Vox cambia de estrategia y tiende la mano a Alvise Pérez

Carmen Moraga

Madrid —

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En Vox se preparan para tener que convivir los próximos cinco años en el Parlamento Europeo con el agitador ultra Alvise Pérez, quien con una plataforma de electores, Se Acabó la Fiesta (SALF), montada en apenas un mes a través de un canal de Telegram con más de medio millón de seguidores, ha sido la gran sorpresa de estas elecciones europeas.

La candidatura consiguió el pasado domingo tres escaños y 800.000 votos 'robados' principalmente a Vox. Ahora, pasado el estupor y hecha realidad la presencia de Alvise en Bruselas, los de Abascal, que durante la campaña dieron órdenes de ignorarle, han optado por olvidar las rencillas que mantuvieron con él en el pasado y han decidido tenderle la mano con el fin de no tenerle como rival.

El primero en darles la bienvenida fue el candidato de Vox, Jorge Buxadé, que el lunes pasado aseguró que si los tres diputados de SALF optan por integrarse en el grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) que lidera la italiana Georgia Meloni y en donde están ellos, les recibirá “con un abrazo”. Buxadé incluso aseguró que desde la misma noche electoral había ya contactos entre las dos partes y abundó desvelando que “las conversaciones seguirán produciéndose en los próximos días sin ningún problema”.

También Rocío Monasterio, portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, felicitaba a la agrupación de electores a la que se refirió como “un aliado” y no como un “adversario”, destacando que comparten un mismo fin: “echar a Sánchez de la Moncloa y a todos sus secuaces comunistas”. “Yo me alegro de que todos los partidos que no sean de izquierdas ganen escaños, para mí es una alegría”, afirmó Monasterio, mientras celebraba también el “fracaso de Sumar y de Podemos” ya que en su opinión “son partidos comunistas”. Pero aunque les dan la bienvenida en Vox niegan que el fulgurante éxito de Alvise sea a costa de Vox. “Nadie nos ha robado votos, los partidos no son propietarios de los votos”, proclamó Buxadé, que atribuyó el éxito de la nueva plataforma al “hartazgo” de los españoles con Sánchez, el PSOE y sus socios separatistas, un hartazgo que dijo que su formación “comparte plenamente”.

En SALF, no obstante, guardan las distancias y aunque admiten que Alvise intentó hablar con Abascal la noche electoral para “felicitarle” y no lo consiguió, aseguran que no hay conversaciones “formales”. También explican que todavía no han decidido en cuál de los dos grupos en los que está dividida la ultraderecha van a ingresar los tres diputados que lidera Alvise, que han hecho suyo gran parte del ideario xenófobo y machista que hasta ahora era patrimonio de Vox.

Pisando los talones a Vox

Lo que no acaban de asimilar en la calle Bambú, sede de Vox, es cómo un candidato como Alvise, sin partido detrás ni infraestructura alguna, ha podido irrumpir en Bruselas pisándoles los talones. En 2019 la formación de extrema derecha, consolidada ya por entonces en España y con representación en varias instituciones, logró cuatro escaños en el Parlamento Europeo. Este domingo Vox obtuvo dos más pero Se acabó la Fiesta, en su debut, consiguió tres actas superando en votos a Podemos y Junts y colocándose a solo a siete centésimas de diferencias de Sumar en porcentaje de voto. El antiguo asesor de Toni Cantó, natural de Sevilla, cosechó su mejor resultado precisamente en Andalucía, en donde ha sido cuarta fuerza con el 6,2% de los votos. 

Los planes de Alvise, según explican a esta redacción fuentes de su entorno, es convertir la plataforma en partido político pero “no al uso de los que ahora existen” y celebrar su primera asamblea o congreso constituyente en breve, cuando estén bien instalados en el Parlamento Europeo. De momento ni siquiera tiene un programa con el que identificar a su proyecto, tan solo unas premisas muy generales idénticas a las de Vox: “Mi programa electoral es todo lo que hemos logrado. Hechos, no programas, no promesas vacías”, se despachó el agitador ultra en algunas de sus recientes entrevistas en las que ha desvelado que lo tiene “escrito” y “consta de 300 páginas” pero no lo hará público de momento.

Sus colaboradores aseguran además que hay algunas cosas que les diferencian de los de Abascal. Por ejemplo, que ellos “no se van a meter en atacar a los colectivos LGTBI” ni en denostar “las políticas de igualdad”, temas que creen que no les merecen la pena porque “desgastan” mucho. Lo cierto es que sí mandan mensajes constantes contra el feminismo.

No obstante, pasada la resaca electoral, los de Alvise dicen que no quieren tampoco tener enfrentamientos con Vox, con quien su líder mantuvo fuertes vínculos, aunque sin llegar a militar, después de abandonar su trabajo en Ciudadanos como asesor del valenciano Toni Cantó. Su distanciamiento con la cúpula del partido de extrema derecha se produjo durante la pandemia cuando empezaron a surgir roces y discrepancias y prescindieron de su colaboración. Gracias a aquella etapa conserva buenas relaciones con algunos dirigentes de Vox. De hecho, durante la campaña se le ha visto reunido con el exportavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros.

El agitador ultra también tanteó a cargos del PP pero en Génova no llegaron tampoco a materializar su fichaje. De aquel momento queda el selfie que se hizo con la dirigente de NNGG, Bea Fanjul en el que le calificaba de “crack”. La diputada del PP ya mostró también sus simpatías por Vox hace poco en el Congreso aplaudiendo el discurso de su portavoz parlamentaria, Pepa Millán, sobre inmigración.

El compromiso de Alvise y de los otros dos eurodiputados es el de “renunciar” a cobrar los sustanciosos sueldos como diputados europeos (10.500 euros brutos al mes) y las subvenciones a las que tiene derecho (850.000 euros, según han calculado) una vez aterricen en la Eurocámara, dinero que no tienen más remedio que aceptar y luego hacer con él lo que consideren oportuno. En este caso, según han anunciado, lo donarán.

Lo que ya está ya también sobre la mesa de la agrupación ultraderechista y antisistema es presentarse a la generales, sean cuando sean, con el fin de “convertirse en la llave” de un posible gobierno de la derecha del PP y Vox.