El país afronta “el temporal más duro de los últimos 50 años”, según el Gobierno, y el primer mandamiento que repiten las autoridades es quedarse en casa. Porque después de la nieve llegará el hielo. La borrasca Filomena ha colapsado Madrid, y ha causado importantes daños en zonas de Valencia, Castellón, Tarragona, Teruel y Zaragoza, que anoche seguían en alerta roja. También se ha cebado con parte del territorio de Castilla La Mancha, especialmente Toledo, su capital. El aviso se mantiene de color naranja en 21 provincias más. El municipio leonés de Villablino registró la temperatura más baja de España con 13,7 grados bajo cero, según la Aemet.
Los partes del tiempo pronostican que la nieve va a dejar de caer de la forma en que lo ha hecho estas últimas horas pero el descenso de temperaturas –se prevén mínimas de -14 en los días próximos en algunos puntos del centro peninsular– y las heladas pueden agravar la situación, según advirtió a media tarde el ministro de Transportes, José Luis Ábalos. Insisten en la recomendación de no salir los presidentes de las regiones más azotadas por el frío y, más que ninguno de ellos, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, al frente de una capital desbordada.
El aeropuerto de Barajas sigue cerrado e Iberia reprograma vuelos para intentar retomar la actividad a partir del lunes. El tráfico ferroviario desde y hacia Madrid continúa de momento interrumpido. Los gabinetes de Adif, el gestor de infraestructuras ferroviarias, y Aena, con la competencia sobre los aeropuertos, evaluarán la situación a partir del mediodía, este domingo.
Madrid está paralizada: no circulan los autobuses, la mayor parte de los comercios no levantaron la persiana este sábado y los hospitales están teniendo dificultades para completar los turnos y piden a parte de su personal doblar jornadas ante la imposibilidad de muchos sanitarios de llegar a sus centros de trabajo. Todo, en medio de un estado de alarma, con una campaña de vacunación en marcha y el número de contagios por coronavirus disparado en la región. El Metro, sin embargo, va a mantenerse abierto durante la noche para garantizar los desplazamientos del personal de servicios y cuatro estaciones se reservan para resguardar a personas sin techo.
En la jornada del sábado, más de 1.500 personas fueron rescatadas en la región de los vehículos donde les sorprendió la nieve. Hay cientos de árboles caídos y sus gobernantes asumen que la ciudad no recobrará su pulso como pronto hasta el final de la semana que viene. Las clases están suspendidas en todos los centros educativos hasta el miércoles, igual que ha sucedido en Castilla La Mancha. Está por ver si para entonces podrán reanudarse.
Llamadas a la responsabilidad llegan de otras capitales con las que se ha cebado la ola de nieve. En Toledo, su alcaldesa, Milagros Tolón (PSOE), advierte de que “en la ciudad el peligro no ha pasado” y recomienda tranquilidad, prudencia y precaución durante los próximos días de heladas.
Las fuerzas y cuerpos de seguridad insisten también en que se debe restringir al máximo la movilidad. Y a quien tenga razones de urgencia para desplazarse recomiendan llevar consigo las cadenas, batería en el móvil o cargador y dejar libre el carril de la izquierda para que operen las máquinas quitanieves, más de 1.300 en toda España.
El balance que ha hecho el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, habla de 20.000 kilómetros de carreteras afectadas por la nieve, 657 puertos y vías, 133 de ellos cerrados. 3.223 camiones están embolsados en áreas de servicio de Castilla y León y hay mil más en la misma situación en Aragón. Solo la Guardia Civil ha tenido que auxiliar a 799 personas en 165 operaciones y evacuar a 418.
El temporal se ha cobrado la vida de cuatro personas y, en palabras de Ábalos, “ha barrido parte de España con fiereza y es la antesala de una ola de frío” que no permite levantar la guardia. Ese será el siguiente capítulo. Y el reto es que la población de las comunidades más azotadas no tenga prisa en recobrar la vida normal aunque deje de nevar, porque las temperaturas van a mantenerse varios grados bajo cero en muchos puntos del centro.
Hasta el Colegio de Ingenieros de Montes ha sacado un comunicado para aconsejar que no se transite por las proximidades de zonas arboladas, dado el peligro que supone el peso de la nieve y el hielo. De momento, las víctimas son hileras de coches sin ocupantes aplastados por ramas que no han resistido la nevada.
Pese a las imágenes festivas que han copado los telediarios y las redes sociales de un Madrid de postal, teñido de blanco, con esquiadores, muñecos de nieve y guerras de bolas en las principales arterias de la ciudad –que el temporal ha ganado para los peatones–, la situación es crítica en la capital. “Filomena ha sido devastadora para esta ciudad”. “Luego habrá que hacer un balance de daños mucho más grave de lo que imaginábamos”. “No les puedo garantizar tampoco, no quiero generar falsas expectativas ni asegurar que a final de la semana que viene haya llegado cierta normalidad”. Las frases son del alcalde de la capital, Martínez-Almeida, quien desde el viernes se puso al frente del dispositivo, en una entrevista a media tarde del sábado en Telecinco. Almeida insiste a los madrileños en que no salgan si no es imprescindible porque la situación cuando los copos dejen de caer no va a mejorar, hay riesgos de que se desprendan bloques de hielo de los tejados, de más caídas de árboles y de accidentes varios en la ciudad cuando las calzadas y las aceras se conviertan en pistas de patinaje. El alcalde ha sido la cara de la gestión de las emergencias frente a la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, desaparecida durante todo el viernes –se limitó a poner un tuit en el que reclamaba que los colegios e institutos prendiesen la calefacción ya desde el fin de semana– y que se reincorporó tarde el sábado a la reunión del gabinete.
Anoche las máquinas trabajaban en la capital para despejar los accesos a los hospitales, ya muy exigidos por la crisis del Covid-19. Su personal trataba de autoorganizarse a través de aplicaciones de mensajería para dar descanso a compañeros que encadenan guardias desde el viernes. Y la Unidad Militar de Emergencias sigue operando sin descanso junto a las máquinas quitanieves para tratar de despejar las carreteras de circunvalación. La M30 fue durante toda la jornada del sábado una vía peatonal más. Mercamadrid, la principal plataforma de abastecimiento de la ciudad, permanecerá cerrado todavía el domingo.
El Gobierno trabaja además para establecer corredores y garantizar que este domingo o como muy tarde el lunes puedan circular los convoyes con las vacunas que surten a las comunidades autónomas para garantizar el abastecimiento de los hospitales y centros de salud y mantener la campaña de vacunación que en medio de una ola de nieve y frío se ha convertido es una especie de “más difícil, todavía” para poner a prueba los servicios públicos de todo un país.
Con información de Fidel Manjavacas y Alba Camazón