Sentencia a Cassandra

“Van a por algo que se reconoce como un chiste”

“Con Franco había más libertad de expresión”. La frase es del líder de los Def Con Dos, César Strawberry, condenado a un año de cárcel por el Tribunal Supremo por seis tuits. El músico respondía así en una entrevista tras la sentencia, que revocaba una absolución previa dictada por la Audiencia Nacional. El mismo tribunal que, meses después, sí ha considerado culpable a Cassandra Vera de un delito de humillación a las víctimas del terrorismo por una serie de mensajes en la red social en la que hacía chistes sobre la muerte del presidente del Gobierno franquista Luis Carrero Blanco.

Los juicios por enaltecimiento del terrorismo han aumentado desde que ETA anunciara que dejaba las armas. El número máximo se alcanzó en 2015. Ya en 2017, la Audiencia Nacional llegó a celebrar siete juicios orales en una semana por mensajes en Twitter. Entre ellos, el de Vera.

¿Es realmente más peligroso hacer hoy chistes que cuando el dictador Francisco Franco estaba vivo? ¿O que en la Transición? Dos humoristas poco amigos de los límites del humor dan a eldiario.es su visión.

Facu Díaz fue una de los primeras personas que vio que la Audiencia Nacional le juzgaba por un chiste. En concreto, un sketch contra el PP que supuestamente hirió la sensibilidad de una asociación de víctimas del terrorismo.

“Los gags de Tip y Coll pasaban desapercibidos e incluso [Juan Luis] Cebrián bromeaba con Carrero, vamos a peor”, sentencia Díaz en conversación telefónica. El humorista recuerda que en su caso hubo una acusación particular que inició el proceso. “Yo llegué a comprender la imputación, porque un juez te llama a declarar y a los diez minutos comprueba que no hay intencionalidad y te deja marchar”, explica.

Dos años después, cree que su visión de la Justicia estuvo entonces “distorsionada”. “El cortafuegos es la sensatez del juez”, asegura. Y añade: “Lo que asusta mucho es que se destinen recursos de los aparatos policiales como la 'operación Araña' para detener a personas en sus casas por haber enaltecido el terrorismo”.

Díaz se pronuncia expresamente contra ese delito de “enaltecimiento del terrorismo” que recoge el artículo 578 del Código Penal. El humorista acompañó el pasado lunes a la propia Cassandra Vera y al secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en el registro de una PNL que pedía precisamente reformular ese artículo para evitar que pueda ser usado de forma desproporcionada.

“¿Algunos jueces archivan y hoy sí vale la cárcel? Ese artículo no hay quien lo interprete de una manera clara”, asegura Díaz. En su opinión, el caso por el que fue juzgado él y el de Vera son muy distintos: “Es una de las primeras veces que se centran en el humor. Van a por algo que se reconoce como un chiste”.

La opinión de Darío Adanti no es muy distinta a la de Facu Díaz. El humorista, uno de los motores de la revista satírica Mongolia, ha publicado recientemente el libro Disparen al humorista, centrado precisamente en eso que se ha dado en llamar “los límites del humor”.

“En el año 77 se podía publicar un libro recopilando chistes que incluía bromas sobre Carrero Blanco. Lo absurdo es que se condene sobre un acto terrorista que pasó hace cuatro décadas. ¿No podemos hacer chistes sobre el asesinato del archiduque de Austria?”, se pregunta Adanti en conversación telefónica con eldiario.es.

El humorista gráfico se refiere al libro publicado en 1977 por P. García, uno de los autores de la revista La Codorniz, que se especializó en la crítica política durante la dictadura eludiendo a censores y jueces. Adanti recuerda que leyó en directo en la cadena SER dos de esos chistes.

“Podemos convenir que hacer un chiste está mal o no, ¿pero de algo que pasó con unos golpistas?”, asegura Adanti. El humorista diferencia lo que ocurrió durante la dictadura y en la Transición con el momento actual. Y añade: “No entender esa contradicción es muy raro. Los temas no son blanco y negro. A las ilegalidades de entonces, y no digo solo ETA, también el PCE y demás, se les deben una memoria histórica que se niega pero nos preocupamos por un chiste de un tío asesinado hace medio siglo”.

¿Cuál es el motivo de que precisamente ahora se esté persiguiendo expresiones humorísticas que hasta ahora todos ignoraban? “Ninguna de estas cosas pasan por casualidad”, asegura Díaz. “La Audiencia Nacional no debería existir, es heredera del Tribunal de Orden Público del franquismo e intentan reinventar los crímenes que debe investigar”, dice el humorista, quien señala también a “la manía del Gobierno de lanzar globos sonda con nuevas problemáticas para meter mano a la legislación, como si no hubiera un Código Penal para que nos podamos defender”.

En su opinión, hay una colusión de intereses: “Un aparato judicial que se aferra a lo que sea para que no le chapen un chiringo muy rentable y un Gobierno que quiere restringir las libertades”.

Adanti apunta a las motivaciones políticas. Por un lado, una suerte de blanqueo de “partidos que son herederos directos de la dictadura”. Algo que no es malo en sí mismo “mientras sean democráticos”, apunta. Adati ve una especie de “negacionismo” y una “defensa” de la derecha de la dictadura de Franco. La intención de reescribir la historia para volver a los paradigmas del franquismo: “República, igual izquierda, igual a mal”.

El miembro de Mongolia recuerda precisamente la frase del comisario de una exposición en París estos días y que incluye una controvertida obra de un caricaturista que hizo de la Shoa, del Holocausto, su insipiración para sus viñetas. “No podemos dejar el humor a los negacionistas. Porque entonces habremos perdido el partido”.