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Un comisario del clan abronca a Villarejo: “¡No entiendo cómo llevas toda tu puta vida y no te han 'pillao' nunca!”

La grabación de una discusión mantenida por teléfono en 2005 entre los comisarios José Manuel Villarejo y Enrique García Castaño, ambos poderosos mandos policiales en la época y actualmente imputados por graves delitos, pone de manifiesto las precauciones que tomaban en sus comunicaciones con el objetivo de no ser descubiertos. En uno de los informes incorporados al sumario de la Operación Tándem, Asuntos Internos mantiene que esta prevención evidencia que el agente era consciente de la “ilicitud de sus negocios”. 

En el audio, al que ha tenido acceso eldiario.es, García Castaño reprocha de manera acalorada a Villarejo que le hubiera enviado una información a su cuenta oficial de correo electrónico. “¡No me mandes correos electrónicos! ¡No me seas gilipollas, tronco!”, le espeta. “¡Que tiene rastreador, coño!”, añade antes de decirle que no sea “pardillo” y que, si a él le ordenaran investigarle, lo pillaría “en tres minutos”. “Es que no entiendo cómo llevas toda tu puta vida y no te han pillao nunca”, insiste minutos después. 

Villarejo, por su parte, se defiende diciendo que se ha comunicado desde una dirección que no tiene “nada que ver” con él y que sólo era una información que había salido publicada en la agencia Europa Press dos semanas antes. “Es que le das demasiada importancia”, le dice en otro momento.  

La discusión tuvo lugar el 17 de octubre de 2005. Entonces, Villarejo estaba destinado en la Dirección Adjunta Operativa de la Policía, donde ejercía como una suerte de liberado al servicio de la cúpula del Cuerpo. García Castaño, por su parte, era jefe de la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO), enmarcada en la estructura antiterrorista de la Policía, y encargada de colocar los sistemas de escucha y rastreo y de captar fuentes de información y de pagarlas, entre otros cometidos. Este último dirigió la UCAO entre 1994 y 2017, con una interrupción de un año en 2005 por la destitución que ordenó el comisario general Telesforo Rubio.

La grabación está incorporada a la causa que se sigue en la Audiencia Nacional contra García Castaño por revelación de secretos, cohecho, blanqueo y pertenencia a organización criminal, y que el juez Diego de Egea separó del caso en el que Villarejo es el principal imputado. Este último permanece recluido en la cárcel madrileña de Estremera desde noviembre del año pasado acusado de liderar una organización criminal con la que se enriqueció mientras era policía en activo, utilizando las ventajas de su condición de funcionario público (placa, pistola...). 

En otra parte de la conversación, que tiene una duración de cinco minutos, García Castaño insta a Villarejo a tener cuidado con los teléfonos móviles, a los que también se refiere como “canutos”. “¡Joder con el puto teléfono, los putos teléfonos móviles, joder, hostias! ¡Hazme caso, joder!”, grita. Y añade: “¡Es que me ponéis de los nervios, joder! Porque no sois profesionales, ¡cojones! (...) Hay que trabajar como un profesional, tronco, porque no se puede trabajar como un pardillo”. 

Villarejo procura quitarle importancia al incidente. Le dice que no se preocupe, que es una “chorrada”. Pero García Castaño no parece estar muy convencido de ello. E insiste en que este tipo de cosas son “malas” para el “trabajo operativo”. “Es que no entiendo cómo llevas toda tu puta vida y no te han pillao nunca. ¡Yo no lo entiendo, macho!”, añade. “Será porque no soy tan malo como tú crees”, intenta entonces zanjar Villarejo. A continuación, ambos quedan para verse el día siguiente y “matizar” todas las cosas.   

Según la Fiscalía Anticorrupción, ambos forman parte de un “clan policial mafioso” en el que Villarejo, acusado de montar una estructura paralela desde la que ofrecía todo tipo de servicios a la élite empresarial (informes para desacreditar a adversarios, extorsiones, chantajes...), actuaba como líder. García Castaño, por su parte, está acusado de suministrarle información confidencial y reservada para que éste elaborara los documentos que luego Villarejo vendía a precios desorbitados.