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El PP se plantea dar marcha atrás con su tarjeta azul de descuentos para afiliados

Tarjeta azul para que los afiliados obtengan descuentos en los comercios.

Jaime Mora

Una tarjeta de descuento dirigida a los militantes del PP de Baleares ha provocado todo un terremoto político en las islas, con amenazas de boicot por parte del entorno de la oposición a más de 300 comercios y acusaciones de nazismo por parte del Ejecutivo a PSOE y nacionalistas. La idea de los conservadores de incentivar la captación de afiliados mediante una serie de descuentos y ventajas exclusivas ha agriado el debate parlamentario. Tras el estallido de la polémica se han producido algunas bajas entre las empresas que inicialmente sí se habían adherido al proyecto.

La 'targeta blava' (tarjeta azul) pretende que los afiliados del PP puedan disfrutar de descuentos en restaurantes, joyerías, tiendas de ropa o establecimientos hoteleros con sede en Mallorca y dispersos por todo el planeta. Concebida a finales del pasado año, en su origen se encuentra la intención de “agradecer a los ciudadanos su apoyo en unos tiempos de animadversión hacia la clase política”, explican fuentes del partido. “Nuestro objetivo es simplemente ofrecer un incentivo adicional, un plus para nuestros militantes”, subrayan desde la sede palmesana de la formación que lidera José Ramón Bauzá.

Sin embargo, la polémica saltó cuando se hizo público el recelo del resto de formaciones políticas y a través de Twitter se llamó al boicot de las empresas en cuestión. Algunas voces insinúan que tras la adhesión a la tarjeta azul se podrían dar casos de favoritismo a la hora de contratar con la administración pública. Además, entienden que se podría estar vulnerando el artículo 4 de la Ley Orgánica 8/2007 de Financiación de los Partidos Políticos. Otros, como el líder econacionalista Biel Barceló (PSM) critica lo que considera una 'banalización' de la política.

La campaña puesta en marcha a través de las redes sociales para boicotear a las empresas que acogen la tarjeta ha provocado que algunos empresarios se replanteen su colaboración. Uno de ellos ha publicado incluso un video en internet en el que, entre lágrimas, pide perdón “por las molestias” causadas a su familia. El empresario insiste en que tras su decisión nunca se ha escondido “ninguna motivación política”.

“Aquí se aceptan tarjetas de todos los colores: azules, rojas, o verdes, lo que necesitamos es que haya movimiento y el dinero no entiende de ideologías”, explica a eldiario.es el propietario de un establecimiento que aplicará un 10% de descuento en todos sus platos a quien disponga de la tarjeta pepera. “O de otras muchas”, matiza con énfasis.

Desde el ejecutivo autonómico reclaman libertad para quien desee adherirse a la tarjeta azul, mientras la portavoz del Govern, incluso, se atreve a ir un paso más allá. “Esto recuerda a los nazis cuando ponían estrellas de David en los comercios judíos para que todo el mundo lo supiera”, aseguraba esta semana Mabel Cabrer en referencia a la oposición, preguntándose “si estamos en una democracia o en una dictadura”.

Incluso el exjuez Baltasar Garzón ha terciado ya en el debate, para asegurar a Cuatro que la existencia de la tarjeta azul resulta “jurídicamente complicada”, pudiendo suponer un “fraude electoral”.

Visto el escenario que se ha creado, desde el PP no tienen claro todavía cuándo empezará a operar la tarjeta azul, de la que se beneficiarían sus cerca de 22.000 abonados. Reconocen que ciertos establecimientos se han dado ya de baja antes de empezar, temerosos de sufrir el boicot de algunos clientes, y sugieren dejar el proyecto en el aire al menos hasta que las aguas se hayan calmado.

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