11:30 horas. Plaza de Isabel II, en pleno centro de Madrid. Hace frío. A lo lejos se ven dos grupos de gente igual de numerosos. El primero está formado por turistas que miran el edificio de la ópera de la capital. El segundo es un conjunto de periodistas que rodean a Antonio Hernando, el número tres de la lista del PSOE.
La gente mira el espectáculo. Varios fotógrafos y cámaras de televisión persiguen a la veintena de socialistas -entre miembros de la candidatura y dirigentes de la organización madrileña- que reparte publicidad electoral del PSOE. “¿Quién es?”, se preguntan varios viandantes. “Son las elecciones, es el número tres del PSOE”, ha tenido que explicar un diputado autonómico a un turista inglés. “Es conocido”, comenta otro.
Aún no han salido de la plaza y Hernando se acerca a un grupo de chavales. “¡Yo, yo!”, grita uno de los más espabilados, que empieza a interrogar al portavoz socialista en el Congreso por los pactos municipales: “¿Por qué habéis dejado que sean alcaldes los que no ganaron?”. “La suma de los concejales era mayor... -se explica Hernando-. Por ejemplo, aquí, sería alcaldesa Esperanza Aguirre”. Tras cinco minutos de interrogatorio el adolescente se confiesa: “Yo quería que fuese Begoña Villacís”.
El grupo sigue su camino por la calle Arenal. A Hernando le acompaña Zaida Cantera. Hablan de Kosovo. Se interrumpen cada vez que entregan uno de los folletos informativos en los que explican su programa electoral. No es la hora de más afluencia en la zona. “Si tiene alguna duda, se la explico”, dice la comandante, que es una de las candidatas que más ha conseguido repartir. Hernando y Cantera buscan entre los viandantes a su clientela política. “Toda la vida, hija, somos cinco y toda la vida”, le ha reconocido una votante del PSOE.
Pero no todos han estado tan entregados. “Me gustaría ser millonario, que tú fueras mi novia...”, le ha dicho a Cantera un hombre, que ha cogido la propaganda con escepticismo. Más allá han ido otros: “No, no”, ha refunfuñado un señor cuando intentaban sin éxito darle el papel. “Haced lo que tenéis que hacer, sinvergüenzas”, ha dicho otro. Eso sí, lo ha expresado a una distancia prudencial. Nadie en el grupo le ha escuchado.
Aún así, están acostumbrados. “Solo uno nos llamó asquerosos”, recuerda Hernando sobre un reparto en el que participó la semana pasada. Hoy había más cámaras. Algunas (pocas personas) se han acercado a hablar con los dirigentes presentes. “Esto no da ni un voto”, reconoce uno de ellos.
12:10 horas. Puerta del Sol. Termina el reparto. Hernando se queda charlando con los pocos socialistas que se han acercado hasta allí. Se van a tomar un café al bar de la esquina. Cantera se queda un poco más hablando con los periodistas sobre sus pasadas conversaciones con Podemos y su entrada en el PSOE.