Con la operación militar “Escudo del Éufrates” Turquía se ha metiendo de lleno en el peligroso “pantanal” de la guerra siria, con el objetivo de contener la expansión de los kurdos por la zona.
La incursión, que vivió hoy su sexto día, se inició ni diez días tras la conquista por parte de milicias kurdas de la estratégica localidad en Manbech, hasta entonces en manos de los yihadistas del Estado Islámico (EI).
El objetivo inmediato, alcanzado en menos de dos días, fue apoyar la conquista de Yarábulus por parte del Ejército Libre Sirio (ELS) y liberar la ciudad del control yihadista.
Mientras que todos los actores en la guerra siria, sea el régimen de Damasco, Rusia, Irán o Estados Unidos, coinciden en que su principal objetivo es derrotar a los yihadistas, todo indica que la prioridad para Turquía es contener el avance de los kurdos sirios.
El ministro de Exteriores, Mevlüt Cavusoglu, instó hoy mismo a los combatientes de las milicias kurdas YPG retirarse “lo antes posible” a la ribera este del río Éufrates.
“Mientras que no lo hagan son un objetivo para nosotros”, advirtió el responsable turco en una rueda de prensa.
Ankara quiere evitar así la creación de una zona kurda contigua a lo largo de los 900 kilómetros de su frontera con Siria.
Una región autónoma o incluso independiente kurda es una verdadera pesadilla para el Gobierno turco.
Ankara teme un fortalecimiento de los rebeldes kurdos en su propio territorio, el proscrito Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), considerado terrorista por Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
Las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), las milicias kurdas de Siria, están consideradas por Ankara como una “filial” del PKK.
Por eso, Turquía exige que los kurdos sirios se retiren a la ribera oriental del río Éufrates, algo que Washington reclama también para mantener sus relaciones de amistad con Ankara.
Sin embargo, las YPG han demostrado en los últimos meses ser el arma más efectivo para combatir al EI en el norte de Siria, por lo que han recibido apoyo de Estados Unidos.
En lugar de retirarse, tal y como habían indicado, los kurdos se mantienen por el momento en la zona y se han enfrentado ya a las fuerzas turcas sobre el terreno.
En tono desafiante, un comandante de las YPG señaló la semana pasada que Turquía se ha metido en el “pantanal sirio” y vaticinó que perderá igual que el EI.
El Gobierno turco respondió diciendo que ha mandado a su ejército, unos 60 tanques y 380 soldados, para “secar el pantanal”.
La decisión de intervenir en el norte de Siria llegó poco después de que Ankara “normalizara” sus tensas relaciones con importantes aliados regionales, como Rusia e Israel.
Pero analistas turcos, como Ilhan Uzgel, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Ankara, consideran que la intervención llevará a Turquía a “serias complicaciones” y causará enfrentamientos más violentos con el PKK.
A medida que avanza el ejército turco en Siria y ataca a los kurdos con su artillería y aviación, se multiplican los ataques del PKK contra el ejército e instalaciones civiles en el sureste de Turquía.
El viernes murieron en un atentado de bomba once policías en Cizre, el aeropuerto internacional de Diyarbakir, considerada la capital kurda de Turquía, fue atacado el sábado con cuatro misiles, y hoy murieron dos soldados en enfrentamientos con el PKK en la provincia de Hakkari.
Para Uzgel, según dijo en una reciente entrevista, está claro que mientras dure la intervención en el norte de Siria “habrá más amenazas para Turquía”.
Además, la presencia turca en Siria complica la situación para Estados Unidos, ya que enfrentamientos entre el ejército turco y milicias kurdas merman la efectividad de la lucha contra el EI.