El comisario José Manuel Villarejo ha utilizado la entrevista de este domingo a La Sexta para cargar contra sus enemigos reconocidos sin aportar pruebas. El policía jubilado ha señalado al exdirector general de la Policía, Ignacio Cosidó, como el responsable principal de la 'Operación Cataluña', cuando se trata del miembro del organigrama del Ministerio de Interior al que el resto de los implicados nunca ha señalado.
El otro objetivo de sus ataques ha sido el director del CNI, Félix Sanz Roldán, a pesar de que las denuncias presentadas contra el director del servicio secreto han sido archivadas por los tribunales. Villarejo mantiene un contencioso histórico con el espionaje español, cuyas funciones ha pretendido atribuirse en numerosas ocasiones.
“A partir de ganar las elecciones el PP, a partir de ese momento, yo tengo la experiencia de que el señor director de la Policía pretendía utilizar la Policía para borrar cosas y utilizar la Policía para detener investigaciones”, ha dicho el comisario jubilado. Se da la circunstancia de Cosidó fue el firme defensor de Marcelino Martín-Blas, el comisario enfrentado a Villarejo, en el contencioso que ambos mantienen desde hace dos años. Martín-Blas era un policía que había colaborado con Cosidó cuando el PP estaba en la oposición.
El comisario ha llegado a acusar a Cosidó de puentear al secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, para tratar directamente con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría y con la jefa de gabinete de ésta, María Pico. Obvia que Martínez fue uno de los secretarios de Estados que pertenece al grupo de influencia de la vicepresidenta desde que ambos trabajaron juntos en el Congreso, en los años de la oposición. Tras su paso por Interior, Sáenz de Santamaría ubicó a Martínez como presidente de la Comisión constitucional del Congreso.
Villarejo ha reconocido ser el autor del famoso borrador de la UDEF que atribuía delitos a las familias Mas y Pujol, que cuatro años después siguen sin aparecer en investigación judicial alguna. También ha dicho que el pantallazo con las cuentas de los Pujol en Andorra costó 50.000 euros de los fondos reservados.
El polémico excomisario, ataviado con una visera y gafas de sol, según dijo para no ser reconocido y para evitar que sus antiguos confidentes puedan tener problemas, ha afirmado que se le relegó en sus encargos cuando se negó a maniobrar en el caso Bárcenas. “No he visto una presión tan grande como la que yo sufrí por parte del señor Cosidó para proteger a este señor (Bárcenas)”, ha dicho.
El asunto más morboso utilizado por Villarejo ha sido el de la supuesta amante del rey emérito, la princisa Corinna Zu-Wittgenstein. El comisario jubilado asegura que la mujer le contó cómo el director del CNI le amenazó con no poder garantizar la seguridad de ella y su familia si no accedía a lo que le pedía después del accidente del rey en Botswana.
“Estaba aterrada porque no es lo mismo que la amenace de muerte cualquiera que lo haga el generalísimo [como ha llamado varias veces en la entrevista a Sanz Roldán]. Llamó a su majestad, rey emérito, por favor este hombre…”, ha dicho Villarejo en la entrevista.
El policía también ha acusado al CNI de querer tapar las investigaciones a Ignacio González porque, según él, el expresidente de la Comunidad de Madrid, hoy en prisión, colaboraba con el servicio secreto.
Durante la hora larga de charla televisada con Jordi Évole, Villarejo ha aprovechado para deslizar un asunto desconocido: una supuesta investigación sobre el accidente del Yak-42. Villarejo ha asegurado que en la compra del avión siniestrado con los militares españoles a bordo intermediaron unas sociedades libanesas que años antes habían participado en la compra de dos aparatos para la Casa Real.
Luego ha dicho que en cada uno de esos vuelos, sin especificar cuáles, se distraían 100.000 euros y que no precisaba más porque debería entregar la información en los juzgados si así se lo requerían.
Informe Veritas
Sus dardos también se dirigieron contra la recién nombrada portavoz parlamentaria del PSOE, Margarita Robles, a la que ha acusado de ordenarle investigar al juez Baltasar Garzón como secretaria de Estado en 1995. Fue en la época de Margarita Robles, sin embargo, cuando se decidió apartarle de sus privilegios como “agente encubierto”, precisan fuentes policiales a eldiario.es.
Villarejo ha reconocido que participó en el informe Veritas, en el que se acusaba falsamente al juez Baltasar Garzón, que por entonces investigaba los GAL, de tener relación con una banda de narcotraficantes. El comisario ha asegurado que la orden procedió de Margarita Robles, algo que descartan fuentes del Ministerio del Interior de la época.
La operación Veritas pretendía descubrir la supuesta vinculación del comisario Enrique García Castaño y otros policías con una banda de crimen organizado. Las notas informativas resultaron un montaje, pero a pesar de ello, García Castaño y el juez Baltasar Garzón han desarrollado una amplia relación con Villarejo desde entonces.
El propio exjuez ha afirmado en el programa Salvados que tiene una buena relación con el policía, al cual ha alabado profesionalmente y con el que ha reconocido haber hablado en los últimos días.
La agresión a la doctora Pinto
Por otra parte, el comisario jubilado ha calificado como “tangencial” la relación con el empresario Javier López Madrid, a pesar de que constan en un sumario decenas de llamadas con él. Se trata de la investigación por el acoso del yerno del empresario y exministro Juan Miguel Villar Mir a la doctora Elisa Pinto. La mujer ha identificado en una rueda de reconocimiento en el juzgado a Villarejo como autor del pinchazo que recibió el 14 de abril de 2014 por orden, supuestamente, de López Madrid.
Villarejo niega que hubiese agresión y alega que todo es un invento de la doctora. Un juzgado le mantiene imputado por el ataque desde que la mujer le señaló en sede judicial hace dos semanas. Villarejo rechazó que tuviese miedo de ir a la cárcel por ese asunto pero coqueteó durante toda la conversación con la idea de que alguien quiera quitarle de en medio para evitar que siga usando sus revelaciones, por ejemplo con un accidente de coche.