La amenaza del divorcio en una pareja se convierte en un peligro inminente cuando cada parte empieza a explicar a quien quiera escucharle que la culpa es del otro. No quiere que ocurra, sería terrible, sobre todo para los niños, pero esto es lo que hay. Yo he hecho lo que he podido y no puedo hacer más. El día después del acto del polideportivo Magariños en el que Yolanda Díaz presentó su candidatura a liderar una docena de partidos de izquierda en las urnas tuvo el alarmante aspecto del prólogo de la ruptura definitiva entre Podemos y Sumar.
Frente a la incertidumbre de los últimos meses, pocos se esconden ya en el calendario. Toca construir el argumentario que se repetirá en los próximos meses, como mínimo hasta las elecciones de mayo. En su rueda de prensa de los lunes, los portavoces de Podemos plantearon que la unidad entre ambas formaciones es “esencial e imprescindible”. Un escenario en el que no se haga realidad no puede ni imaginarse: “No ir juntos a las elecciones sería una pésima noticia. Sería un fracaso”, dijo Pablo Fernández.
El deseo puede ser sincero, pero no hay que olvidar que fue Podemos quien decidió no acudir al acto unitario en favor de la candidata que el propio partido había encumbrado hace dos años. No lo hicieron porque habían exigido un compromiso previo por las primarias abiertas como condición para aceptar la oferta de ocupar un asiento en primera fila.
Yolanda Díaz sorprendió con una entrevista en El País con la que quiso liberarse de entrada de cualquier marco argumental en el que quiera moverse Podemos. Le preguntaron si creía que “un Sumar sin Podemos sería un fracaso”. En otras respuestas, contemporizaba o prefería no responder. No en esta: “En absoluto sería un fracaso. Los movimientos ciudadanos los decide la gente, y yo sé que Sumar va a ser el revulsivo de la política española en este tiempo. Lo tengo clarísimo”.
Ergo, Sumar no necesita a Podemos. ¿Un punto de vista estratégico o táctico? Si responde que sí sería un fracaso, estaría entregando a Podemos la llave para medir el éxito de Sumar. Y no tiene ninguna intención de hacer eso.
Es difícil convencer a Díaz de que debe ceder para que este u otro partido se unan a sus listas. Se mueve en un discurso en el que los partidos son prescindibles o incluso una molestia mínimamente necesaria en su plataforma. “Va a ser una herramienta muy ligera, un lugar de encuentro dirigido hacia el futuro y la esperanza. Los partidos que se incorporen tienen que estar, pero no tienen que ser el alma de Sumar. El alma son las personas”, dice en esa entrevista.
Es otro capítulo de una retórica con que la izquierda se ha sentido muy cómoda desde 2014 como laboratorio de ideas que cuestiona el valor de los partidos políticos como herramientas esenciales de la democracia. “La política ha fallado a los ciudadanos y las ciudadanas, no al revés”, opina Díaz en una frase que se escuchaba mucho en las plazas en el 15M.
Hay un problema de credibilidad en eso, porque lo dice una vicepresidenta del Gobierno, alguien que está en el centro del poder desde 2019. ¿Cómo casa eso con la defensa de lo que ha hecho el Gobierno y el propio Ministerio de Díaz? Si es cierto que la política ha fallado a la gente, ¿cómo se puede decir que la reforma laboral ha beneficiado a los trabajadores? Si esto último es así, habrá quien piense que los partidos y los grupos parlamentarios han servido para cosas muy importantes en esta legislatura.
Una herramienta “muy ligera” que sostendrá a una líder muy potente que aspira nada menos que a presidir el Gobierno. Menos mal que la política no tiene que ver con la ingeniería.
Quienes han criticado con más dureza en Podemos la posición de Díaz han sido los que no están en los órganos de dirección. “Podemos sigue siendo el gran actor ideológico de la izquierda en España”, dijo Pablo Iglesias en RAC1 para exigir un papel preponderante de su partido. El día anterior, Juan Carlos Monedero acusó a Yolanda Díaz de colaborar con los adversarios de Podemos: “Es ministra de Unidas Podemos y hoy ha hecho campaña por partidos que compiten contra Unidas Podemos. Eso es ruido. Estruendoso”.
Ione Belarra se limitó a publicar un tuit enlazando a un mensaje de la cuenta de Podemos con la rueda de prensa de los portavoces. Este martes dará una entrevista en RNE.
Tratándose de la izquierda, no es insólito que todo el mundo tenga interés en recordar acontecimientos del pasado reciente. Alberto Garzón respondió con un hilo de 19 tuits (menos de diez se considera derrotismo). Frente a los que sostienen que estamos ante un complot político-mediático para destruir a Podemos –algunos presentaron como prueba las portadas de ABC y El Mundo–, el coordinador de Izquierda Unida recordó que eso mismo se dijo hace nueve años cuando el partido cambió las jerarquías de la izquierda no mucho tiempo después de su fundación. En esa época, el damnificado era IU.
Cuando surgió Podemos en 2014, hubo una parte de la izquierda, explica Garzón, que “optó por recurrir a esta simple idea: 'Podemos surgió porque beneficia al sistema'”. La presencia de sus dirigentes en las tertulias de las televisiones privadas se justificó por esa razón. Ahora algunos dicen lo mismo en relación a Sumar: “Como es 'bien tratado' por los medios eso es 'inevitablemente' una prueba de que el 'sistema' se beneficia de ello o, peor, que está detrás”, alega el ministro, una actitud que considera tan ridícula como la que escuchó hace años en IU.
Fue en 2016 cuando Cayo Lara, entonces líder de IU, escribió un artículo para acusar a Podemos de lanzar “una OPA hostil” contra ellos. También dijo que los medios estaban cercando a IU: “Se pusieron alfombras de comunicación a otra fuerza que las aprovechaba convenientemente y que nos entraba por la izquierda para adelantarnos por la derecha”.
Para intentar aliviar el impacto de su entrevista en El País, Yolanda Díaz explicó unas horas más tarde en La Cafetera que si bien es “perfectamente posible” que Podemos no esté en su plataforma, otra cosa es lo que ella desea: “A mí me gustaría que estén. Ya lo he dicho todos estos días y creo además que no hay ninguna razón para no estar”.
Se van a hacer muy largos en la izquierda los ocho meses que quedan hasta las elecciones generales.