Aplaude el público del Cine Doré cuando Pedro Rico, a la sazón alcalde de Madrid, en imágenes con resolución 4K y sonido cristalino, dice en 1931 que la Casa de Campo, recién abierta al disfrute vecinal tras veloz expropiación borbónica, debe ser del pueblo y no patrimonio “de una familia”. Es una escena de hace 91 años pero que resuena en el presente; entonces un rey acababa de exiliarse, ahora otro vuelve de visita y amaga con quedarse. Este y otros momentos visuales y sonoros de una II República que comenzaba pudieron verse el miércoles en la Filmoteca Española, rescatados de las películas que la productora estadounidense Fox Movietone filmó en España a comienzos de los años 30, cuando el cine sonoro estaba en sus inicios.
La productora de noticieros regaló las latas al presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, protagonista de varios de los cortes, y este se las confió al alcalde de Priego de Córdoba, Francisco Adame, para que las resguardase al término de la Guerra Civil. Allí quedaron ocultas hasta 2006, cuando el derribo de la casa las sacó a la luz. Editadas en 2011 por el patronato municipal que preserva el legado del político republicano, la Filmoteca las ha trasladado ahora a un formato de mayor calidad y, por primera vez, se han proyectado en un cine.
La proyección incluye tres películas. La primera, muda, a cargo de España Films, muestra el antes y el después de la toma de posesión de Alcalá-Zamora, con el presidente saliendo de casa, entrando y saliendo del Congreso de los Diputados, seguido de carruajes y diputados con sombrero de copa. Esta cinta se salvó “casi milagrosamente”, explica al término de la proyección Francisco Durán, presidente del patronato, que recuerda que las latas aparecieron entre los escombros, tras el derribo de la antigua casa del regidor de Priego.
La segunda película ya es de la Fox Movietone, y en ella se ve a Alcalá-Zamora de viaje oficial por San Sebastián o Tetuán (el del protectorado), protegiéndose del sol con la mano, o en pleno discurso, marcando las eses mudas al final de cada frase, sin tratar de disimular el acento, como destaca una de sus descendientes. Nieta, bisnietas y tataranieta del presidente vieron por primera vez algunas de esas imágenes anoche, un momento de “emoción” intergeneracional. A la mayor, Pilar, le llama la atención la cantidad de gente que se ve por las calles de Madrid, la puerta del Sol, la glorieta de Cibeles, con los guardias montados haciendo de barrera de contención donde hoy habría vallas. “Esas multitudes no se veían ni con Franco”, destacaba la más veterana de ese momento seminal, haciéndose eco del comentario de uno de los espectadores.
‘El amanecer de una nueva era’
La tercera de las películas, de casi 22 minutos, lleva el título ‘El amanecer de una nueva era en España’, y suscita otro momento de aplauso del público cuando aparece Fernando de los Ríos, ministro de Justicia, presentando a Victoria Kent y reconociendo la deuda de España con las mujeres. La política, una de las tres diputadas del primer Congreso republicano, era la flamante directora general de Prisiones en esa República naciente, defensora de lo que hoy se denominaría humanizar las cárceles, en la estela de Concepción Arenal. También sale Salvador de Madariaga, recién nombrado embajador en EEUU, esperanzado porque ya que tanto España como América eran republicanas, las relaciones diplomáticas debieran ir mejor.
“La cinta tiene tres conciencias”, defiende antes de que se apaguen las luces el Jefe de Servicio de Colecciones Fílmicas del Centro de Conservación y Restauración de la Filmoteca, Domingo Guerrero, que señala por una lado la amistad entre Alcalá Zamora y Francisco Adame, quien salvó las imágenes pese a ser perseguido en la posguerra, del otro el elemento familiar, presente en los descendientes de uno y otro personaje, y por último la propia labor constitucional de conservación del patrimonio y divulgación cultural de la filmoteca.
Los grandes personajes saltan a la vista en el primer visionado, pero son los detalles populares, el griterío callejero, las amonestaciones tranquilas de un guardia a los ciudadanos que tratan de atravesar el perímetro, los que destacan posteriormente, destaca Francisco Durán, que ve en este fervor “el momento de gloria, cambio, renovación que supone […] la fiesta pacífica que fue la proclamación de la República”.