Los abogados de los dos tirititeros encarcelados el sábado por la Audiencia Nacional alegan que los padres fueron advertidos de la violencia contenida en la obra antes de que diera comienzo, “por si entendían era inadecuado para sus hijos”. La defensa ha presentado un recurso ante el juez Ismael Moreno en el que niegan que exista riesgo de fuga o de reiteración delictiva, argumentos utilizados por el magistrado, a propuesta de la Fiscalía, para acordar el ingreso en prisión incondicional de los artistas.
En una nota que dice recoger los argumentos de su recurso, los letrados destacan que en la web de la compañía Títeres desde Abajo, la obra La bruja y don Cristóbal no aparece en el apartado de “espectáculos infantiles” sino en el de “teatro popular”. También niegan que hubieran ocultado a la empresa concesionaria las “características” de la obra.
En cuanto al riesgo de fuga, la defensa de los titiriteros alega que ninguno tiene recursos económicos para escapar de España y que difícil lo tendrían con la difusión de sus identidades y rostros de las últimas horas.
Además, Alfonso sufre “un grado de discapacidad global del 74% y un grado de minusvalía del 75%”, reconocido por la Consejería de Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía. Padece una “importante escoliosis”, presenta problemas respiratorios por tener un pulmón más pequeño que el otro, movilidad reducida en los brazos y, en ocasiones de estrés o exposición al calor o al frío, sufre hemorragias. Su estancia en prisión, concluyen, “supone un riesgo excesivo e inaceptable para su estado de salud e integridad física”.
Respecto a la reiteración delictiva, otro de los supuestos que incluye la ley para dictar prisión provisional, la defensa se pregunta cómo podría darse si los guiñoles y el resto de atrezzo les fue retirado por la Policía y no se les ha devuelto.
En cuanto a los presuntos delitos cometidos, los abogados de los titiriteros niegan que se pueda hacer apología de una organización terrorista que no existe “Alka-ETA” por la sola aparición de una pancarta con esa leyenda. Su reiterada reproducción por los medios de comunicación en las últimas horas, añaden, supondría, por tanto, la comisión del mismo delito.
“Una sátira humorística por carnaval”
En cualquier caso, continúan, se trata de “una sátira humorística representada con motivo de los carnavales y, por tanto, desde ese prisma, ha de ser interpretada como un ejercicio de humor, que puede resultar provocativo o hiriente, pero informado por el animus iocandi propio de estas fiestas y, por tanto, sin capacidad de incitar al odio, la violencia o la discriminación”.
Asimismo, los abogados hacen en su recurso un repaso por la historia de Polichinela, desde su aparición en la Italia del siglo XVI, para alegar que nunca la violencia ejercida por el personaje en otras obras ha sido objeto de reproche penal para las compañías. Jacinto Benavente, dicen, representó en 1912 Las diabluras de Polichinela “ante un selecto grupo de niños”. En la obra, el personaje apalea a su hijo por llorar demasiado fuerte, “al ama de cría, a un negro, al boticario”, al policía, el juez, al verdugo y el demonio. “Recibió los aplausos de niños y papás de la rancia aristocracia madrileña y nadie se lo llevó detenido”, continúan.
También precisan que el personaje que sufre una violación no es una monja sino una bruja, agredida sexualmente por su casero. La religiosa es el personaje que arrebata el hijo fruto de esa violación a la bruja. Monja y juez “resultan fallecidos” durante la representación, añaden.
Rambo y Dostoyevski
Los letrados hacen un repaso por la utilización de la violencia en el arte, incluso la dirigida contra jueces. Así recuperan la violación de El rapto de Lucrecia de William Shakespeare o la agresión sexual a una monja en la película Pesadilla en Elm Street. Como en el guiñol de la compañía granadina se trata de “ficciones” que, sin embargo, no han sido objeto de actuación penal alguna, recurren.
Magistrados asesinados hay en ¿Por qué se asesina a un magistrado? y en varias cintas dedicadas al “triste final” del juez italiano Giovanni Falcone, asesinado por la mafia. Desde Dostoyevski (Crimen y Castigo) hasta Sylvester Stallone son mencionados por los letrados “Hastaen la más moderna y prosaica serie de películas del célebre personaje Rambo”, dicen, llegan a morir un total de 483 personas asesinadas.
De aplicarse con asiduidad los criterios del juez Moreno, “la inmensa mayoría de los creadores y creadoras de este país” serían enjiuiciados, concluye la defensa de los titiriteros.
También aluden a Federico García Lorca y su Retablillo de don Cristobal, otro teatro de guiñol donde aparecen dos muertos. “La misma democracia que ahora homanjea a Federico García Lorca, que gritaba conmocionada Jesuis Charlie Hebodo, sintinéndose ofendida por el brutal ataque fundamentalista a una revista satírica ahora pone en marcha la maniquinaria procesal”, concluyen.