El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha ido mucho más lejos que otros dirigentes europeos en la reacción a las primeras medidas del presidente de EEUU, y en especial a la prohibición de viajar a EEUU a los nacionales de siete países musulmanes.
En la carta de invitación dirigida a los líderes de los 27 países de la Unión Europea (salvo el Reino Unido) para la cumbre informal del 3 de febrero en Malta, Tusk advirtió además de que el cambio en Washington “pone a la UE en una situación difícil”. La nueva Administración, añadió Tusk, “parece poner en cuestión los últimos setenta años de la política de Exteriores norteamericana”.
En sus palabras no hay una acusación directa a Trump, pero sí a una política que es exactamente la misma que está defendiendo el nuevo presidente de EEUU.
Tusk recomienda que la UE tenga “el coraje” de oponerse a “la retórica de los demagogos, que argumentan que la integración europea solo beneficia a las élites”, que la gente corriente solo sufre como resultado del proceso y que “a los países les irá mejor solos que juntos”, manifestó.
Trump, desde su primer discurso de inauguración en el cargo el 20 de enero, ha acusado a las élites y el establishment de ignorar las necesidades económicas de los ciudadanos y ha enarbolado la bandera del “American First” (“América, primero) para poner fin a los pactos comerciales multilaterales que, en su opinión, perjudican a la economía norteamericana.
“Los retos que afronta ahora la UE son más peligrosos que nunca antes desde la firma del Tratado de Roma”, hace sesenta años, escribe Tusk.
La primera amenaza “se relaciona con la nueva situación geopolítica en el mundo y alrededor de Europa”, indica, mencionando en particular a una China “cada vez más asertiva”, así como la “agresiva política” de Rusia hacia Ucrania y sus países vecinos y las “guerras, terrorismo y anarquía en Oriente Medio y en África, donde el islamismo radical desempeña un papel central”.
Ello, unido a las “preocupantes declaraciones de la Administración norteamericana, hace nuestro futuro altamente impredecible”, opina Tusk.
El presidente del Consejo lamenta el creciente antieuropeísmo y menciona en particular que “el cambio en Washington pone a la UE en una situación difícil”.
Frente a esos retos, Tusk opina que la UE debe defender “la dignidad de una Europa unida” en sus contactos con Rusia, China, Estados Unidos o Turquía –y es significativo que coloque a estos cuatro países al mismo nivel–y tener la valentía de estar “orgullosa de sus logros”.
El presidente del Consejo hace referencia en la carta también a las relaciones comerciales y considera que la UE debe utilizar el cambio en la estrategia comercial de Estados Unidos en beneficio de Europa, “intensificando las conversaciones con las partes interesadas”.
Tusk demanda que la UE no se rinda ante “aquellos que quieren debilitar o invalidar el vínculo transatlántico”, sin el que “no podrían sobrevivir el orden y la paz”. “Deberíamos recordar a nuestros amigos estadounidenses su propio lema: Unidos nos mantenemos, divididos nos caemos”, propone.