, tras su dimisión en junio, resuelta de manera transitoria por esa dirección colegiada que funcionará hasta el próximo congreso.

El papel de Yolanda Díaz 

La dimisión de Yolanda Díaz como líder orgánica del espacio dejó un vacío y una serie de incógnitas. La dirigente sigue como líder dentro del Gobierno, al frente de la Vicepresidencia segunda y del Ministerio de Trabajo, y también mantiene su papel en el grupo parlamentario como presidenta. Incluso hay dirigentes que en privado sostienen que ella podría volver a ser la candidata de la coalición en unas próximas generales, un extremo en el que la propia Díaz ha descartado entrar. 

La vicepresidenta sigue formando parte de la ejecutiva de Movimiento Sumar pero ya no ejercerá el liderazgo orgánico, tampoco de la coalición. Precisamente una de las incógnitas para la nueva etapa es si esa alianza de partidos se dotará de un nuevo liderazgo para funcionar bajo un modelo dual, como el de partidos como el PNV; si se regirá por un sistema colegiado de dirección; o si en cambio habrá un vacío que terminará llenando el liderazgo de Díaz por su papel dentro del Gobierno. 

Mientras las formaciones terminan de definir su modelo, la actualidad ya desborda a la coalición con asuntos que requieren de posicionamientos claros. Solo estas últimas semanas, Sumar ya se ha enfrentado a dos elementos de debate: las elecciones en Venezuela y el pacto entre PSC y ERC para un nuevo sistema de financiación para Catalunya, con una profunda división dentro de las fuerzas del grupo parlamentario con, a priori, difícil arreglo.