A Eduardo Zaplana le leyeron este martes sus derechos en Valencia varios agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil. Está acusado de blanqueo de capitales y otros graves delitos de corrupción. De fondo, un presunto entramado de comisiones ilegales que viene de sus tiempos de presidente en la Comunidad valenciana, que abandonó en julio de 2002 para incorporarse al gabinete de José María Aznar, como ministro de Trabajo y Asuntos Sociales.
Es el último miembro de aquel gabinete que cae. Antes lo hicieron Jaume Matas, que acumula ya dos condenas a diez años de cárcel por el caso Nóos y Palma Arena y tiene pendientes otra pila de juicios y, sobre todo, Rodrigo Rato. El todopoderoso vicepresidente, padre del “milagro económico” del PP, como bautizó la prensa afín a aquellos años de crecimiento del PIB y recuperación del empleo, ha sido condenado a cuatro años por apropiación indebida en el caso de las tarjetas black y la Audiencia Nacional le investiga en dos causas más: por la ruinosa salida a Bolsa de Bankia siendo el presidente de la entidad y por el origen de su patrimonio.
Otros diez exministros del cuaderno azul de Aznar están salpicados por diferentes escándalos. Esperanza Aguirre está fuera de la política acorralada por la corrupción tras ver entrar en la cárcel a sus dirigentes de más confianza: su sucesor, Ignacio González, y el hombre al que confió las riendas del partido, Francisco Granados.
El responsable de las Infraestructuras Francisco Álvarez Cascos, tuvo que comparecer ante el tribunal de Gürtel después de que el cabecilla de la trama, revelase que los adjudicatarios pagaban mordidas al partido que se apuntaban como ingresos en la contabilidad en B que fueron los Papeles de Bárcenas. Cascos lo negó todo y dijo que en su departamento era imposible amañar contratos.
También Acebes compareció como testigo en Gürtel después de que Luis Bárcenas le responsabilizase de autorizar la compra de acciones de Libertad Digital con dinero en B, que se desentendió de la operación, pese a ocupar entonces la secretaría general del PP, tras ser ministro del Interior. Y Javier Arenas. Y Jaime Mayor Oreja. Todos pasaron ante el tribunal de Gürtel en el que el PP fue juzgado como beneficiario a título lucrativo de la trama y que aún debe dictar sentencia en las próximas horas. Hasta Mariano Rajoy, tuvo que comparecer, también como testigo en la Audiencia Nacional. Ni él ni ninguno de los ministros ha sido procesado pero las anotaciones de los sobresueldos que según la contabilidad de Bárcenas todos percibiberon en el PP ha extendido sobre ellos la sombra de la sospecha.
Quien fuera ministro de Justicia aquellos años, José María Michavila, tuvo que abandonar su escaño en el Congreso cuando se conoció que su bufete asesoraba a cargos públicos de ayuntamientos implicados en Gürtel como Boadilla del Monte o Pozuelo de Alarcón.
El que fuera responsable de Agricultura, Miguel Arias Cañete, también está bajo la lupa. Su esposa, Micaela Domecq, está siendo investigada por Hacienda después de acogerse a la amnistía fiscal. Y en el Parlamento europeo ha tenido que dar explicaciones por el amaño de contratos en Aquamed después de que varios testigos le señalasen como conocedor de supuestos tratos de favor a una constructora.
El único superviviente de aquel Gobierno que continúa a las órdenes de Mariano Rajoy, Cristóbal Montoro, también se vio salpicado en embrollos judiciales, después de que varios integrantes del despacho de asesoría que fundó tras salir del ministerio la primera vez, algunos de ellos exaltos cargos de aquel Gobierno, fuesen acusados de tráfico de influencias y fraude, tras recibir contratos a dedo.
Es el otro legado del Gobierno de Aznar, que todavía sirve a su sucesor, Mariano Rajoy, para presumir de que el PP es el partido que saca a España de la crisis, un argumento recurrente en su discurso. La otra cara de aquel Gobierno, en el que él mismo participó, es materia prohibida en el PP. Los caídos en desgracia pasan a ser “ese dirigente del que usted me habla” en las comparecencias públicas. Y el presidente del Gobierno ha marcado todas las distancias posibles con compañeros de gabinete como Matas, al que llegó a poner de ejemplo, e incluso con el propio Rato, un apestado ahora en el PP, que este mismo martes ha expedientado también a Zaplana, que compuso la dirección del partido junto a Ángel Acebes, cuando Rajoy tomó las riendas en 2003.