Los tartazos como fórmula de protesta política son muy antiguos. Ya en 1997 los activistas embadurnaron la cara de una cantante contraria a los derechos de los homosexuales durante un programa de televisión. En Europa, Noel Godin ha sido el principal protagonista de estas acciones, que han tenido como objetivos a políticos, empresarios o incluso cineastas. Su mayor condena ha sido el pago de multas -una de ellas de 61 pesetas-. La fórmula reivindicativa ha virado hasta los zapatazos, el lanzamiento de huevos o incluso pintura roja que simula la sangre en el mundo.
Uno de los tartazos más conocidos fue el que recibió Bill Gates en 1998 cuando se se dirigía a dar una conferencia sobre educación en Bruselas. La policía detuvo a dos personas acusadas de los hechos y Microsoft dijo que su fundador no estaba herido y que no presentaría cargos. Los dos arrestados fueron puestos en libertad y les condenaron a pagar 61 pesetas, lo que fijaba el Código Penal belga por “violencias ligeras” o “arrojar objetos de cualquier naturaleza”, así como al abono de las costas. Bill Gates demostró tener sentido del humor al responder que la tarta no era muy sabrosa.
La acción contra Bill Gates la reivindicó Noel Godin, que ya era un activista conocido por los tartazos dirigidos a políticos, empresarios e incluso cineastas. Godin, que tiene una página web en la que recibe propuestas para ejecutar estos actos de reivindicación, también fue el responsable de lanzar en 1991 un tarta a Nicolás Sarkozy, que entró en una reunión con el rostro cubierto de crema y visiblemente enfadado. También se encargó de manchar de esa manera a Jean-Luc Godard durante una edición del Festival de Cannes. Godard incluso salió en defensa del activista para que no lo detuvieran. En su haber también están las acciones contra el expresidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, o el Primer Ministro, Jean Charest. Noel Godin solo ha tenido que pagar multas por algunas de sus reivindicaciones.
Godin ha inspirado a otros grupos para llevar a cabo sus denuncias y reivindicaciones a través de tartazos. Es el caso del grupo americano Biotic Baking Brigade, que asume los actos contra Keith Campbell (el científico que clonó a la oveja Dolly) y Willie Brown, el alcalde de Chicago, entre otros. “Los tartazos no replazan otras formas de acción, pero es una herramienta creativa en la caja de resistencia contra el crimen corporativo”, defienden. Los activistas justificaron que la acción contra el Premio Nobel de economía Milton Friedman “era mucho más efectivo en términos de cobertura mediática que las habituales manifestaciones con cientos de personas gritando”.
Aunque Godin es el 'tartero' contemporáneo más conocido, las protestas mediante tartazos son muy antiguas. La cantante Anita Bryant fue el objetivo de una de estas acciones por su campaña contra los derechos de las personas homosexuales. Ocurrió durante un programa de televisión en 1977. La reacción de la cantante fue rezar por el hombre que le había estampado la tarta.
Otro de los tartazos más mediáticos fue el que sufrió el magnate Rupert Murdoch en el Parlamento británico durante su declaración en la comisión de investigación por las escuchas de News Corporation. El ejecutor de la “broma”, que aseguró pertenecer a un grupo que había protagonizado actos de protesta contra los recortes de David Cameron, fue detenido y condenado a seis semanas de prisión.
Los lanzamientos de tartas han derivado en zapatazos contra políticos. El más famoso es el que recibió George Bush durante una visita sorpresa a Irak en diciembre de 2008 de manos del periodista iraquí Muntazer al Zaidi, que aprovechó para llamarle “perro”. El reportero fue condenado a tres años de prisión por ataque a un jefe de Estado, pero la pena se redujo y Al Zaidi salió de prisión en septiembre de 2009.
La misma condena recibió el ciudadano kurdo que lanzó un zapato al Primer Ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, durante un acto en Sevilla en febrero de 2010. El juez suspendió la pena de prisión en noviembre de 2012 y un mes después el Gobierno le indultó.
Hay otras versiones de protesta. En Alemania han lanzado huevos y hortalizas contra sus representantes. En 1991 le tocó a Helmut Kohl, de CDU. También Merkel fue el objetivo de los huevos en 2009 y hace dos años, un hombre de 50 años alcanzó las chaquetas del presidente, Christian Wulff, y del primer ministro del estado de Hesse, Volker Bouffier, que acabaron con manchas de clara, que rápidamente desaparecieron al ponerse un traje nuevo.
Otra de las fórmulas es tirar pintura sobre los objetivos de la protesta. Fue el caso del secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, a quien repredieron con pintrua roja que aludía a la sangre que la actuación del organismo iba a provocar en Libia.