CRÓNICA

Otra versión de Sánchez

Valencia —
15 de octubre de 2021 22:31 h

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Pedro Sánchez ya no mira a la cámara, mira a los ojos de la gente. Ya no se eleva, camina con paso firme pegado al suelo. Ya no imposta saludos, los “regala” sin esfuerzo. Ya no reniega del “viejo” socialismo, lo reivindica. Ya no ve peligro, sino ayuda, en las baronías del PSOE. Y ya no se siente en absoluto interpelado ni por sus antecesores ni por los tótem del partido. 

Hay una nueva versión del secretario general de los socialistas más transversal, más moderada y más abierta en la que ya no caben frases grandilocuentes dictadas por los spin doctors de turno, ni discursos elevados que no entienda la gente, ni tampoco burbujas que lo mantengan aislado. “Es otro Sánchez”, sentencia un barón socialista. “Nada que ver con el de 2017”, intercede otro líder regional del PSOE. “Ha habido tantos pedros que puede que este tampoco sea el último”, apostilla otro referente autonómico más escéptico.

Sea como fuere, al 40 Congreso Federal que comenzó este viernes en Valencia llega otro Sánchez y otro PSOE. Ni es el del 2017, ni es el del 2014. Es un PSOE con la mirada puesta ya en el próximo ciclo electoral, desprendido por completo de la influencia que hace cuatro años tuvo la irrupción de Unidas Podemos en su estrategia y en su discurso y, sobre todo, dispuesto a recuperar las esencias de la socialdemocracia clásica. “¿Cómo definiría este cónclave?”, se le preguntó al presidente en conversación distendida con varios “plumillas” a su llegada a  Valencia. “De unidad y socialdemocracia”, respondió sin dudar un segundo. “Avanzamos” es el lema elegido para esta cita folclórico-festiva. Desde dónde se produce el tránsito queda claro al recordar el eslogan –“Somos la izquierda”– de hace cuatro años con el que el socialismo miraba aún de reojo a la formación que entonces dirigía Pablo Iglesias. 

Apoteosis de la armonía y el reencuentro

De la apoteosis de la armonía y el reencuentro dieron todos los asistentes al congreso buena cuenta. Con la palabra y con los gestos. Arrancó aquello como si fuera una sucesión de réplicas de 'El Abrazo' de Genovés representada en cada esquina del recinto Feria Valencia. Apretones entre ministros y barones. Abrazos entre miembros de la dirección federal y secretarios provinciales. Achuchones del presidente del Gobierno con todos ellos. Pocas veces todo un país se sintió tan representado por un cuadro y tan fascinado por un símbolo como el de Genovés. Y pocas veces el PSOE ha vivido un Congreso Federal de tanta placidez orgánica como el que celebra este fin de semana. Sin conspiraciones, sin familias, sin negociaciones “in extremis” sobre tal o cual enmienda a la ponencia marco y sin conciliábulos de los territorios.

El de Sevilla de 2012 se libró a cara de perro entre Chacón y Rubalcaba. El del 2014 fue extraordinario tras la dimisión del secretario general por el resultado de unas elecciones europeas y catapultó al liderato por vez primera a Sánchez, erigido en alternativa moderada y liberal frente a un entonces “izquierdoso” Eduardo Madina. El de 2017 fue el de la fractura interna por la convulsión de un Comité Federal en el que el PSOE se quemó a lo bonzo a cuenta de la investidura de Mariano Rajoy y el “no es no” de un Sánchez que emulaba entonces la senda por la que transitaba Podemos. Y el de 2021 es, en efecto, el de la reivindicación de la socialdemocracia y el pasado de los gobiernos socialistas y también el de la reconciliación y el entendimiento de todos sus cuadros institucionales y orgánicos. 

Hace cuatro años el PSOE no sólo estaba en la oposición con su peor resultado electoral de la historia de la democracia, sino que corría el riesgo de ser sorpassado y pasokizado, en referencia al partido socialista griego, a quien Syriza no sólo arrebató la hegemonía de la izquierda sino que relegó a un plano marginal. 

“Nos matamos, nos desangramos, nos abrimos en canal y nos destrozamos vivos. Cuatro años después, hoy tenemos un congreso de unidad y estamos en La Moncloa. Somos socialistas, nos merecemos disfrutar un ratito”, explicaba un descriptivo Óscar López, ex secretario de Organización y hoy director del gabinete de Pedro Sánchez. 

Paz, amor, luz, color y decenas de socialistas abiertos como nunca a la declaración y la conversación informal con “la canalla”. Hace un año, los ministros y los miembros de la dirección federal no hablaban, no declaraban y huían como de la peste de los periodistas. Vivían bunkerizados en sus departamentos y rara vez se atrevían a opinar de algún asunto de la agenda política si antes no tenían el visto bueno de los gurús “monclovitas”. En este cónclave de espacios abiertos, mucho terraceo y mucho chill-out salen en busca de los plumillas a dar conversación y se entremezclan con la militancia a tomar una hamburguesa y un par de cañas. “Este espectáculo fascinante de hermandad sólo se soporta con algo de alcohol”, bromeaba un alcalde socialista. 

Todo bajo la atenta mirada de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que fue galardonada con uno de los “Premios Manuel Marín” -que también recibieron la ministra de Economía, Nadia Calviño, y los presidentes de Aragón, Javier Lambán, y Canarias, Ángel Víctor Torres-, y con el eco de un CIS que recorta la distancia entre PP y PSOE, que volvería, eso sí, a ganar las elecciones. Pues ni los datos de Tezanos hicieron decaer la fiesta de la socialdemocracia y tampoco el entusiasmo de Sánchez al relatar cómo Angela Merkel lo felicitó el día anterior por la espectacular bajada en el número de contagios por coronavirus y una incidencia acumulada de 40 puntos. 

Una Ejecutiva de cuotas territoriales

Y esto fue solo en el arranque. Aún quedan dos días de entusiasmo desbordante y de apoteosis de la unidad. Y es que como dijo el secretario de Organización, Santos Cerdán, cada congreso tiene su momento: “Hemos entendido la lección que los ciudadanos nos dieron en la crisis: todos juntos salimos mejor”. Si hasta Adriana Lastra ya reivindica la figura de Felipe González, que este sábado tendrá, junto a Zapatero y Almunia, un papel protagonista en este congreso que podría servir para una nueva entrega de los creadores de '¡Cómo hemos cambiado!'.

Cero tensión y menos expectación en un cónclave en el que por no haber, no hay ni tiranteces con las federaciones por la configuración de la nueva Ejecutiva Federal. Salvo que siguen Lastra, Cerdán, Vara, Rodríguez de Celis, y Narbona, poco se sabe. Sólo que entrarán algunos ministros sin responsabilidad de área, que habrá mayor representación de mujeres y de ayuntamientos y que se completará el relevo generacional que comenzó en julio con los cambios en el Gobierno. El secretario general ha hablado con todos los barones para pedirles un par de nombres a cada uno. Vuelven también por tanto las cuotas territoriales. Todo sea, ya saben, por mantener la épica de la unidad. Mañana, más...