Noemí Jabois y Ana María Guzelian
Tiro (Líbano), 29 nov (EFE).- En el paseo marítimo de Tiro, en el sur del Líbano, un hombre fuma una pipa de agua sentado en su silla plegable mientras observa a los equipos de la Defensa Civil que ya comienzan a retirar escombros de la ciudad, adonde ha regresado incapaz de volver aún a su aldea cerca de la divisoria con Israel.
“Soy de Naqoura, de esa aldea justo ahí, al lado del gran poste”, comenta, señalando a una población al otro lado de la ría, a la que afirma todavía no les dejan regresar pasados casi tres días del alto el fuego con Israel, aún presente en varias áreas fronterizas del territorio libanés.
Desplazado de su localidad a Tiro al inicio del conflicto en octubre de 2023 y de Tiro a una zona cercana a la capital durante la intensa ofensiva aérea israelí de los últimos dos meses, el hombre decidió volver a la urbe tras la entrada en vigor del cese de hostilidades.
“Con suerte, volveremos a Naqoura. Si nos hubiesen dejado antes, pero nos hicieron irnos, no hubiésemos regresado aquí, ya que seríamos más felices allá”, explica a EFE el padre de cinco hijos, que ha perdido su casa de tres plantas en su aldea natal a causa de los bombardeos.
Una ciudad a medias
El desplazado, que pide el anonimato, afirma que durante la última guerra de 2006 ya tuvo que abandonar su localidad y se quedó sin casa. Ahora, aunque la nueva guerra ha acabado por el momento, sigue observando su tierra solo desde el otro lado de un brazo de mar.
Al menos Tiro le es una ciudad familiar, en la que ya vivió durante todo el primer año de conflicto, aunque se la ha encontrado bastante más devastada que antes de huir hace unas semanas.
“Claro que no había el mismo nivel de destrucción, pero aún así ya había muchos bombardeos, no nos fuimos hasta que se puso muy difícil. Alcanzaron ese edificio primero, luego ese, luego el de detrás nuestro”, recuerda.
Tiro, una de las urbes más importantes del sur del país, se vio expuesta por primera vez a bombardeos de envergadura bien avanzada la campaña aérea israelí. Sin embargo, cuando pasó a ser objetivo, fue golpeada por intensas olas de ataques que se extendieron hasta apenas horas antes del alto el fuego.
Al menos medio centenar de inmuebles quedaron completamente destruidos, según estimaciones de la Administración local, mientras que muchísimos otros sufrieron daños colaterales graves.
De hecho, otro joven sentado este viernes en el paseo marítimo afirma que “muchos” de los desplazados que regresaron estos días tras parar las bombas “se volvieron a ir”, al encontrarse sus casas destruidas.
Tampoco hay suministro de agua en Tiro, pues la principal estación de bombeo que sirve a la zona fue alcanzada durante el conflicto.
“La electricidad ahora está viniendo, pero hay barrios sin electricidad porque los postes de la luz fueron alcanzados. Incluso ni había pan, ayer reabrieron” las panaderías, explica a EFE el vecino, que permaneció en la ciudad incluso durante la fase más intensa de la guerra.
Destrucción
“Mi tienda ya no está, mi casa ya no está, la casa familiar ya no está, las dos casas de mi hermana ya no están y la casa de mi hermano ya no está. Somos parte de la gente que se está quedando en la calle, pero ¿qué más podemos hacer?”, lamenta el joven.
Dice que Tiro se abastecía de frutas en áreas cercanas donde los campos agrícolas han quedado destruidos y critica como los israelíes les han dejado “sin nada”. “Solíamos salir a pescar principalmente, ahora no podemos. Ya ni siquiera hay peces en el mar, ese es el nivel”, agrega.
Hace su relato en un paseo marítimo donde casi todos los negocios están aún cerrados, con las cristaleras rotas y daños de diversa índole.
Uno de ellos es el Hotel Palazzo, cuyo recepcionista Ahmad estima en al menos 50.000 dólares los daños sufridos solo en cristaleras y cristales rotos; sin contar las reparaciones que necesitará el exterior del establecimiento o los efectos en puertas y muebles.
Con el 70 % de sus habitaciones inutilizables, los empleados ya trabajan para conseguir agua de proveedores privados y para poder reponer todos los cristales rotos, aunque parece que todavía es pronto para la reconstrucción.
“Todas las compañías de cristal y demás están aún preparándose, incluso ello sufrieron daños enormes. Todos estamos pidiendo (materiales), pero necesita un poco de tiempo”, concluye Ahmad en declaraciones a EFE.